La fiesta continúa
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Editorial
La exoneración de Manuel Bartlett Díaz, en la investigación que trataba de aclarar si su investidura había sido afectada por un conflicto de intereses y si había mentido en su declaración patrimonial, nos dice una cosa: que la fiesta de nuestros políticos no ha terminado.
A pesar de que la Cuarta Transformación nos aseguró que la fiesta de la corrupción y la impunidad era cosa del pasado, todo nos dice que eso solo pasó en el discurso, en la realidad todos siguen millonarios y sin castigo.
Alguien podría argumentar que el arresto del ex Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, es una muestra de la lucha contra la corrupción, pero no nos hagamos, acá en México nunca hubiera sido molestado ni con el pétalo de una rosa.
La exoneración de Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad, nos revela varias cosas, quizá la más importante es que ni siquiera contamos con leyes que realmente puedan castigar a nuestros políticos.
Después de décadas de dedicarse a “ordeñar” al País, los políticos se aseguraron de que si eran sorprendidos en la maroma nadie pudiera castigarlos, es más en un alarde de cinismo nuestras leyes fueron hechas para burlarse de sus acusadores y para demostrarle a la ciudadanía que son intocables.
A Bartlett Díaz ni siquiera se le pudo probar que su compañera sentimental vive con él, por tal razón no se le puede acusar de conflicto de intereses, ni de ocultar su información en su declaración patrimonial.
La otra acusación, la periodística, donde se asegura que mintió al dar a conocer el valor de sus propiedades también es muy difícil de probar, ya que legalmente puede dar los valores catastrales de sus propiedades y no las comerciales, lo que cambia sustancialmente los valores.
Si mañana alguien acusara a Bartlett Díaz de haber sido uno de los principales garantes del régimen priista, seguramente encontraría la forma de demostrar que ahora es más morenista que el propio Andrés Manuel.