Resulta que el superdelegado Jaime Montes Salas anda de que se va y que no se va.
Ayer, algunos medios locales daban por hecho que ya había sido destituido y que ya estaba listo el sustituto para tomar la batuta, y que esta caería en manos de Juan de Dios Gámez.
Pero también por la tarde, en su página de Facebook, Montes Salas aseguró que él seguía despachando.
“El día de hoy sostuve reunión de seguimiento en la que se atendió el avance alcanzado en la construcción de las sucursales del Banco del Bienestar. En ella estuvieron presentes las instituciones de Banco Bienestar, Secretaría de Desarrollo Agrario, Registro Agrario Nacional e Instituto Nacional del Suelo Sustentable.
Con ello se busca promover acceso al desarrollo, la inclusión económica, social y financiera, así como el acceso a los apoyos, pensiones y becas de manera directa y sin intermediarios”, puso en sus redes.
Y qué será entonces, ¿entregando pendientes? ¿O se irá cuando él quiera?
Con tanta información de que en la tercera ola de Covid-19 ha impactado mucho más a los jóvenes y menores, desde ayer en noroeste.com hay un análisis por demás interesante, porque al menos la percepción contrasta mucho con los números.
En Sinaloa se han contagiado de Covid-19 2 mil 716 personas menores de edad, de los cuales han muerto 24 de ellas, lamentable sí, pero también el porcentaje es pequeño.
De acuerdo al análisis de este diario, los casos en menores significan el 4.13 por ciento de los 65 mil 732 contagios totales, pero solo el 0.31 por ciento de los 7 mil 731 decesos oficiales registrados en el estado.
Y de los 24 decesos, 16 de ellos presentaban alguna comorbilidad como diabetes, hipertensión, obesidad u otra condición especial de salud.
Todos los casos son lamentables, es cierto, pero sirvan estas cifras para ponernos en perspectiva.
No es poca cosa que organismos civiles feministas pidan que se revise la manera en que se adiestra a los elementos de la Policía Estatal Preventiva de la Secretaría de Seguridad Pública estatal.
Noroeste pudo documentar que en menos de una década son más de media docena de casos en que policías de esa corporación han atacado a su pareja.
La situación, por sentido común, merece que sea revisada inmediatamente.
Vaya, para todos fue una decisión aplaudible que el titular de la SSP estatal, teniente coronel Cristóbal Castañeda Camarillo, haya tomado la decisión de quitarles las armas a los policías que se vayan a descansar.
Sabemos que es peligroso que no puedan defenderse a la altura del trabajo que realizan, pero es importante que antes de usar un arma reciban atención psicológica.
Regresó el primer crucero turístico a Mazatlán y hubo miles de reacciones, a favor y en contra.
Que si van a propagar el coronavirus, que si se les va a pedir certificado de vacunación, que si se cumplirán las expectativas porque no todos bajan a los puertos.
Y contra todas las voces en contra, el barco llegó con poco menos de 3 mil pasajeros a bordo, y sin que hasta la tarde de ayer se dieran estadísticas de cuantos bajaron y cuantos se quedaron arriba. Se espera que hoy se den a conocer los balances.
Lo que sí es cierto es que el operativo para recibirlos fue espectacular: calles limpias, jardines cuidados, luminarias reparadas, señalización bien definida.
Se embelleció una parte de la ciudad que se tenía olvidada, muy positivo para quienes habitan la zona o trabajan por ahí.
Lo que pareció excesivo fue el operativo de seguridad, en cada cuadra de la Línea Azul, desde Emilio Barragán, cruzaron toda Playa Sur hasta llegar a Carnaval y de ahí hasta la Plazuela Machado, había hasta cuatro agentes de Tránsito y elementos de Capitanía cada cuadra, en la calle había más elementos de seguridad que turistas.
Lo bueno es que todo salió sin novedad.
Una de las reporteras de esa casa editorial se comunicó al call center Covid en Culiacán para pedir información sobre recomendaciones para que los niños regresen a clases presenciales.
Como hizo uso de una herramienta ciudadana no se identificó como medio de comunicación y la respuesta que obtuvo por parte de la doctora que la atendió fue tajante: recomendó “no llevar a los niños a la escuela”, lo que provocó la sorpresa de la reportera.
La médica prosiguió diciendo que nada puede proteger a los niños porque son niños, es difícil controlarlos, iban a intercambiarse los cubrebocas y otras cosas que los ponían en riesgo, de plano atajó que no se mande a los niños a la escuela.
La reportera insistió a ver si había algo qué hacer por los niños y la médica mejor le dijo que de plano nomás el cubrebocas, pero preferible que no fueran a la escuela.
Bueno fue la respuesta contundente que una médica en confianza le dio a una ciudadana, totalmente contrario a la postura oficial, pero si una doctora dice eso, se lo dejamos a su criterio y sobre todo porque es muy difícil opinar ya que cada familia sabe la condición de cada estudiante en su casa.
Las televisoras mexicanas se han dado vuelo relatando detalle a detalle la “inmensa” pobreza que se vive en Haití, con el pretexto de la cobertura por el terremoto ocurrido en el país caribeño.
Algunas, incluso, se han atrevido a envíar periodistas a la zona devastada, y se la pasan emitiendo las desgracias del país azotado por sismos, crisis económicas y huracanes.
En lo que parece un exceso de morbo, a ninguno de esos periodistas se le ocurre decir que en México tenemos regiones mucho más pobres y peligrosas que las que andan persiguiendo en un país con el que se ha cebado la naturaleza.
Si realmente quieren mostrar la pobreza del mundo, basta con recorrer las extensas zonas marginadas en México, prácticamente cada estado las tiene, y compiten perfectamente con los pueblos devastados de cualquier país pobre del mundo.