Pleito político más que diplomático

Editorial
27 septiembre 2024

En medio de encono, violencia, extremismos y polarización, el Presidente López

Obrador termina su ciclo dejando un conflicto de relaciones diplomáticas sin resolver y atizando el distanciamiento.

Así como empezó su administración, azuzando, provocando y confrontando, así parece que concluye su mandato.

Pero ese no sería problema si no viéramos qué la próxima Presidenta asume la estafeta del conflicto y la continúa, según se desprende de sus declaraciones.

Nos referimos al hecho de que el Gobierno de México no invitó al Rey de España, Felipe VI, a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum.

Al no invitar al Monarca, pero sí al Presidente español Pedro Sánchez y otros políticos de izquierda del país ibérico, todos ellos han declinado la invitación de la nueva Presidenta Mexicana.

Toda esta ahora “pausa” con España, o desaguisado diplomático, tiene su origen cuando al inicio del sexenio el Presidente López Obrador envió carta al Rey de España exigiendo una disculpa para los pueblos indígenas de México por la Conquista española sobre nuestras tierras y la posterior Colonia que mantuvo a nuestro ahora País dependiente de la monarquía ibérica.

El asunto no fue la carta en sí, sino que AMLO, a su manera fiel, la hizo pública en lugar de seguir los canales diplomáticos... en fin, la solicitud de “perdón” se instrumentó mal, se exigió de mala manera y se filtró a los medios antes de que hubiera una negociación, condenando la solicitud al fracaso.

Lo que no podemos obviar es que dicha solicitud no es más que un viejo truco de la política internacional, se le llama “bonapartismo” y consiste en pelearte en el extranjero para distraer en el terreno nacional.

O sea, lo que se quería realmente era el pleito, y eso México lo logró. Lo mantuvo seis años, de hecho, y aún ahora está el distanciamiento entre ambos países, que durante décadas había sido de cercanía y de cooperación.

Y aunque en realidad no hay una confrontación real, más allá de los discursos y los desplantes, pues si ambos países realmente se pelearan el daño económico para ambos sería insostenible, el hecho es que el pleito en imagen ahí está presente.

Por supuesto que a México tampoco le interesa un problema con efectos económicos, pero la política es otra cosa, esa es la que alimenta a nuestro Presidente y ahí sí hay ganancia.