Abrir el diálogo
En una democracia, es verdad que lo que impera son las decisiones que toman la mayoría. Y eso está bien. Pero también es necesario que las minorías sean escuchadas, porque también, sus opiniones son válidas y cuentan.
Y quien adopte una política en ese sentido puede ser más demócrata de lo que dice ser. Por eso, la urgencia de que en el País haya una mayor disposición al diálogo, pues eso seguro permitiría encontrar mejores soluciones a los retos que se enfrentan.
Y aunque a veces pareciera que hay quienes aspiran a que todos caminen con sus ideas en un mismo sentido, eso no es la representación de una democracia como la que México dice ser. Al País le conviene más que haya otras voces, otras ideas, otras iniciativas y otras propuestas, para valorarlas e incorporar lo que sea útil.
Como en el caso de la violencia que se presenta y padece no sólo Sinaloa, sino también Querétaro o Guerrero o Guanajuato o Chiapas, por ejemplo, que han estado presentando hechos del crimen organizado que afecta a la sociedad entera.
Y cada entidad tiene sus particularidades y sus diferencias, y es en estas donde se requiere atender de manera específica para atender las causas y efectos que la violencia está dejando a su paso.
Desde el Gobierno federal, o en su caso de los estatales, como Sinaloa, deberá permitirse una mayor participación de los diferentes sectores para que un problema muy específico que ha tenido repercusiones en la vida de la sociedad, pueda encontrar soluciones que convenza a todos.
Y eso, la apertura a las ideas y propuestas diferentes, habla también de una madurez democrática que el País y Sinaloa necesita.
La sociedad en este momento reclama soluciones a los hechos de violencia que enfrenta y se requiere de autoridades dispuestas al diálogo para que entre todos, el camino elegido sea el que lleve a la paz, pero una más duradera.