Malverde, quizá como ninguna otra creación histórica de la cultura popular sinaloense, encarna las concepciones más arraigadas de lo justo y lo injusto, la lealtad y la deslealtad, el bien y el mal

19 junio 2010

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Noroeste / Pedro Guevara

La cultura popular sinaloense ha creado un personaje que de muchas maneras refleja nuestras nociones más generalizadas del bien y el mal. La contradicción que el pensamiento cristiano estableció entre el cielo y el infierno se rompe en Sinaloa, pero curiosamente, envuelta en un ropaje religioso.
Malverde, quizá como ninguna otra creación histórica de la cultura popular sinaloense, encarna las concepciones más arraigadas de lo justo y lo injusto, la lealtad y la deslealtad, el bien y el mal.
Esta cultura plebeya de prosapia rural, pero enraizada también en los medios urbanos, es la que ha canonizado a través de la teología popular a Jesús Malverde, haciendo el milagro de convertir a un bandido social en un santo laico. El bien y el mal juntos en uno solo.
En la tradición del pensamiento occidental moderno un bandido puede convertirse en revolucionario, empresario, político o cualquier otra cosa y ser socialmente aceptado, pero no en un santo. En México y otros países de América Latina, sí. Quizá el mejor ejemplo, por su trascendencia y cada vez mayor fama, es Jesús Malverde.
Sería muy largo intentar una explicación de por qué en estas tierras las nociones del bien y el mal rompen barreras y se mezclan sin remordimiento y con recompensa. Lo que sí podemos decir es que en México coexisten alegre y eficazmente lo ilegal y lo legal, lo justo y lo injusto, el bien y el mal.
Malverde es la máxima representación simbólica de esta caprichosa mentalidad que reaparece una y otra vez en pequeños y grandes hechos.
La cultura popular sinaloense perdonó, ignoró u olvidó los hechos delictivos de Malverde, haya existido históricamente o no este personaje, porque él ayudaba a los pobres y era leal con los amigos. Su bandolerismo era lo de menos, lo importante es que, en el contexto de la profunda injusticia porfiriana, Malverde fue levitado por los pobres para llevarlo al reino de los milagros.
Ante la pobreza y la arbitrariedad sólo los milagros sanaban sus heridas. Y él único que se preocupaba por los harapientos era un bandido. Robaba a los ricos pero era bueno con los pobres. Malverde curaba las desgarraduras del alma y el estómago.
Jesús Malverde no tan sólo beneficiaba a los alicaídos sino que también era leal con sus amigos y, sobre todo, con sus compadres, según cuenta la leyenda. Lo dice así, José Genis, un antropólogo estudioso del compadrazgo en América Latina:
Al ser perseguido por las tropas de Francisco Cañedo, "herido remontó la sierra de Sinaloa para ocultarse; en tanto, el Gobernador puso precio a su cabeza.
Se dice que el Gobernador aumentaba el monto de la recompensa conforme pasaban los días. Pero Malverde, consciente de que la bala que lo había alcanzado resultaría fatal, resistió para aumentar la bolsa y así beneficiar a un compadre al que pidió que lo entregara cuando lo viera a las puertas de la muerte, a fin de que, así, el compadre se llevara una buena cantidad de dinero para repartir entre los pobres", revista electrónica Graffylia.
Dentro de los sistemas de parentesco ritual no consanguíneos que nos heredaron los españoles, el compadrazgo es uno de los más sólidos y complejos.
En el México urbano el compadrazgo no conserva la misma fuerza y simbolismo que goza en las comunidades rurales o en los grupos sociales tradicionales, pero no deja de expresar una simbología relevante.
Cuando el compadrazgo es auténtico éste no se puede negar y las pruebas de lealtad y compromiso son constantes.
