La olimpiada de Marco Verde y nuestra realidad

Editorial
12 agosto 2024

Terminó la justa olímpica en París y las críticas a nuestro sistema deportivo mexicano ya comenzaron a caer.

Pero, en nuestro caso, como sinaloenses, sin duda el buen sabor de boca persiste por la medalla de plata obtenida por Marco Verde en la categoría de 71 kilos de la disciplina de boxeo.

No hay que ser del grupo de entendidos en el boxeo para pensar que el futuro de Verde está en el boxeo profesional inmediatamente, como ha pasado con todos los clasificados a los Juegos Olímpicos, ganadores de medalla o no, que han representado a nuestro país en tan difícil disciplina.

La desesperanza llega cuando vemos la página que sigue después de la que escribió Verde, pues los pugilistas que siguen, si bien tienen mucho talento y físico, tienen carencias evidentes por la falta de un proyecto sólido de promoción, detección de talentos, desarrollo y alto rendimiento.

La importancia que el Gobierno del Estado le da a ese proceso es de la misma estatura y seriedad que la decisión de nombrar a alguien como Julio César Cascajares en la Dirección del Instituto Sinaloense del Deporte.

No existe profesionalismo ni seriedad en la creación, elaboración y desarrollo de proyectos deportivos en Sinaloa, a diferencia de lo que se ha hecho en otros estados vecinos como Baja California o Sonora.

Las escuelas en Sinaloa de voleibol y voleibol de playa, de taekwondo y altetismo parecen haber cerrado.

Hay todavía atisbos en lucha grecorromana, pero con ejemplos como el de Marco Verde se cierra otra generación que ya no volverá.

Ahora a esperar, mientras se pierden millones y millones de pesos en asesorías y compras de humo, a que salga otro garbanzo de libra para que en Sinaloa podamos festejar.