La administración del caos
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Editorial
Apostó por dividir al País y logró, obteniendo buenos réditos de ello: la Presidencia de los Estados Unidos. Donald Trump confió en sus bases y las arengaba para hacerlas creer que eran parte de una nueva época estadounidense. Y lo fueron, por lo menos en los cuatro años de mandato.
Durante muchos años, Estados Unidos y la democracia que pregona se convirtió en el juez de las formas en cómo se gobernaba en diferentes regiones del mundo, y lo mismo contribuyó a derrocar gobiernos que a impulsar dictaduras militares, como ocurrió en América Latina en el siglo pasado.
A Trump no le dio para tanto. Gobernó más obsesionado con su imagen y su popularidad. Por eso, mantuvo mensajes que le hicieron encontrar eco en una amplia base popular que se sintió identificado con él y lo siguió, hasta el final.
Lo ocurrido el miércoles en Estados Unidos es una muestra de los riesgos del populismo, de cómo se les habla a las bases de ciudadanos, de qué mensajes se les entrega y de qué es lo que se esperan de ellos.
Y sí, todos los partidos políticos aspiran a contar con una base fiel que les sirva para sus cálculos políticos. De qué manera esas bases son conducidas define el estilo en que se gobierna.
Lo que se ha presentado en Estados Unidos es preocupante porque de inmediato se asume que eso se puede replicar en otros países y no hay que perder de vista que cada sociedad responde de manera diferente a esos estímulos.
Lo que sí debe preocupar, es la manera en que se transmiten mensajes y el trasfondo de esos mensajes. Es verdad, en sociedades como las mexicanas, la desigualdad ha dejado de lado siempre a los más desprotegidos y es ahora, según dicen, a quien se les habla. Y algo de justo hay en eso.
Pero lo que no se debe omitir, y no dejar pasar por alto, es que esos mensajes emitidos tengan la intención de manipular y de crear falsas ilusiones entre la gente.
En naciones como la de México, hay una alta deuda pendiente con los marginados y es momento de atenderlos. Pero también, es momento de ver hacia el futuro y el populismo con sus expresiones como las del miércoles, no tienen cabida.