Morena, de piñata

24 septiembre 2020

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Editorial

Los candidatos a dirigir el partido de Morena se han alineado en el discurso, todos, o por lo menos los más visibles tienen el mismo discurso, quizá lo que cambia es la intensidad o la forma en que lo abordan, pero a todos les queda claro lo que pueden decir y lo que no.

Lo que está permitido es hablar mal de Morena, más o menos críticos, más o menos duros, pero todos hablan mal del partido, algunos incluso se atreven a sugerir que el partido ni siquiera existe, pero eso sí, nadie puede hablar mal del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Cuando analizamos el discurso generalmente sale todo, y el análisis de lo que discuten los aspirantes a dirigir el partido lo primero que hacen es destrozar lo que se ha hecho.

Mario Delgado, quizá el más fuerte de los aspirantes, acusó a Morena de dejar de hacer “activismo”, de mover a las bases, pero rápidamente aclaró que fue López Obrador el que los enseñó a hacerlo.

Gibrán Ramírez Reyes, otro de los aspirantes a dirigir a Morena, acusa a los actuales dirigentes de dañar al partido, pero en su discurso también reclama que han dejado solo al Presidente.

Porfirio Muñoz Ledo es uno de los máximos críticos de las condiciones en las que se encuentra Morena y el más duro de los contrincantes a la hora de debatir, sin embargo, se cuida mucho cuando se afilada lengua se refiere al Presidente.

Hablar mal del partido, pero bien del Presidente deja algo muy claro, los morenistas siguen aglutinados alrededor de la figura de López Obrador y están lejos de conformar un partido político sólido.

Un grave riesgo si miramos al mediano plazo, cuando el tabasqueño termine su administración o simplemente cuando deje de participar en política.

Los morenistas saben que no hay futuro posible en la división, pero nadie quiere dar su brazo a torcer, son hijos de las tribus del PRD, acostumbrados al rompe y rasga, y enemigos de la disciplina, el peor veneno de las instituciones.