Justicia necesaria

31 enero 2020

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Editorial

Una de las debilidades de lo que es hasta hoy la democracia en México es la corrupción. Los casos de quienes bajo el amparo de la función pública han hecho un uso irregular de los recursos siguen estando presentes en la vida pública del País. Y el problema no es que se sepa de ellos. El problema es que no se castigan.

Y muchos son los casos que han escandalizado, que han indignado, que han molestado, por la forma en cómo el recurso público se ha utilizado para otros fines para los que fueron programados. Y son pocos los que han recibido castigo.

Como ha ocurrido en Sinaloa, donde a pesar de que las auditorías han detectado desvío de recursos en lo que fue la administración de Mario López Valdez, las sanciones que se han impuesto no son en proporción de los daños que ocasionaron a la hacienda pública.

Como lo que se ha conocido esta semana: el ex Secretario de Administración y Finanzas del Gobierno anterior, Armando Villarreal, es acusado del desvío de 260 millones de pesos. Una cantidad que no es menor y que lo menos que habría que esperar es que la sanción fuera ejemplar.

Sin embargo, como pasa siempre en los juicios legales, se buscó una salida para evitar la confrontación ante un juez y los involucrados en el desvío de esos recursos buscaron un acuerdo con las actuales autoridades, que dependen del Gobernador Quirino Ordaz Coppel, para resolver lo más pronto posible las audiencias ante el juez.

El Gobierno actual aceptó que para resarcir el daño en las finanzas públicas, solo pagaran 2 millones de pesos de los 260 millones por los que fueron llevados ante un tribunal. Pero la negociación fue rechazada por la Jueza que lleva el caso y al menos, deberán esperar a que las audiencias continúen.

La corrupción no se combate con acuerdos. Se corrige con sanciones. Y si quienes actualmente gobiernan quieren trascender, deberán hacer lo necesario para que quienes no cumplan con su responsabilidad, se castigue como establece la Ley.

Sí, México y Sinaloa se presumen democráticos, pero hasta ahora, poco se atreven a castigar la corrupción. Y así no se puede.