El fin de la esperanza

23 agosto 2020

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Editorial

Nadie se salva, la política en México nos ha demostrado que no hay político limpio y que no se trata de las personas, se trata de un sistema totalmente corrompido y corruptor.

Los videos de un hermano del Presidente recibiendo dinero, el cinismo del Presidente para intentar justificarlo y el esfuerzo de todo el aparato de la Presidencia para, a su vez, justificar la corrupción han terminado por dejar en claro que es todo el sistema.
La caída en el pantano de los morenistas que llegaron al poder criticando toda la otra podredumbre los ha dejado en evidencia; las bolsas con dinero que recibe el hermano del Mandatario son exactamente iguales a todas las bolsas con dinero que reciben sus adversarios.
A nadie sorprende, desde hace décadas los mexicanos sabemos que las campañas se hacen con dinero sucio, con aportaciones a oscuras, con préstamos que después se pagan con recursos del erario.
Es tan sencillo como calcular el costo de una campaña, siempre 10 o 20 veces el monto de los recursos que se le entregan a un candidato legalmente para que haga su campaña, si es que le entregan algo.
El dinero que llega a los partidos recorre una pirámide que viaja desde la altura hasta el candidato en la base, y en muchas ocasiones apenas llegan unas gotas o no llega nada.
Los que conocen el negocio se conforman con la candidatura, y una vez en el poder se desquitan a lo grande, de ahí la “legitimación” de la corrupción.
Un candidato que invirtió en un proceso electoral se siente con derecho a cobrarse “a lo chino”, claro, de los recursos del erario.
Quizá lo único positivo de todo esto es que ahora podemos entender que todo el sistema está sucio, que no hay esperanza en esta generación de políticos y que será necesaria una nueva generación de administradores para poner fin a una época que se niega a irse.