El cambio climático en México obliga a miles al éxodo interno… y será peor, alertan académicos

SinEmbargo.MX
10 noviembre 2018

"El cambio climático se ha convertido en uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo al incrementar no sólo la presión medioambiental sino la social."

 Por ejemplo, los científicos prevén que aumenten la escasez de agua, la inseguridad alimentaria y los daños y pérdidas humanas por los fenómenos meteorológicos extremos, como las tormentas, inundaciones, ondas de calor y sequías.

El Grupo del Cambio Climático del Banco Mundial ha reconocido que esta realidad es un fuerte motor para migrar, y en México esos éxodos locales ya ocurren, particularmente en regiones cuyos recursos naturales han sido devastados y en donde sus poblaciones sufren sequías o, al contrario, fuertes inundaciones que las han dejado sin sus patrimonios y las ha obligado a ser migrantes en su propio país.

Ciudad de México, 10 de noviembre (SinEmbargo).- En 2011, Durango padeció de una de las peores sequías de su historia. Las autoridades locales afirmaron que no se había vivido un fenómeno similar desde 1923 y que más de 43 mil personas fueron afectadas.. A los 23 meses de sequía la situación era verdaderamente crítica, se desplomaron las cosechas de frijol y de maíz y murió un número incalculable de animales de la industria ganadera. Los mantos acuíferos comenzaron a secarse por lo que hubo problemas de suministro de agua, los cuales tuvieron que mitigarse con pipas y cisternas ofrecidas por la Comisión Estatal del Agua.

La gente del estado, ya con una fuerte tradición migratoria, comenzó a dirigirse a nuevos lugares en donde habitar. La mayoría se dirigió Estados Unidos, pero también se registraron movimientos al interior del territorio nacional. Tal fue el caso de las 34 colonias, con 8 mil habitantes, de menonitas asentadas en el estado que prefirieron ir en busca de nuevas oportunidades hacia Canadá, Campeche y Chihuahua. El Gobernador de las comunidades alemanas, Enrique Peter Klasse, explicó que, luego de 80 años de trabajo, los municipios de Nuevo Ideal y Santiago Papasquiaro habían quedado despoblados debido a la carencia de agua y a los altos costos que representaba la crianza de animales.

El fenómeno alertó a las autoridades locales que solicitaron ayuda federal. En marzo de 2012, la Sagarpa adelantó mil 648 millones pesos en conceptos de ayuda a ganaderos y agricultores afectados por las sequías. Por su parte, en ese mismo año, el Gobierno federal destinó 34 mil millones de pesos para enfrentar los efectos causados en todo el país, poniendo especial énfasis en 19 estados –entre los que se encontraba Durango– debido a su situación de emergencia. No obstante, los apoyos no fueron suficientes: las sequías siguen atemorizando a los pobladores del territorio nacional. El hecho se recrudeció por el avance del cambio climático que hoy, de acuerdo con especialistas, ya es uno de los principales resortes que impulsan la migración en México.

 

 

La situación no es exclusiva de nuestro país y mucho menos de los estados del norte. Inundaciones, sequías, calor extremo, escasez de agua y pérdida de fertilidad en los suelos están obligando cada vez más a miles de personas en el mundo a cambiar su lugar de residencia. Es por esto que en julio pasado, El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular expedido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció el cambio climático como una causa de migración forzosa, tanto debido al clima extremo como a los “efectos de larga aparición”, como es el caso de las sequías .

LA MIGRACIÓN Y EL CLIMA

El cambio climático se ha convertido en uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo por el aumento de las presiones medioambiental y social. Se tiene previsto que aumente la escasez de agua, la inseguridad alimentaria y los daños y pérdidas humanas por los fenómenos meteorológicos extremos como las tormentas, inundaciones, ondas de calor y sequías.

El Grupo del Cambio Climático del Banco Mundial (BM) ha reconocido que en la actualidad dicho hecho es un fuerte motor para migrar, sobre todo para las migraciones internas, es decir aquellas que se mantienen en las mismas regiones o países. De acuerdo con sus estimaciones para 2050 en sólo tres regiones en el mundo –África del Sur, Asia Meridional y América Latina– el clima obligará a más de 143 millones de personas a cambiar su lugar de residencia en su propio país.

En un estudio realizado por la organización Greenpeace México se explica que existen varios factores interrelacionados que incidirán en la respuesta de la población ante los efectos del cambio climático. Entre ellos se señalan la sequía y la falta de agua que disminuyen la fertilidad natural del suelo y, por lo tanto, de la capacidad de producir alimentos; la elevación del nivel del mar que obliga a las poblaciones a mudarse a zonas más altas, calculadas como de menor riesgo, y las modificaciones imprevistas en los sistemas ambientales de los ecosistemas planetarios.

La distribución desigual de los recursos determinará el modo en que se ubicará la población, por lo que las poblaciones pobres podrían resultar las más afectadas ante la toma de decisiones políticas que podrían favorecer la mitigación en los centros urbanos donde suelen concentrarse el capital económico, político y social. Así lo afirma el doctor Boris Graizbord, coordinador del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente (LEAD- México) de El Colegio de México (Colmex).

