El fin de un sexenio
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Editorial
El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha terminado, incluso antes de comenzar; las promesas de campaña jamás serán cumplidas: la pobreza de un país saqueado, la pandemia y una visión equivocada de la realidad han dejado sin opciones a un gobierno que se mantiene a la defensiva, lanzando diatribas y culpas a sus opositores.
Nunca el fracaso de un gobierno se había podido prever con tanta anticipación, nunca los números fueron tan desoladores y los pronósticos funestos tan claros.
En política generalmente se hacen tres escenarios para tratar de entender el futuro, el optimista, el real y el negativo, el problema es que hoy el escenario más positivo a futuro es tan negativo que no hay necesidad de hacer los otros dos.
Para empezar, los dos primeros años de gobierno de AMLO ya se fueron por la coladera del desastre y 2021, su tercer año, está marcado por el colofón de la pandemia, que seguramente será una mala copia de este año.
Con la economía colapsada, cientos de miles de muertos y el ánimo de la población por los suelos, México necesitará un líder que cohesione todos los sectores sociales y económicos para salir adelante, exactamente lo contrario a lo que acostumbra el Presidente y su equipo cercano.
Enrocado, a la defensiva, y atacando a los que considera sus enemigos, el Presidente divide al País en un intento por mantener su base popular de apoyo, quizá lo consiga, pero a un costo enorme para México. Nada bueno puede salir de una confrontación nacional.
Los últimos tres años de su Gobierno, López Obrador gobernará a un País en ruinas, abatido y dividido, mientras intenta sacar adelante sus obsoletos proyectos: un tren de diésel, una refinería y un aeropuerto.
En ese lapso regalará todos los recursos posibles, vaciará las arcas en busca del apoyo popular para mantener a su partido en el poder, mientras que el País entero se desmorona.