Los salva el coronavirus
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El sistema de aduanas en México se ha convertido en un agujero negro que clama una profunda reforma.
Regenteado como una mafia, donde los concesionarios de las patentes se han vuelto millonarios sin siquiera trabajarlas, el sistema de aduanas ha resistido a cualquier intento de transparencia o modernización.
Resulta que los dueños de las patentes las rentan, dedicándose a cobrar una tajada de león a los que realmente las operan, encareciendo sus servicios y transfiriendo los elevados costos a los importadores.
Ni panistas ni priistas han conseguido abrir ese mundo oscuro y cerrado que opera como una verdadera delincuencia legalizada y que se sabe estaba en la lista de los sectores que a Cuarta Transformación buscaba limpiar.
Sin embargo, la llegada de la emergencia sanitaria paró en seco cualquier acción en contra de los aduanales, permitiéndoles seguir haciendo de las suyas en un momento en que el País necesita ayuda, no trabas.
Aduanas como las de los aeropuertos de Ciudad de México y Guadalajara se encuentran totalmente saturadas en este momento, debido a las toneladas de artículos médicos que intentan llegar al País.
Y mientras México entero espera el equipo médico, los aduanales siguen haciendo negocio en los terrenos que han convertido en un territorio donde solo su ley funciona.
La economía o la vida
La gran disyuntiva que actualmente enfrentan países enteros en este momento tiene que ver con la decisión de cerrar o no regiones enteras para intentar contener los contagios por coronavirus, con el inmediato efecto negativo en la economía.
Si se cierra una ciudad inmediatamente su economía colapsa, un dilema que pueden sortear mejor países como China, donde el gobierno controla la economía y la sociedad hasta en el más ínfimo detalle.
Pero en las sociedades abiertas, la economía depende de la ciudadanía, lo que provoca riesgos económicos impensables.
Conocedor de finanzas, el Gobernador Quirino Ordaz Coppel sabe perfectamente lo que significa cerrar una ciudad, de ahí que las decisiones que ha tomado han sido teniendo en cuenta la vida de las personas, pero también su situación económica.
Solo así se entiende que se cierren los restaurantes en Culiacán, mientras que en otros ciudades de Sinaloa siguen abiertos.
La estrategia es ir tomando decisiones para salvar vidas, pero al mismo tiempo tratando de evitar daños económicos innecesarios.
El problema es que tenemos dos crisis encima, la sanitaria y la económica.
Los grandes perdedores
La cultura y el deporte son los grandes perdedores durante la emergencia sanitaria, no sólo en Sinaloa, sino en todo el mundo.
Consideradas no esenciales, estas dos actividades perdieron toda su capacidad de captar recursos, cuando el sistema sanitaria exige ingentes cantidades de todo tipo de recursos.
La cultura, desde antes de la emergencia sanitaria, ya mostraba una histórica carencia absoluta de apoyo en Sinaloa, pero ahora el Covid-19 la ha desaparecido completamente del mapa.
El deporte es quizá el más afectado, después de que se anunció que se proponían los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
La fiesta ya estaba prácticamente lista, pero la crisis sanitaria ha terminado por borrarla de los calendarios y pasarla al año siguiente.
Tanto cultura como deporte son actividades que promueven la congregación de grandes grupos de personas, de ahí que no encajen en las limitadas actividades que nos ha impuesto la crisis.
Ojalá que lo poco que se ha hecho en estas dos actividades no se pierda irremediablemente durante la dura etapa que está pasando el mundo.
Escenarios
Las estimaciones de cifras de muertos por el Covid-19 en Sinaloa señalan más de 2 mil 600 decesos.
Sergio García Montoya dio a conocer una reunión a la que convocó Gonzalo Gómez Flores, Secretario General de Gobierno, donde se plantearon tres posibles escenarios de la evolución de la pandemia en el estado y cualquiera de los tres, hasta el más optimista nos deja helados.
En el escenario catastrófico se calculan 122 mil 220 infectados, con 26 mil 910 hospitalizados, 6 mil 319 en terapia intensiva y 2 mil 646 muertos, exigiendo 3 mil 688 camas de hospitalización y 2 mil 134 para terapia intensiva.
En un escenario intermedio se prevén 103 mil 070 infectados, 22 mil 696 hospitalizados, 4 mil 283 en terapia intensiva y 2 mil 075 muertos, por lo que se requeriría contar con 3 mil 013 camas de hospitalización, mil 218 para terapia intensiva.
Y en el más optimista se calculan 62 mil 946 infectados, 13 mil 870 hospitalizados, 2 mil 617 en terapia intensiva y mil 147 muertos; con mil 113 camas de hospitalización y 418 para terapia intensiva.
Se buscan panteones
El Ayuntamiento de Culiacán busca espacios para enterrar a los muertos que dejará el Covid-19, por lo que anda viendo cupo disponible en los diferentes cementerios.
El protocolo manda que los pacientes que hayan fallecido por Covid-19 deben ser incinerados en hornos crematorios, algo que se ha hecho desde el 28 de marzo, cuando se reportaron los primeros muertos.
Pero el asunto es que el municipio no cuenta con la capacidad para cremar a todos los fallecidos.
También en Guasave, la Alcaldesa Aurelia Leal ya anda buscando terrenitos para que los decesos no los agarren descuidados.
Estos temas son terribles, pero el trabajo de las autoridades es estar prevenidos.
Muy fiesteros
Por más que el Gobierno diga “Quédate en casa”, hay muchos que salen a las calles como si no pasara nada.
En la última semana se denunciaron más de mil 500 reuniones al teléfono de emergencia 911, de fiesteros que no sólo no respetaban la sana distancia y el mantenerse en sus casas, sino de alterar el orden público.
Ya lo dijo el Secretario de Salud estatal, vamos que volamos a la Fase 3 y muchos no hacen caso, a pesar de que ya se cortaron todas las diversiones mundanas.
Mucho encierro, es cierto, pero es necesario.