El pueblo en el poder
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Editorial
El Gobierno de la 4T anunció con orgullo que ha llevado al pueblo al poder y ayer el pueblo se metió a las oficinas de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y exhibió los cortes finos de carne que se le sirven a la comisionada, Rosario Ibarra de Piedra.
El pueblo también observó a Pío López Obrador recibiendo bolsas de dinero y el pueblo es el que sigue de cerca las nuevas “telenovelas” de la política mexicana, siempre aderezadas con el sabor de la corrupción.
Nada nuevo hay en el hecho de que el pueblo mexicano acuda a semejantes espectáculos, la corrupción ha sido, desde siempre, la particular característica de nuestros políticos, la diferencia es que hoy se le ha permitido al pueblo ser protagonista.
Ya no son los sindicatos, los gremios, los grupos políticos, los únicos que pueden exigir en las calles que caiga tal o cual funcionarios, hoy el pueblo comienza a ver la posibilidad de exigir, de reclamar, de participar en una consulta.
El problema para la 4T es que los actos de corrupción siguen, aún bajo su gobierno. El discurso sobre la guerra en contra de ese mal endémico de nuestro País, es eso, un discurso, la corrupción sigue en mayor o menor nivel, según sea el caso.
Corrupción también es derrochar, comprarse vehículos último modelo, gastar lo que no hay, permitir los negocios al amparo de lo oscurito, inventarse excepciones para no licitar, para no pedir permiso.
Hace unos días, el Congreso de la Unión le quitó el fuero a la figura presidencial, ahora el pueblo podrá juzgar a Andrés Manuel López Obrador y a sus sucesores. Y la propuesta de Ley vino del mismo Presidente.
Esperemos que el tabasqueño y el resto de sus funcionarios repartidos por todo México no se ahorquen con su propia soga.