Entre la ambivalencia de los sucesos, así es el periodismo
Si algo aprendemos en el periodismo es a lidiar con la ambivalencia, con lo agridulce, con los sentimientos encontrados, con saltar de un tema positivo a uno negativo en cuestión de segundos... finalmente somos solo un reflejo de la realidad y así es tal, con altibajos, con claroscuros, con muchos grises y pocos blanco o negro.
Esta semana lo sentimos al 100 por ciento, pues las temáticas se fueron a los extremos en muchos aspectos.
Tuvimos, por ejemplo, notas positivas con alta lectoría, pero también algunas trágicas, fuertes y de esas que duelen.
Para efectos de este artículo queremos destacar primero las positivas, sobre todo porque precisamente esas notas fueron de lo más leído en la semana.
Fueron tres las que destacaron:
El día 19 publicamos “Nueva variedad de maíz azul lleva el nombre de la chef mazatleca Zahie Téllez”.
El día 21 se subió al sitio de Noroeste la nota titulada: “Alumnas de Prepa Vasconcelos ganan oro en Túnez”.
Y el 23 de marzo se publicó “Es la Inge Citlali Peraza, de Concordia, la primera mujer en dirigir un organismo de la Conagua”.
Las tres se publicaron al día siguiente en el ejemplar impreso, por supuesto, y desde que se subieron al sitio tuvieron mucho movimiento en redes sociales, se compartieron infinidad de ocasiones por los cibernautas y su vista y lectoría fue muy alta durante varios días, llegando a las más leídas de la semana y las que más generaron interacción.
Ya en anteriores artículos de este espacio hemos comentado que destacar no solo información positiva, sino exaltar la identidad, el talento y el orgullo sinaloense, es una de nuestras prioridades.
Sobre todo porque en medio de tantas noticias negativas, tristes, trágicas, es nuestra obligación equilibrar esa visión destacando lo que también ocurre en el aspecto positivo.
De hecho, y también ya lo hemos señalado, en nuestro Manual de Estilo se precisa entre nuestros lineamientos básicos contenidos en el Decálogo Noroeste: “Publicar información positiva y útil a la comunidad para contribuir con ello a que ésta y sus individuos tomen mejores decisiones”.
Y viendo la lectoría y los comentarios en redes que este tipo de notas genera cuando las publicamos solo podemos ratificar que es de interés y gusto de los lectores, además que estamos convencidos de que no podemos ser solo transmisores de noticias de desesperanza, sino de casos de éxito y orgullo.
Desgraciadamente y hablando de desesperanza y notas negativas, esta semana también destacó la situación que viven las familias jornaleras en los campos agrícolas del estado, por lo que tuvimos que enfocar baterías hacia ese punto del estado donde se registraron muertes y enfermos entre los pequeños hijos de los trabajadores agrícolas.
Un tema que ya ha sido tocado en diferentes ocasiones por Noroeste y que seguramente seguirá dando qué leer y qué reflexionar en los próximos días, pero sobre todo, deseamos, que se abra un campo de esperanza para dichos trabajadores, ese es y será el objetivo de nuestras publicaciones.
Regaño admitido
Otra vez tuvimos que enfrentar el justo regaño de una de nuestras suscriptoras de Culiacán, quien con toda razón nos sigue cuestionando el uso de palabras altisonantes en algunos de nuestros artículos.
Y decimos justo regaño porque efectivamente no solo nos excedimos, sino incumplimos uno de los señalamientos contenidos en nuestro Manual de Estilo, que claramente nos señala que al escribir nuestra nota debemos: “Seleccionar palabras de uso y significado estándar -esto excluye palabras gastadas (clichés o términos de moda), ‘elegantes’ (palabras presuntuosas por ser de uso infrecuente) y vulgarismos (términos obscenos, impropios, excesivamente coloquiales o de caló)”.
Y nos marca como Regla de Oro: “Los periodistas de Noroeste no deben utilizar palabras o términos groseros en sus notas. Si una fuente, un documento o un cable incluye en sus declaraciones una palabra impropia, no se transcribirá completa, sino que se usarán puntos suspensivos para cortarla”.
Aunque el Manual de Estilo de Noroeste tiene varios años, y sabemos que el lenguaje evoluciona y que tal vez ahora algunas palabras altisonantes no solo son más usadas y aceptadas, sino que hasta se ha atenuado su impacto o significado, no hemos cambiado nuestras reglas. No debemos usar palabras altisonantes, sobre todo por la sencilla razón de que cuando son escritas, esas palabras son tomadas de acuerdo al contexto y sentir de quién las lee no de quién las escribe.
Nuestra suscriptora nos cuestionó por la columna institucional Malecón, en la que el 23 de marzo usamos la palabra chingona como una descripción, y siendo esta columna elaborada por nuestros reporteros y editores, no por colaboradores externos, con mayor razón debimos apegarnos al Manual de Estilo, sobre todo porque el uso de dicha palabra fue innecesario y se usó como un recurso fácil de redacción.
De nueva cuenta, y sí es un compromiso, no solo asumimos y aceptamos la llamada de atención, sino que nos ponemos más alerta en cuanto al uso del lenguaje para evitar estos deslices.
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