Murió Orlando bajo custodia de las autoridades migratorias
Familiares de Orlando José Maldonado Pérez, migrante fallecido en el incendio de la estación migratoria en Ciudad Juárez, reclaman su muerte. ‘Nadie merece morir de esa manera’
CIUDAD JUÁREZ._ Su familia lo llamaba Nando y creció en San Cristóbal, Venezuela. Con 26 años se vio obligado a migrar por la situación económica de su país, primero se dirigió a Panamá y luego, de ahí, hasta esta frontera de México con Estados Unidos.
Orlando José Maldonado Pérez es uno de los 39 migrantes fallecidos durante el incendio del 27 de marzo en la estación del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez. El venezolano murió bajo custodia de las autoridades migratorias mexicanas, quienes dejaron a los migrantes encerrados pese al incendio en sus instalaciones.
Desde que conocieron que Orlando murió en el incendio de la estación migratoria,
sus padres y hermana le lloran desde Venezuela, su esposa e hijo lo hacen desde Panamá y otros familiares desde Chile, Argentina, España y Estados Unidos a donde también han migrado.
“Estamos destrozados por la forma tan inhumana y tan injusta en la que murió mi hermano. No solo él si no (personas de) todas las nacionalidades que murieron. Nadie merece morir de esa manera. Ellos se fueron en busca de un futuro, de un sueño”, afirmó Mileivy Maldonado, hermana de Orlando, entrevistada vía telefónica desde el estado de Táchira, al oeste de Venezuela, donde vive con sus padres.
Su esposa, Daniela Orozco dijo que durante muchos meses Orlando fue de frontera en frontera y de país en país tratando de lograr su sueño: llegar cruzar a Estados Unidos, trabajar y sacar adelante a su niño.
“Él tiene a su hermano allá. Tenía la ilusión de verlo y de ir a probar cómo se verían las cosas allá y podría conseguir empleo. Realmente quería saber si Estados Unidos era como lo pintaban”.
Su sueño se truncó. Ahora su cuerpo está en la morgue y sus familiares a la espera de información que les dé certeza de lo que le ocurrió.
Las respuestas que reciben por parte de las autoridades consulares de Venezuela y México han sido pocas, dijo su hermana.
Los últimos tres días han sido de gran angustia e incertidumbre para Mileivy y sus padres al enterarse de que el nombre de Orlando aparecía en la lista de fallecidos y lesionados por el incendio en la estación migratoria del Instituto Nacional de Migración que difundieron medios de comunicación.
Han sido los amigos de Orlando, algunos que viajaron con él desde Panamá, quienes acudieron al Servicio Médico Forense (Semefo) a buscar la identificación de su cuerpo; sin embargo, ahí les informaron inicialmente que no estaba en las listas oficiales de las víctimas, dejándolos desconcertados. En la Fiscalía General del Estado tampoco consiguieron información concisa, pues solo les decían que buscaran en los hospitales de la ciudad.
Esto sólo ha causado más pesar en la familia, pues sin tener la certeza de que su cuerpo ha sido identificado dudan de la muerta de Orlando.
“La única información que tenemos de que está muerto es por la lista que saco el Gobierno de México”, dijo la venezolana. “Nosotros estamos lejos. No podemos ir a buscarlo. No podemos estar con él. No sabemos dónde está, quien lo tiene. Estamos a miles de kilómetros.”
La mujer detalla que se puso en contacto con la Embajada de México en Venezuela. Al devolverle la llamada le solicitaron documentación tanto de su hermano como su padre, fotografías de Orlando y rasgos físicos como tatuajes y cicatrices que pudieran ser útiles para identificarlo.
También llegó a hacer contacto con la Embajada de Venezuela en México. La autoridad simplemente le informó que trabajaban en el caso de su hermano.
“Estamos aquí de brazos cruzados esperando que el gobierno de México, que el gobierno de Venezuela o alguna autoridad se comunique con nosotros para darnos una información. ¿Qué más podemos hacer?”
La muerte de Orlando fue confirmada a través de un comunicado oficial de la Secretaría de Gobernación de México en la que su nombre aparece en el listado de las 39 personas fallecidas.
