Crispación

07 junio 2020

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Editorial

¿Cómo puede el asesinato de un afroamericano en Estados Unidos provocar devastadoras protestas en México o en países lejanos como Reino Unido?

¿Cómo puede provocar una oleada de destrucción y reclamos el asesinato de un joven en Jalisco en varias ciudades de México?
Simple, México y el mundo comparten una cosa: el hartazgo de una situación mundial cada vez más insostenible.
Las razones son numerosas, pero la desigualdad, autoridades incapaces de proveer justicia, un mundo repleto de prejuicios y para colmo un incesante desgaste emocional, económico y social provocado por la pandemia que asola al mundo.
Lo cierto es que no se necesita mucho para detonar la furia de miles de personas hartas de aguantar una realidad carente de futuro.
Estados Unidos es quizá el ejemplo más traumático, donde el “sueño americano” se ha transformado en una cruel pesadilla, donde hasta conseguir un trabajo decente parece una empresa imposible.
Y qué decir de México, donde ser pobre ya no cumple con el mito ensoñador que nos endilgaron durante años los encargados de dirigir al País.
Lo cierto es que hasta vivir se ha convertido en un reto de dimensiones colosales.
Ya ni siquiera se puede disfrutar el privilegio de vivir a espaldas de la política, está prohibido abstraerse, ahora la política aparece por todos los rincones, desde en la mañana hasta por la tarde, los políticos se han vuelto omnipresentes y pobre de aquel que se atreva a ignorarlos.
Ahora se es amigo, seguidor, fiel o se es enemigo, punto. Malaya de aquel que se atreva a decir “yo no”.
Y lo único que han conseguido nuestros políticos es azuzar a la población, llevarla a un estado tal de crispación que una desgracia, un abuso policiaco, un acto de corrupción provocan una reacción de rabia y enojo insoportable.
Que tomen nota los responsables de provocar los incendios, porque pueden terminar quemados