La nueva realidad
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Editorial
Nos cuesta aceptar que vivimos una nueva realidad, pensamos en la pandemia como algo pasajero, algo que terminará este 1 de junio o 15 día después, o ya muy tarde en julio, pero la verdad es que no hay una fecha para el fin de la emergencia sanitaria, a corto plazo.
Tenemos que aceptar que vivimos una nueva época, una donde nosotros no ponemos las fechas ni decidimos cuándo, cómo, ni quiénes podrán salir primero de todo esto.
El Covid-19 llegó para quedarse y aún con una vacuna la “nueva realidad” cambiará para siempre la forma en que nos relacionamos con el mundo y con nosotros mismos.
Otra cosa que nos cuesta entender y aceptar es nuestra naturaleza, muchos pensadores hablan de la forma en que los humanos vamos a cambiar en cuanto termine la pandemia, como si el sufrimiento, las pérdidas humanas y económicas nos vayan a convertir en mejores personas de manera automática.
La verdad es que en cuanto se relaja la cuarentena la mayoría de las personas regresan a la fiesta, hacen fila para comprar bebidas embriagantes, intentan, por todos los medios, romper todas y cada una de las reglas impuestas para impedir los contagios.
Los datos son apabullantes: los kilómetros que mide una fila para comprar comida chatarra en algunos países, las aglomeraciones en Sonora para comprar cerveza, las fiestas del Día del Niño en Sinaloa.
La verdad es que por más buenas intenciones que tienen los científicos, que apuestan por un mejor humano después de la pandemia, tenemos nuestras dudas.
Basta con ver a nuestros funcionarios federales, dejando al pueblo a la deriva mientras esperan superar la crisis sin gastar un cinco, sin apoyar a las empresas y hablando de una curva que se niega a seguir el discurso oficial.
Hay que aceptar los nuevos tiempos, los nuevos desafíos, sin esperar demasiado de los gobiernos que no acertaron en los buenos tiempos, menos con una pandemia encima.