El proceso se ha llevado con la ayuda de cuatro amigos que como Maldonado dejaron Venezuela y que han viajado juntos. Entre los documentos que la familia hizo llegar a la Fiscalía General de la República se encuentran copias de las cédulas de identidad de sus padres y una carta en la que autorizan a una de sus amigas en Ciudad Juárez para identificar a Orlando.
DETENIDO POR MIGRACIÓN EN UN CRUCERO
Orlando llegó a la estación migratoria tras haber sido detenido por autoridades de migración en la calle Heroico Colegio Militar a la una de la tarde, relató Katiuska Márquez, amiga que se identifica como su hermana por la estrecha relación que tienen y que también fue retenida durante esas acciones.
La tarde del 27 de marzo, personal del INM, acompañados de funcionarios del Gobierno de Juárez, realizaron un operativo que tenía como objetivo retirar a las personas migrantes de las calles y resguardar a niños y niñas, de acuerdo con declaraciones de agentes migratorios.
“Andábamos en operativos en las calles” dijo Jesús Ignacio Molina Leyva, agente del INM durante una conferencia de prensa que ofrecieron el jueves en defensa de tres de sus compañeros.
Aseguró que lo hicieron acompañados por funcionarios de la policía municipal, de derechos humanos del Municipio y del DIF municipal, “andabamos escoltados por ellos”.
Durante la una conferencia de prensa sobre la tragedia, la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, mencionó la tarde de este miércoles que el operativo se realizó a raíz de que presuntamente hubo quejas ciudadanas por personas migrantes que agredían al exigir dinero en los cruceros.
En esos operativos fue detenido Orlando y otros migrantes con quien realizó la travesía hasta esta frontera: Katiuska, su esposo Abel Ortega Ovieda y sus hijos de 2 y 4 años. Juntos salieron a las calles para solicitar apoyo económico a los automovilistas.
Todos fueron detenidos por los agentes de migración, pero cerca de las cuatro de la tarde, Katiuska y Ortega fueron liberados de la estación junto con sus dos hijos. Orlando permaneció adentro aún bajo custodia.
“Cuando me separan de él yo lo veo por una ventana y le digo que lo voy a esperar. En la mañana cuando me paro y veo la noticia, nunca me imagine qué podría haber muerto de esta forma”, dijo la venezolana de 23 años.
Ahora ella, Ortega y su prima Daniela Márquez permanecen frente a la estación migratoria de la tragedia para exigir justicia para Maldonado.
Daniela lleva en su pecho una fotografía de Orlando pues quiere alzar la voz por él y todos aquellos que se vieron afectados por el incendio.
Ella recuerda que en días anteriores Orlando se acercó a talleres mecánicos de la zona centro de la ciudad solicitando empleo, pero no encontró algún negocio que tuviera posiciones abiertas para contratarlo.
“Murió un hombre bueno. Un hombre que tenía planes. Tenía una mamá y una familia en Venezuela que lo esperaban de brazos abiertos y ahora lo tienen que esperar en una cajita de puras cenizas por la negligencia de migración”, dijo Daniela.
Durante la conferencia de prensa del pasado miércoles la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana informó que el INM se encargaría de los retornos de los cuerpos y movilización de los migrantes y sus familiares.
Es la Secretaría de Relaciones Exteriores quien se coordina con las cancillerías de Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, El Salvador y Venezuela para identificar y trasladar los cuerpos a los países de origen.
“Lo mínimo que pueden hacer es entregarnos a nuestro hermano. Nosotros queremos una sepultura digna y justa”, dijo Mileivy.
“Dicen que murieron quemados, otros que murieron asfixiados. Nosotros queremos saber en qué estado está el cuerpo de mi hermano para ver cómo se puede traer a Venezuela”, dice la mujer.
Orlando salió de Venezuela en el 2017 junto con su esposa Daniela Orozco, migraron a Panamá donde nació su hijo Julián. Ahí vivieron por tres años, en donde Orlando trabajó como mecánico y en construcción.
En el 2020 la pareja regresó a Venezuela por un periodo que esperaban fuera corto, pero la pandemia los forzó a quedarse de nuevo en su país de origen. Fue en octubre del 2022 que volvieron a Panamá, pero Orlando no deseaba quedarse en este país.
