Reina mexicana
Andrea Meza ha recobrado el título de la mujer más bella del mundo para todas las mexicanas, y lo hizo en un momento en que las mujeres de este País necesitan buenas noticias, un momento en el que luchan por sus derechos, por sus espacios, por su lugar en un mundo que se les ha sido negado.
A pesar de que los concursos de belleza femenina han sido estigmatizados en las últimas décadas y que incluso muchas mujeres los rechazan por presentar a la mujer como un objeto, la última edición de Miss Universo ha presentado enormes cambios.
Para empezar han desaparecido las bellezas de silicón, ahora compiten mujeres bellas igual que antes, es cierto, pero se le da una enorme importancia a la personalidad, preparación y sueños de las participantes.
Incluso puede darse el caso de que la ganadora no sea la más bella, en esta edición el fallo a favor de la representante mexicana fue cuestionado por cientos de personas que pensaban que había una aspirante aún más bella.
Lo que no saben estas personas es que el camino para llegar a la corona de Miss Universo no es el que vemos por televisión, detrás de las pasarelas, los vestidos regionales y los trajes de baño hay un trabajo muy intenso de los jueces para elegir a la ganadora.
Tras bambalinas, las candidatas son evaluadas con entrevistas que pueden durar horas, se califica hasta la hora en que se levantan, su disciplina de trabajo, su relación con sus compañeras, sus ganas de mejorar su entorno.
La reina mexicana no solo compitió con su belleza, también lo hizo con sus valores, su don de gentes, la alegría que inspiraba, su elegancia y su preocupación por los demás.
Lo que miramos en televisión es solamente el espectáculo, desfiles que solo son la culminación de meses de trabajo y días enteros de calificación.
Andrea es la reina del Universo y ha trabajado muy duro para traer la corona a México.