Ataque a la clase media
El Presidente Andrés Manuel López Obrador decidió que la clase media es otro de sus enemigos, sobre todo aquella a la que le gusta “parecerse a los de arriba”.
Al tabasqueño le gusta la confrontación, avanza sobre tierra quemada, se formó en los tiempos en que la Oposición sólo podía existir bajo condiciones de guerra abierta y ahora que los ha derrotado a todos continúa con el traje de maniobras ceñido, quizá porque no tiene otro en el guardarropa.
El asunto es que la clase media, esa a la que ataca el Presidente, es simplemente una estación de pasada, una terminal intermedia entre la pobreza de la que todo mundo quiere escapar y de la riqueza a donde casi todo mundo quiere llegar.
La clase media ha sido durante mucho tiempo la clase más respetada en México, aquella que logró salir, gracias a sus propios medios, de la pobreza, y sigue luchando para, por lo menos, permanecer ahí.
Atacar a la clase media significa atacar a maestros, pequeños y medianos comerciantes, Ataque a la clase media de todo tipo, militares, políticos, intelectuales, emprendedores y soñadores.
En pocas palabras, significa pelearse con la mitad del País, muchos de ellos seguidores de Morena y por tanto del Presidente.
López Obrador pensará que solo ataca a la clase media “sin escrúpulos” ni “moral”, dos elementos subjetivos que sólo puede valorar el que califica, así que sería muy difícil saber si somos o no, blanco de sus críticas.
El asunto es que la definición de “pueblo”, aquellos a los que defiende el Presidente, cada vez es más pequeña, como una religión que pierde seguidores cada semana.
El problema es que si sigue así, al final de su administración, López Obrador habrá terminado enfadado consigo mismo, porque si hay alguien que se podría definir como parte de la clase media de este País es a él mismo, porque pobre no es y difícilmente le gustaría ser parte de los “fifís”.