El Carnaval de la 4T

El Centinela
03 marzo 2019

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Si tomáramos el Carnaval de Mazatlán como un ejemplo de laboratorio para intentar saber cómo le irá a México con Morena en el poder, podemos asegurar que el País sobrevivirá, pero todo tendrá un sabor diferente.
 
Por primera ocasión, la gran fiesta de los sinaloenses fue organizada por un gobierno de izquierda..., y pagaron su novatada.
 
Los mazatlecos que saben del asunto siempre han dicho que hasta un tonto puede organizar el Carnaval de Mazatlán, simplemente porque existe una infraestructura humana y comercial que ya sabe lo que se tiene que hacer.
 
La fiesta grande es organizada por casi 5 mil personas, la mayor parte de ellos sin sueldo, sólo por pasión, el elemento que une las piezas necesarias para hacer algo grande con muy pocos recursos.
 
Como un enorme rompecabezas, cada persona y empresa que participa se activa de manera automática cuando se acerca la fecha y echan a andar un engranaje que atraviesa la ciudad de manera invisible y silenciosa para los que sólo se aprontan el día de la pachanga.
 
Sin embargo, alrededor de 60 personas son las que toman las decisiones importantes, las que dibujan, diseñan, deciden un tema, hurgan en la memoria para no repetirse, contratan a los artistas que harán la diferencia, son ellos los que llegan y se van con los gobiernos municipales, los que deciden los detalles, y como todos sabemos en los detalles está el diablo.  
 
 
A marchas forzadas
 
La primera característica del Carnaval de Mazatlán es su arrogancia: no espera a nadie. Es el primer gran evento del año en Mazatlán y obliga a los gobiernos municipales a trabajar en frío, a tomar decisiones en semanas, cuando normalmente se toman en meses.
 
Y si a eso le agregamos que el Gobierno de Luis Guillermo “El Químico” Benítez decidió cambiar a la dirigencia del Instituto de Cultura, otorgando el mando a gente que no necesariamente tenía experiencia en el tema, tenemos problemas.
 
A su favor podemos decir que respetaron a muchos de los trabajadores de la segunda línea, los operativos, los que sacan la chamba.
 
 
Reina sin cetro 
y sin poema
 
En realidad, la gran fiesta comienza con los coronaciones y desemboca en el gran desfile de Domingo de Carnaval. La primera de las fiestas es la coronación del Rey del Carnaval, una fiesta que se considera menor y no alcanza la categoría para llevarla al estadio Teodoro Mariscal, recinto que guarda las tradiciones de las coronaciones modernas.
 
Y fue en el Teodoro Mariscal donde comenzó la verdadera prueba del Carnaval de Mazatlán 2019, a donde asisten los mazatlecos más carnavaleros a dejar los tacones de las zapatillas en la tierra del estadio.
 
La fiesta que coronó a la Reina de los Juegos Florales, Yamilé I, tuvo un rosario de tropiezos: problemas con el sonido, un programa artístico débil y un intermedio larguísimo que se convirtió en otro concierto.
 
Pero los detalles, siempre los detalles, son los que recuerda el carnavalero mazatleco y no faltaron. Los Juegos Florales tienen dos grandes objetivos, coronar a la reina y premiar al poeta ganador del Premio Clemencia Isaura.
 
Y en la coronación olvidaron leer el poema de Odette Alonso, la poeta ganadora del premio, uno de los objetivos principales de la fiesta. Además, durante la coronación olvidaron entregarle el cetro a la reina.
 
Y por si fuera poco, Los Ángeles Azules, encargados de ambientar la fiesta se quejaron de la pésima coordinación técnica que no les permitió trabajar con las condiciones de sonido que necesitaban.
 
Un detalle chafa fue la insistencia de la conductora de anunciar la llegada del Alcalde Luis Guillermo “El Químico” Benítez y pedir aplausos para él, cuando en el pasado había sido anulado ese besapies a los políticos. 
 
 
Una coronación austera
 
Una de las políticas de Morena que se ha convertido en una especie de mantra en el discurso de la política mexicana es el de la austeridad, y la coronación de la Reina del Carnaval, Karla II, dio muestra de ello.
 
El espectáculo artístico siempre es difícil de crear, hay que echar mano de lo mejor con lo que cuentan las escuelas de arte de Mazatlán y en ocasiones contratar a creadores de otros estados, que no son baratos.
 
En esta ocasión se le apostó al talento local; bueno para los artistas locales, pero no siempre lo mejor para la calidad del evento, además se eligió honrar unas figuras femeninas lejanas a la tradición y el estilo de Carnaval.
 
En el escenario vimos a una Madre Teresa de Calcuta que no sabía si bailar o ponerse a rezar, mientras a su alrededor bailaban decenas de Marylins Monroe con pelucas amarillas.
A los entendidos no se les pasó del detalle de que el diseño de la Reina del Carnaval era prácticamente el mismo que el de la Reina de los Juegos Florales de 2009, Corina Beltrán.
 
 
Domingo de Carnaval
 
Y llegó el Desfile de Domingo de Carnaval, la parte más popular y quizá la que más recordará el pueblo de Mazatlán durante todo el año.
 
Aquí podemos ver las decisiones acertadas del nuevo Gobierno municipal, dejaron intacta la estructura organizativa del desfile creada a través de los años por Raúl Rico, el ex director del Instituto de Cultura, consiguiendo un buen resultado.
 
Otra de las buenas decisiones fue la de revivir las carrozas y carros alegóricos con el estilo de Rigoberto Lewis, consiguiendo rescatar el sabor de los carros más mazatlecos.
 
Quizá el prietito en el arroz del desfile fueron los “polizontes” que viajan en el techo de las carrozas reales, encargados de bajar y subir la parte más altas de las carrozas.
 
Harto de verlos afear la magia de desfile, un día Rigoberto Lewis mandó que los disfrazaran de arlequines y pierrots, mejorando el espectáculo.
 
Bien harían en seguir su ejemplo.