Viven en cuarterías sin ventanas y comparten baño con desconocidos
Las cuarterías de Juan José Ríos, en Guasave, son espacios en donde viven jornaleros migrantes en condiciones de hacinamiento: los servicios básicos fallan y duermen al ras del suelo
En el cuarto hace calor. Aunque el sol no entra, pues no hay ventanas, la falta de ventilación lo convierte en un espacio sofocante en el que se le tiene que exigir a la respiración un esfuerzo extraordinario para no ahogarse.
El cuarto es principalmente de madera y lámina de aluminio, pero también hay pedazos de pared que son de bolsa de basura y de costal usado.
Son seis metros cuadrados y funcionan como habitación y cocina. Aquí viven Fabián y sus dos hermanos.
El baño es compartido, tanto el inodoro como la ducha son comunes para toda la cuartería.
El espacio en donde vive Fabián tiene otros nueve cuartos en los que viven en promedio dos personas en cada uno, pero hay quienes no alcanzaron cuartos y viven en casas de campaña en el mismo complejo.
Fabián viajó con un grupo de hombres desde su hogar en la sierra de Chihuahua pues le fue ofrecida la oportunidad de un trabajo en Sinaloa. Así llegó con sus hermanos a la comunidad de Juan José Ríos hace ya seis meses.
Ahora Fabián recoge papa en jornadas de sol a sol, pues el sueldo depende de la cantidad de arpillas armadas y entregadas, cada una se paga en 8 pesos. Un buen día de trabajo se pueden ganar hasta 80 pesos.
Noroeste: ¿De dónde vienes?
Fabián: ¿Yo?
Sí.
De Chihuahua.
¿Cuándo llegaste?
No sé qué mes era, no me acuerdo. Pero ya son seis meses.
Fabián tiene luz eléctrica con la que enciende el foco que ilumina todo el cuarto y que tiene que estar encendido todo el día para luchar pobremente con la oscuridad del cubo de paredes hechizas.
Tiene agua potable, pero esta viene y va, y para poder asearse la almacena en cubetas sin tapadera que coloca a un lado del lugar en el que duerme. Tiene un lugar dónde dormir, es un colchón que está sobre el piso y tiene dos cobijas que comparte con sus dos hermanos. Todos duermen juntos.
Fabián no sabía que el sábado una bebé murió en el mismo espacio habitacional en el que él vive, tampoco entendía porqué había médicos y funcionarios estatales interesados en hablar con él.
El 18 de marzo, una bebé de 9 meses, que vivía con sus padres en un cuarto idéntico al de Fabián, murió tras presentar problemas estomacales. Debido a ello, la autoridad estatal visitó la cuartería el 20 de marzo y la suspendió para realizar revisiones sanitarias.
El martes, el cuerpo de una menor de 4 años fue encontrado abandonado en un dren a menos de un kilómetro de la vivienda de Fabián. De acuerdo a la Fiscalía General, la niña habría muerto por una infección respiratoria, pero nadie explica quién la enterró ni nadie ha reclamado su cuerpo.
Fabián ignoraba que vivir en las condiciones en las que él vive es peligroso, hasta que le explicó un médico la razón por la que él también ha presentado síntomas de infección respiratoria.
JUAN JOSÉ RÍOS, CUARTERÍAS Y DRENAJE
En la comunidad de Juan José Ríos, la principal fuente económica es la agricultura, el poblado está rodeado de parcelas, complejos agrícolas y empaques.
Durante todo el año la zona recibe a migrantes de otros estados que buscan trabajar en el campo, sembrando, cosechando o empacando diversos productos agrícolas.
La necesidad de estas personas de una vivienda temporal en épocas específicas del año es cubierta por los patrones que les contratan y forma parte de las prestaciones que les ofrecen para migrar a Sinaloa.
Al no contar todos los campos agrícolas con infraestructura para darles vivienda a los trabajadores, particulares que viven en Juan José Ríos han habilitado sus terrenos para rentarlos a las empresas como espacios habitacionales. A estos espacios se les conoce como cuarterías.
Algunas cuarterías eran bodegas, otras talleres mecánicos, y otras se encuentran en los patios traseros de los propietarios.
Las cuarterías carecen de las condiciones básicas de higiene, que complican la salud de los habitantes debido al hacinamiento.
“Hay unos que tenían temas de agua potable, otros sanitarios. Se está identificando y analizando las zonas en las que se pueda hacer una mejora. El tema de aseo general, estamos revisando la parte física en general pero también estamos revisando a las personas”, mencionó Roy Navarrete Cuevas, titular de Protección Civil en Sinaloa.
“Siempre estaremos atentos al llamado con los propietarios para que garanticen la vivienda, pero también la salud de las personas”.
Además de la problemática particular que se registra en las cuarterías, el poblado de Juan José Ríos carece de un servicio óptimo de drenaje público.
“Nosotros lo que tenemos que hacer es dar los servicios de calidad, que haya agua potable, que haya alcantarillado. En Juan José Ríos tenemos un problema de drenaje muy complicado, no sirve nada del drenaje, está completamente colapsado”, admitió el titular de la Secretaría de Obras Públicas, José Luis Zavala Cabanillas.
Hace una semana el Gobierno de Sinaloa comenzó a atender la problemática de la falta de drenaje en el pueblo, licitando la rehabilitación del cárcamo de aguas negras, que podría costarle al Estado 6 millones de pesos.
Sin embargo, habilitar el drenaje por completo representará 18 millones de pesos, destacó Zavala Cabanillas.
“Ya tenemos ubicado el problema desde hace tiempo”, dijo.
En 2021, el Congreso de Sinaloa aprobó convertir la Sindicatura de Juan José Ríos en un municipio, pues encontraron los suficientes elementos para su identidad política. El municipio estará compuesto por la zona del Cerro Cabezón, comunidades de El Fuerte y Ahome que colindan con Juan José Ríos.
La cabecera municipal será este poblado que no cuenta con drenaje. El Municipio de Juan José Ríos empezará a funcionar con todos los efectos legales correspondientes el día primero de noviembre del año 2024.
SIN ATENCIÓN MÉDICA
Verónica dejó de ir al médico hace varios años pues no hay tiempo entre jornadas laborales y el cuidado de los hijos.
Ella tiene 18 años de edad y un hijo de 3 años, pero también cuida a su sobrina de 7 meses de edad mientras su cuñada trabaja en el campo, con quién se turna el cuidado de los niños para también ganar unos pesos.
Mateo, su hijo, hace días que se rehúsa a comer algo.
“Mi hijo no quiere comer a veces, esa es la problema, la única. No quiere comer pero sí le mando a comer. Noma’ una tortilla en la mañana”, dice Verónica.
Ella también se ha sentido mal, pero no se ha atendido.
“A veces me duele la panza, ahorita tengo diarrea”, comenta.
Su jefa le vende pastillas cuando se siente mal, pero no la lleva a un centro de atención médica.
“Le digo a la patrona que me dé pastillas, y ya me la da y me curo. Ella me vende las pastillas”, señala.
Verónica tiene dos años viviendo en Juan José Ríos, y una vez al año ‘sube’ a su pueblo en Chihuahua, pues visitar a sus padres representa un viaje de 10 horas desde Guasave hasta Pito Real.