Un pequeño museo, el altar para padre de Aline
Jesús Ernesto fue abogado, comerciante y miembro del Club de Leones, miembro de los masones, amante del deporte, los viajes y la fotografía y como tal, Aline, su hija ha decidido homenajearlo con ofrendas
MAZATLÁN._ Cacahuates, papas fritas, mazapanes, chocolates edulcorados, algunas bebidas, un maletín, reconocimientos, trofeos, una caja registradora y varios artículos más son colocados por Aline con mucho amor, como parte de la ofrenda que cada año desde el 2019, tratando de prepararse para la visita de su padre en el Día de los Muertos.
“Son cosas muy simbólicas,... teníamos nosotros un negocio ahí abajo y la casa registradora más vieja que te imaginas, siempre estaba en las temporadas de venta fuerte, el estaba ahí en la caja y hay veces que le decía bromeando ‘papá préstame’ y me decía ‘no, no, hazte para allá’ y no se movía de la caja”, platicó Aline.
En el altar, más que cuidar los elementos que por tradición se colocan, lo que Aline ha procurado es crear un pequeño museo de todo aquello que en vida fue importante para su padre, Jesús Ernesto Torrero.
El señor Jesús Ernesto, fue abogado, comerciante, miembro del Club de Leones, de los masones, coach de fútbol americano, esposo de la señora María del Rosario González Appleton durante 50 años, un padre y un abuelo excepcional, amante del deporte, los viajes y la fotografía y como tal su hija ha decidido representarlo.
“La chamarra esa que tú ves, no se la quitaba, ‘ay apá, cuando te mueras te voy a echar con todo y la caja registradora y la chamarra a la tumba’, le decía yo y mira,... la chamarra la quiero mandar a hacer un osito”, recordó.
“Él por muchos años fue corredor, fue deportista, fue entrenador de fútbol americano, fue coach y los trofeos, los reconocimientos, los cascos, también se los puse,... él era abogado, por eso está ahí el cuadro de la justicia; era masón, también por eso todos sus reconocimientos, sus arreos, coleccionaba búhos”, dijo, describiendo cada detalle en ese espacio.
Aline mencionó que una de las partes que más recuerda es el legado de altruismo que su padre le inculcó y que hasta la fecha ha mantenido, recordó aquellos viajes en familia en donde su pasión por la fotografía lo excluyó de varias de ellas en las que prefirió tomar la foto que aparecer en ellas.
La familia Torrero González se dedicó a la venta de juguetes por mucho tiempo, por lo que las fechas decembrinas no les permitían organizar cenas familiares. Se dedicaban a trabajar, razón por la que Aline lamentó que el 24 de diciembre que decidió organizar una cena falleciera su papá.
“Nosotros nunca tuvimos una cena de Navidad y no la extrañaba porque no la tenía, siempre me ponían los juguetes en el carro y era estar trabajando toda la vida, fue triste que cuando quise hacer la primera cena de Navidad se nos fue”.
Fotos de amigos siempre estuvieron presentes en estas fechas, pero nunca la foto de una persona tan querida y tan cercana para ella, motivo por el cual desde que su papá falleció decidió rendirle homenaje con un altar en donde pudiera representarlo.
“Cuando acabe, me senté y de verdad pedía ver algo que llegara, como que esa ilusión, dormí buen rato y fue una sensación de mucha tranquilidad esa primera vez que yo le decoré así”, confesó.
Ahora ella, pone un camino de palmas y prepara los guisos favoritos de su padre, para la velada del Día de Muertos él los visité y como familia poder sentir todavía esa presencia, si bien ya no de manera física, si en espíritu.