“Yo me quise establecer acá en Panamá, sin embargo, Orlando insistió que él quería seguir a Estados Unidos”, dijo Orozco.
Orlando dejó Panamá hace dos meses y llegó a Ciudad Juárez la semana pasada. El último contacto que su pareja tuvo con Orlando fue el domingo que a través de mensajes le notificó que ya había llegado a Ciudad Juárez.
Orozco imaginó que no se comunicaba porque él ya había cruzado a Estados Unidos. Fue un amigo de Venezuela quien le informó del incendio en la estación migratoria en Ciudad Juárez y que Orlando estaba identificado como uno de los que estuvieron en detención esa noche.
“Fue bastante impactante y no hay palabras para describir el dolor tan intenso de ver a mi hijo y pensar que perdió a su papá. Obviamente no es algo para lo que alguien este preparado” dijo Orozco. “La respuesta fue negarme porque nadie se hace esa idea. Al leer la lista y ver las publicaciones estaba tratando de asimilar la idea”.
El joven venezolano también había mantenido contacto con sus familiares en Venezuela y en Chile a quienes mandaba su ubicación e imágenes de algunas de las comidas que compartió con sus compañeros de viaje y los cruceros en los que llegó a vender caramelos para pagar un cuarto de hotel y alimentos.
“No teníamos conocimiento de que él estuviera en ese centro de migrantes”, dijo su prima Génesis Chacón también originaria de Venezuela y que ahora vive en Chile.
Chacón no imaginó qué Orlando pudiera haber sido uno de las afectados. La noticia que derrumbó sus esperanzas de que fuera uno de los sobrevivientes de esa tragedia les llegó de la Cancillería de Venezuela, autoridad que les informó que Orlando era uno de los fallecidos.
Chacón tuvo contacto por última vez con Orlando el 25 de marzo. Durante esta conversación, su primo le dijo que había llegado bien a la frontera y que ella y sus padres estuvieran tranquilos. Ahora Orlando debía ser paciente y lograr conseguir una cita para presentarse en un puerto de entrada a través de la aplicación CBP One.
“No se quería detener por nada. Él estaba muy emocionado y quería luchar por su hijo y lograr darle una mejor vida”, dijo Chacón quien tuvo contacto por última vez con Maldonado el 25 de marzo.
En redes sociales sus amigos y familiares lamentan su fallecimiento. A la distancia, su familia busca devolver a Nando a casa.
Una imagen muestra a Orlando mirando directamente a la cámara y sosteniendo la mano de su hijo. El pequeño sonríe con la mirada fija en algo fuera del plano y al fondo se aprecia decoraciones con temática futbolista y un pastel de cumpleaños.
“Se esforzó mucho. Mucho”, dijo Chacón. “Durante muchos meses fue de frontera en frontera y de país en país tratando de llegar a su sueño. Su idea era llegar, trabajar y sacar adelante a su niño”.
Sus amigos describen a Nando como un hombre con un corazón enorme que siempre tuvo una pasión por la mecánica. En Venezuela conducía un automóvil Chevrolet Corsa que finalmente vendió para financiar este viaje para llegar a los Estados Unidos. Su hermana lo describe como un guerrero que no se rindió y “llego a punta vendiendo caramelos”, dijo Maldonado.
“Mi hermanito era muy alegre y a dónde iba hacia muchos amigos y siempre fue así desde chico”.
Su objetivo era reunirse con su hermano que ya estaba en Miami, Florida y encontrar un empleo. Una vez que se asentara buscaría la manera de llevar a su esposa e hijo a Estados Unidos de forma regular.
Más que nada, a Orlando lo describen como un joven trabajador. En Táchira tenía una “bodeguita” o tienda de conveniencia en la que se vendían alimentos y productos de la canasta básica. Cuando no trabajaba en este negocio encontraba empleo como mecánicos o pintando casas, menciona su hermana.
“No murieron 39 migrantes”, dijo Mileivy. “Murieron 39 seres humanos que tenían derecho a la vida, que tenían papá, mamá, hijos, hermanos. Fueron emigrantes, pero también personas que tenían un sueño”.