El investigador confirma que las afectaciones serán distintas para el espacio urbano y rural, debido a que las grandes ciudades habrá mayor disposición para crear infraestructura que mitigue el problema.

De acuerdo con la Water Poverty Iniatitive, las personas más susceptibles a migrar por los efectos del cambio climático serán aquellas cuyas formas de vida se ven continuamente afectadas por sequías o inundaciones; aquellas personas cuyos requerimientos de agua tienen que satisfacerse a costa de una inversión en tiempo e ingresos superior al valor de lo consumido; aquellas cuya forma de vida depende la agricultura de subsistencia; las personas cuya fuente de abastecimiento seguro de agua se encuentra a más de 1 km de distancia de sus hogares; los que se abastecen de fuentes de agua superficial y no pueden acceder a ellos por problemas de infraestructura o manejo inadecuado del recurso; los que viven en zonas de alto nivel de enfermedades provocadas por el agua y las que tienen como fuente del recurso un área contaminada bacteriológicamente o químicamente.

En la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, realizada en Cancún en 2010, se determinó que durante los próximos 20 años todos los países del mundo, incluyendo todos los de América Latina, estarían expuestos a los cambio de clima como resultado del calentamiento global. Para México se proyectó que para el 2030 este se convertiría en un Estado muy vulnerable ante los cambios.

MOVIMIENTOS POBLACIONALES EN MÉXICO

La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, organización no lucrativa que discute sobre la importancia de la ciencia en México, ha alertado que “la mayor presión debida al cambio climático será sobre la disponibilidad de agua, lo que aumentará lo que aumentará la vulnerabilidad de las zonas áridas y semi-áridas, y las de agricultura de temporal, además de las zonas costeras y bajas. Además de ciclones y huracanes, los principales riesgos de desastres son las inundaciones y deslaves (centro, sureste y Golfo) y las sequías (norte y noroeste)”.

Por otro lado, investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han elevado diversos escenarios y proyectan que la temperatura media para finales del presente siglo podría aumentar entre 1 y 4 centígrados, siendo el mayor calentamiento en el norte y noroeste de México. En el caso de la precipitación prevén reducciones de entre 6 y 11 por ciento en el mismo período.

Asimismo, las predicciones para 2025 destacan que los estados más vulnerables ante el cambio climático serán: Chihuahua, Tamaulipas, Jalisco y el Estado de México. Para las demarcaciones de Chihuahua, Estado de México y Jalisco también se estiman crecimientos poblacionales y por lo tanto incrementos en la demanda de agua.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha reconocido ya que la relación entre cambio climático y las migraciones es un objeto de estudio clave para nuestro país. Junto a la pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades y trabajo, y los problemas de inseguridad; las afectaciones ambientales se han convertido en un motivo para la migración interna.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo), las comunidades urbanas son las que concentran la mayor parte de los migrantes internos recientes, aunque ha habido una disminución en el flujo, pasando de de representar 77.3 en 1995-2000 a 73.7 por ciento en 2005-2010. Los sitios de destino que cuentan con un porcentaje de migrantes superior al nacional (73.7 por ciento) son la Ciudad de México –que en el mismo periodo contó con un porcentaje de 98.7–, seguido por Quintana Roo, con 90.6, y Tamaulipas, con 89.8.

Al considerar el origen destaca que el entonces Distrito Federal (51.8 por ciento de su población), Zacatecas (38.6 por ciento ) y Durango (30.9 por ciento) fueron las entidades que expulsaron un mayor porcentaje de población en 2000. Para 2010, estas tres entidades se mantienen con porcentajes 58.8, 34.4 y 28.2, respectivamente. San Luis Potosí, Oaxaca, Hidalgo, Sinaloa, Michoacán, Veracruz, Guerrero, Tlaxcala y Colima son los otros nueve estados que rebasan la media nacional de emigración que se ubica en el 17.6 por ciento.

Elizabeth Deheza, investigadora del Instituto de Servicios Reales Unidos (RUSI, por sus siglas en inglés), expuso que los sitios de recepción de migrantes inducidos por el clima son vulnerables a tener una sobrepoblación, lo que deriva en la escasez de recursos que conllevan a conflictos sociales.

Por el lado de los recursos, la investigación “Las dimensiones ambientales de la emigración desde el área rural de México”, presentada en 2011 por Shenna Murray y Fernando Riosmena, académicos de la estadounidense Universidad de Colorado en Boulder, encontró que “los hogares sujetos a condiciones de sequía son mucho más proclives de enviar un emigrante en comparación con aquellos sujetos a condiciones húmedas”.

El dato se cruza con el ofrecido por el Benjamín Martínez, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, quien realizó una valoración en la que se determinó que “en términos de migración neta, un ascenso en la temperatura media anual de 1°C deriva en un aumento de la probabilidad de migrar de 0.0008, con un aumento en la probabilidad de migración interna de 0.00147”.

Lo anterior, explica, podría representar un un flujo de migración de entre 176 mil 400 y 470 mil 400 personas que migran internamente al finalizar el presente siglo como resultado directo sólo del aumento en temperatura”.

Aunque existen investigación académicas muy concisas sobre este conflicto social y ambiental, las cifras oficiales –que tampoco se encuentran actualizadas– no han considerado aún los factores ambientales como una causa reconocida para migrar.