Una fiesta por la democracia
Quienes convocaron, organizaron y participaron en la marcha por defensa de la democracia y del Instituto Federal Electoral deben sentirse no solo satisfechos, sino también orgullosos de lo que han logrado, visibilizar mediante manifestaciones pacíficas en gran parte del País la necesidad de un análisis profundo de la reforma electoral presentada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si bien es cierto que muchos integrantes de los partidos de oposición al partido en el poder, llámese, PRI, PAN y PRD, también acudieron ciudadanos de a pie que se interesaron en el tema.
La marcha en la Ciudad de México, que se replicó en Sinaloa, como en Culiacán y Mazatlán, logró aglutinar a partidos de oposición, organizaciones civiles y simpatizantes de la convocatoria.
En el mensaje de la marcha y vale la pena mencionar es la de José Woldenberg, Consejero ciudadano del entonces Instituto Federal Electoral, entre 1994 y 1996, o sea con todas las credenciales para hablar sobre la reforma.
Woldenberg llamó a todos los grupos parlamentarios, a los congresos estatales y al federal “a defender la democracia” y oponerse a una reforma electoral que podría poner en riesgo la operación actual del Instituto Nacional Electoral.
Hizo un exhorto a defender lo edificado en materia democrática y no se conduzca al país a una etapa ya superada, la del autoritarismo que se auxiliaba por autoridades electorales a modo.
Dijo que no se deben perder las garantías para unas elecciones limpias, en las que mencionó un padrón confiable, equidad, imparcialidad de los funcionarios profesionales, conteo pulcro de los votos, resultados preliminares la misma noche de la elección.
Eso es lo que hemos visto en las últimas elecciones y el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el partido en el poder han gozado de esas garantías.
Esperemos que este llamado ciudadano sirva para que los legisladores hagan un análisis intenso; es necesaria una reforma, por supuesto que sí, pero sin perder lo ganado por la democracia.