Publicidad, ¿necesaria?
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Editorial
Hay gobernantes que por hacer las cosas bien, recibe de sus gobernados la publicidad suficiente. Y hay también quienes gobiernan que necesitan el reconocimiento, al menos uno, que prefieren pagar para que algo se diga de ellos.
La publicidad oficial no tiene que ser algo malo: son mecanismos de comunicación de las diferentes entidades de Gobierno para informar sobre acciones de las autoridades que facilite la vida de los ciudadanos.
Sin embargo, el gasto que se ejerce bajo ese concepto se ha ido tergiversando y lo que debiera informarse sobre el Gobierno, se convierte en una inversión para promocionar a quien gobierna.
Y además de eso, es que los criterios que manejan los diferentes niveles de Gobierno para definir la inversión en medios es poco clara y obedecen más a intereses muy privados por encima de lineamientos de alta transparencia.
¿Es el Alcalde de Mazatlán quien más gasta en medios de todos los alcaldes de Sinaloa? Los datos señalan que sí, millones más, millones menos. ¿Es el más transparente en aclarar los criterios sobre los que se distribuye los recursos? Sin duda, aún no ha quedado claro.
Pero más allá de lo que representa Mazatlán, Ahome, Culiacán en el gasto en publicidad oficial, o lo que hacen Escuinapa, Cosalá o Concordia, lo que menos recursos invierten, el punto es que no hay lineamientos contundentes para fiscalizar esos recursos.
La discrecionalidad de cuánto se va a gastar, y sobre todo para qué, sigue rigiendo sobre el uso de recursos públicos para comunicación institucional, y que incluso se sigue usando para promocionar la imagen de los gobernantes.
La revisión de las cuentas públicas deben dejar claro cómo es que se usa el presupuesto para la publicidad oficial, pero una tarea pendiente por legislar, al menos en Sinaloa, son los criterios bajo los cuales se determina la inversión.
Y sí, son políticos los que tienen que formular nuevas reglas para el ejercicio del recurso público desde el poder y esas, sin duda, deberá tener un principio de máxima transparencia, lo que hoy hace falta.