El ritmo de la paciencia

Rodolfo Díaz Fonseca
15 agosto 2017

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Cuando las cosas no salen como esperábamos es difícil conservar la calma. Lo más lógico es que nos contrariemos al ver que todo ocurre a la inversa.
Sin embargo, el inicio de la Carta del apóstol Santiago invita a asumir un comportamiento diferente: "Consideren, hermanos míos, un gran gozo cuando se vean rodeados de toda clase de pruebas".
Tal vez muchos nos sintamos tentados a reclamarle al apóstol: ¿cómo es posible que nos pidas estar felices cuando tenemos problemas, dificultades o enfermedades? ¿Cómo sonreír cuando lo que se está viviendo es para lamentar y llorar?
Sería normal que de nuestros labios brotaran éstas y otras preguntas e inconformidades. Cualquier persona en su sano juicio reaccionaría de esta manera. Sin embargo, lo que se nos pide es que no actuemos como cualquiera, sino que seamos capaces de imitar el comportamiento amoroso, paciente e indulgente de Dios.
"Hay personas que saben sufrir con la sonrisa y conservan la alegría de la fe a pesar de las pruebas y enfermedades", dijo el Papa Francisco.
Agregó que son personas que rigen su vida con el ritmo de la paciencia, la cual no debe ser confundida con resignación. "Paciencia quiere decir soportar sobre los hombros las cosas de la vida, las cosas que no son buenas, las cosas malas, las cosas que no queremos. Y será precisamente esta paciencia la que hará madura nuestra vida".
Este ritmo de paciencia fue el que asumió Adela Kamm, una joven esquiadora suiza que enfermó gravemente a los 20 años y falleció a los 29. Siempre conservó su optimismo y alegría. Le gustaba ver su habitación llena de flores y decía: "Es necesario saber florecer allí donde Dios nos ha plantado".
¿Asumo mis problemas y enfermedades con el ritmo de la paciencia?