Van 100 avistamientos de ballenas en un mes en Mazatlán

Fernanda González
14 enero 2018

"Viven turistas la intensidad del avistamiento de grupo de ballenas jorobadas frente a Mazatlán"

De esa inmensidad que es el Océano Pacífico, un inesperado “chorro” de agua brota del mar...

Los ocupantes de la embarcación se sorprenden, y al mismo tiempo se preparan para un espectáculo que jamás olvidarán. 

Las sonrisas afloran cuando aparece el lomo de una ballena jorobada y completa la “faena” de saltar y sumergirse de nuevo.

Esa postal se inmortaliza con los teléfonos celulares.

Esto ha sido posible gracias a Onca Exploraciones, que dirige el oceanólogo mazatleco Óscar Guzón Zataráin, dedicado desde hace más de una década al estudio de estos mamíferos marinos.

Además de la ballena jorobada, se pudieron observar lobos marinos, delfines y aves.

“Son animales muy grandes, miden hasta 16 metros y llegan a pesar hasta 40 toneladas”, explica Guzón Zataráin.

Antes de observarlos, los visitantes escucharon el canto de un grupo de ballenas jorobadas a través de un hidrófono, técnica que utilizan para cortejar.

Y al menos nueve cetáceos distintos fueron observados durante la expedición, de diferentes tamaños, a 4 millas náuticas de la costa del puerto.

Los cetáceos exhalaban imponentes, salían y volvían a sumergirse. Iban en parejas, en grupos de tres o solos.

Los tripulantes de las dos embarcaciones de Onca Exploraciones presenciaron un espectáculo marino que les emocionó, incluso algunos lloraron de felicidad.

Durante cuatro meses, de diciembre a marzo, el avistamiento de ballenas jorobadas se puede apreciar en el Océano Pacífico y en el Mar de Cortés, luego del recorrido que emprenden desde las costas de Alaska y Canadá.

Y Mazatlán está en la ruta migratoria de las ballenas jorobadas, que comprende además el Mar de Cortés, las costas de Nayarit, Jalisco, Colima, Guerrero, Michoacán y Chiapas.

Las ballenas jorobadas que llegan a Mazatlán son parte de una población de hasta 8 mil ejemplares que se extiende por más de 20 sitios de alimentación distintos en dicha ruta por el Océano Pacífico.

 

Las amenazas reales

Las ballenas, comparte el oceanólogo, tienen tres amenazas: redes de pesca, deterioro de su hábitat, afectado por actividades humanas, además del tráfico marítimo y el ruido marino.

“El impacto de estas amenazas todavía no está bien calculado, aunque en el caso de las ballenas enmalladas, se estima que al año en México estamos teniendo más de 20 registros de ballenas enmalladas”, explica.

“Y cada año hay más tráfico marítimo, de mayor calado, y las ballenas pueden chocar con embarcaciones grandes, aunque en particular la ballena jorobada no es tan vulnerable, sin embargo, sí se han registrado cerca de puertos grandes, y Mazatlán y Manzanillo son puertos grandes”, añade.

 

Regular la actividad

Y para conservar estos espectáculos de la naturaleza, Guzón Zataráin propone a las autoridades que esta actividad se regularice, pues hay gente que ofrece estos recorridos sin tener la capacitación adecuada, lo que puede afectar los avistamientos.

“Hemos visto una mayor oferta para la observación de ballenas en Mazatlán, y cualquier prestador de servicio turístico que quiera llevar a la gente a ver ballenas, tiene que contar un con una autorización de la Semarnat para hacerlo”, dice.

Mazatlán es reconocido como zona de observación de ballenas, gracias a la iniciativa de Onca Exploraciones.

Y aunque la Norma Oficial Mexicana 051 está en función, aún son muchas las personas que lo desconocen y se aventuran a ofrecer este atractivo turístico, sin seguir los lineamientos.