El Centinela
16 septiembre 2024

Parece que el interminable peligro que vivimos los sinaloenses por el hecho de residir en Sinaloa todavía no para, y no se ve un atisbo de esperanza para que esto cese.

Si bien hay al menos 4 mil elementos del Ejército Mexicano cuidándonos en las calles para hacerle frente a estas bandas de criminales y asesinos, cada día parece que aumenta el riesgo de ser víctima de robo de auto, o que te toque una balacera, pues no hay en las calles de Culiacán quienes se encarguen de vigilar la inseguridad ya que parece que todos están desplegados en otro tipo de operaciones.

Y la Secretaría de Seguridad Pública no ofrece recomendaciones de cómo pueden las personas salir ilesas de un encuentro con los malhechores, cómo actuar en una balacera si vas en transporte público, o en tu auto, o si vas por la calle a pie.

A la par de estas situaciones la cotidianidad se ha vuelto más dura, el pánico está escalando y los supermercados cierran más temprano, hay personas que viven al día y que no han podido producir dinero por priorizar su seguridad.

Desde la sociedad civil necesitamos respuestas y protocolos para poder enfrentarnos al narco que trata de ganarnos espacios, pues ya a una semana que comenzaron las jornadas violentas no se le ve un final a estos hechos.

La señal más alarmante ha sido que el Gobierno de Sinaloa tuvo que modificar su discurso pues ya era evidente que la violencia nos estaba alcanzando a todos.

Ya enferma tanta muerte y tanta desestabilidad, un estado entero intentando sobrevivir ante una guerra que nadie quiere enfrentar.

En Sinaloa cumplimos ayer una semana de brotes de violencia, principalmente en Culiacán, Elota, San Ignacio y la sierra de Concordia, en donde la cosa ha ido empeorando al grado que ya han pedido auxilio por la falta de alimento.

Pasamos sin duda por momentos excepcionales, y vemos que el miedo muestra al final la verdadera cara de las personas.

Y el miedo seguramente no solamente a perder la vida, sino el patrimonio o hasta la chamba.

Pero hay cosas que son difíciles de entender, porque quienes rindieron protesta muy alicusados, estrenando zapatos, ropa y maquillaje por una chambita de unos 100 mil pesos al mes, ahí andan mudos, porque no han dicho una palabra, y lo peor debe ser que también mancos, porque no han movido un dedo por ayudar a los demás.

En Culiacán los únicos que han mostrado su posicionamiento siempre son el regidor del PAN, Sadol Osorio Porras, y las dirigencias estatales del mismo blanquiazul y del PRI.

Pero qué decir del Movimiento Ciudadano, muy lurios por su llegada al Congreso del Estado en medio de esta semana de locos, presumiendo sus fotografías y boletines.

A la raza del Partido de la Revolución Democrática, como pocas veces perdidos, porque aunque ya no existían sí hacían ruido.

O los del Partido del Trabajo, que en la semana también fueron noticia por ganar de rebote una curul en el Congreso del Estado, pero ningún comentario sobre lo ocurrido en estos días.

Quizás de estos los únicos a los que no se les puede exigir mucho es a los pasistas, porque su líder fundador, Héctor Melesio Cuén Ojeda, fue asesinado después de una supuesta reunión con Ismael Zambada García, “El Mayo”, y que resultó el momento y lugar en el que éste fue secuestrado.

Ah, pero los que no tienen ni tantita vergüenza son los de Morena, que ni los regidores y la abrumadora mayoría en el Congreso ha dicho algo.

En el Ayuntamiento de Culiacán ya tenemos dos ciclos que tranquilamente son los ganadores a los peores regidores que han pasado por el Cabildo de Culiacán, porque es raza que se ha dedicado sólo a cobrar sus cheques y a seguirle el rollo a todo lo que diga Juan de Dios Gámez Mendívil, el Presidente Municipal de Culiacán.

O díganos, ¿usted se acuerda de alguno que valga la pena recordar?

Por eso el reclamo, de que es hoy cuando más se necesitan liderazgos que evidentemente en el Ayuntamiento de Culiacán no existen.

Ninguna administración antes nadó tanto de muertito con algo como esto, una histórica guerra intestina del Cártel de Sinaloa, en Sinaloa, en su capital.

Lo peor es que esto no parece que vaya a cambiar en los próximos años.

Y como dijo Manuel Clouthier cuando criticó a Sergio Torres: sólo falta que quiera ser Gobernador.

Por lo menos ya tenemos algunas rayitas para ponerle al Gobernador Rubén Rocha Moya para recordar cosas históricas ocurridas durante su mandato ya cuando termine su administración.

Lo primero es que se hayan propiciado en su gobierno las condiciones para que se haya dado el rompimiento entre las facciones más sólidas del Cártel de Sinaloa, este secuestro y entrega a las autoridades estadounidenses, luego la sacudida en la Universidad Autónoma de Sinaloa contra Cuén Ojeda y el pasismo, y la ceremonia del Grito de Independencia a la que nadie fue invitado.

En esencia, la ceremonia tuvo que haberse cancelado, y por obvias razones.

Este domingo se cumplió una semana completa en que vivimos un infierno en Sinaloa por los brotes de violencia que han azotado a la mayor parte del Estado.

Principalmente en Culiacán, Elota, San Ignacio, la sierra de Concordia y Escuinapa.

Y por si fuera poco, en las últimas horas de este domingo hackearon las páginas oficiales de sitios como el Sates, de la administración tributaria estatal, o del Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa, con leyendas de amenazas contra el Gobernador.

Más allá de si se deban tomar en serio o no estas últimas amenazas, lo cierto es que el Grito silencioso sí refleja la actitud de nuestro Mandatario montado en su macho, justamente como cuando esta pesadilla comenzó y justo cuando alegaba que en Culiacán no eran los casi 70 personas levantadas en marzo.

No sabemos si ustedes, pero nos cuentan cómo es que el Gobernador hizo ceremonia del Grito para él solo y su raza más cercana y a nosotros nos suena en la cabeza la rola de Leslie Gore qué se hizo mítica por la película de Mi pobre diablito: “It’s my party, and Iill cry if I want to”.

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Malecón es columna institucional de esta casa editorial.

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