El final de una época

10 noviembre 2020

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Editorial

La política en México tiene décadas sumergida en una lenta decadencia que cada día la aleja de los ciudadanos.

Los partidos políticos se desintegran día a día, los políticos hace tiempo que dejaron de pensar en las necesidades de su partido, de sus compañeros o de la ciudadanía que los elige.

Vivimos la época de la ambición absoluta, de la búsqueda del poder por el poder, donde a un político no le avergüenza en lo más mínimo haber cambiado de siglas, como cambiar de camiseta.

La ideología tampoco importa, qué más da ser de izquierda, de centro o de derechas, lo único que realmente importa es la candidatura tal, el puesto aquel, el botín político que recompense una vida de astucia y oportunismo político.

Desde la Presidencia hasta la Alcaldía, nuestros políticos arrastran pasados pluripartidistas como muescas en las cachas de la pistola de un pistolero del viejo oeste.

Ser leal, paciente, trabajador, coherente con sus principios, defensor de una ideología, eso ha dejado de alimentar un capital político, nuestros políticos saltan de liana en liana como si se transportaran en una selva, donde lo único que importa es continuar dentro del presupuesto.

Y lo pueden hacer porque han construido un sistema político cerrado, donde solo ellos pueden participar y donde una persona externa difícilmente puede entrar, nuestros políticos han construido un enorme negocio donde solo ellos pueden jugar.

Esa es la razón por la que siempre nos encontramos a los mismos políticos en las boletas electorales.

Con la llegada de Morena parecía que eso iba a cambiar, pero seguramente solo se sumarán a los que ya estaban, tratando de perpetuarse para siempre en las urnas.

Sería bueno “resetear” de vez en cuando, cada ciertos años, el sistema político y deshacernos de toda esa camarilla de políticos que intentan venderse cambiado el color de su camiseta.