La guerra del agua
Una ola de calor recorre el mundo, Europa se debate entre las altas temperaturas y un acechante invierno sin combustibles; México espera la canícula y una temporada de lluvias que aún se mantiene errática.
Pero, aun con lluvias, existe un problema que aumenta día a día ante el crecimiento de las ciudades y la precaria infraestructura hidráulica que tienen la mayoría de los municipios de México.
Un caso es la zona metropolitana de Monterrey, que ha sido epicentro de tandeos, largas filas en el reparto de pipas para rellenar cubetas, perforación de pozos y cierre de negocios por escasez de agua desde finales de marzo, ya que las presas “Dos Bocas” y “Cerro Prieto” presentan un almacenamiento mínimo por las altas temperaturas que demandan más el líquido y por la falta de lluvias suficientes, pese a estar siendo estimuladas artificialmente desde un avión estatal.
Esas son las medidas desesperadas en ese estado y en otros como Sonora y Sinaloa, ante la escasez de agua en las ciudades, pero subyace otra situación aún no develada por completo.
De acuerdo con datos reportados por las autoridades hídricas locales al diario SinEmbargo. Sólo en la Ciudad de México y las zonas metropolitanas de Nuevo León, Jalisco y Sinaloa se han registrado 55 mil 703 tomas clandestinas de agua potable y 707 mil 953 fugas en la última década.
El ya llamado “aguachicol” se esparce por todas las zonas densamente habitadas de la geografía nacional.
La misma información señala que entre Culiacán y Mazatlán se han registrado 17 mil 213 tomas clandestinas y 474 mil 221 fugas en la última década.
Este mercado clandestino del agua amenaza con convertirse en una guerra entre autoridades y “chupaductos”, quienes reconvirtieron su negocio hacia un líquido que requiere todo ser humano.--
Lic. Guillermina García Nevares Directora Editorial Noroeste-Sinaloa