Es tal el poderío de esta relación ritual que en Sinaloa tenemos el ejemplo notable del compadrazgo entre un candidato a gobernador y uno de los hombres más buscados por los gobiernos de México y Estados Unidos debido a sus actividades ilícitas.
En el segundo debate que sostuvieron Malova y Jesús Vizcarra, el riquísimo ganadero confirmó, con su mutismo, que es compadre del Mayo Zambada. Nunca lo ha negado y el miércoles pasado con su simbólico silencio le rindió homenaje a esa relación.
Según el periodista capitalino, Raymundo Rivapalacio, Vizcarra no lo puede negar porque, le declaró, "El Mayo se enojaría mucho. Pues sí, es creíble esta versión porque Vizcarra lo podría negar como buen empresario y político pragmático, pero "El Mayo", de origen y cultura rural, podemos creer que se sentiría profundamente ofendido, lo cual ante un hombre con tanto poder no es nada recomendable hacerlo.
Ya nadie duda en Sinaloa que Jesús Vizcarra y "El Mayo" Zambada sean compadres, pero lo más importante del asunto en esta coyuntura electoral es preguntarse ¿hasta dónde esa relación, así se haya intentado ocultar por parte del candidato del PRI, influye en los criterios políticos de los electores?
Para algunos electores ese compadrazgo es definitivo para rechazar la candidatura de Vizcarra ¿Cuántos? ¡Quién sabe! Para otros, al contrario, el que sea compadre, así no lo haya aceptado abiertamente, sería el argumento para votar por él. Para otros, ese compadrazgo ni les va ni les viene; las relaciones sociales con los narcos son cosas de todos los días y no se escandalizan.
La cultura que hizo ascender a Malverde al reino de los benefactores de los desamparados y ve en él a un salvador persiste en Sinaloa. Es por eso que el compadrazgo de Jesús Vizcarra con "El Mayo", admirado, como "El Chapo" Guzmán, por miles y miles de sinaloenses, no es mal visto por ellos e incluso es una honra.
Algunos podrán pensar que tan sólo los sectores rurales y, por lo tanto, más tradicionales, valoran este tipo de compadrazgos, pero no es así. La simpatía que manifiestan por Jesús Vizcarra amplios sectores de clase media y la mayoría de los empresarios más ricos de Sinaloa nos demuestra que, capas sociales que podríamos considerar muy modernas y altamente escolarizadas, aun sabiendo de esa relación, lo apoyan abiertamente.
Los intelectuales modernos llegaron a pensar muy simplistamente que el desarrollo urbano y la alta escolaridad, así como la riqueza, llevarían a la gente a respetar a plenitud la legalidad y la legitimidad, pero no es así. Los postmodernos tienen razón: la sociedad contemporánea demuestra que ahora todo se puede mezclar y confundir, y que lo que importa es la inmediatez de los resultados, sin importar principios.
Malverde, según nos cuenta José Genis, le concedía un alto valor al compadrazgo, a tal grado que prefería entregarse aun vivo para beneficiar a su compadre y a los pobres.
Hablando de nuestros días ¿a quién beneficiará más el compadrazgo de Jesús Vizcarra y "El Mayo" Zambada: a Malova o al candidato del PRI?
Los que consideran que "El Mayo" beneficia a los sinaloenses, trayendo a su memoria el inconsciente de Malverde, votarán por Jesús Vizcarra.
Los que piensen que Ismael Zambada perjudica a los sinaloenses votarán en contra del candidato del PRI.
Pero, quizá, para otros, ese compadrazgo no les importa ni lo más mínimo y razonarán su voto tomando en cuenta otros criterios, quizá razonados, quizá sólo impulsivos.
Lo más interesante de los electores, a final de cuentas, es que quienes van a definir la elección son los que no han decidido u ocultan su decisión. Lo malo para el PRI, es que, siempre, un ciudadano que oculta su intención del voto es porque tiene temor del que lo presiona y atemoriza. Del que tiene el poder. Y la maquinaria priista, como pocas veces en la historia de Sinaloa o quizá como nunca, está presionando a miles y miles de ciudadanos.