Sorprende la Navidad a doña Sebastiana y a su hijo; reciben despensa
Cruzando cerros y calles sin pavimentar, Noroeste llegó una vez más hasta la puerta de la casa de esta señora de 92 años de edad y le hizo entrega de la despensa bien surtida, gracias a la ayuda de lectores anónimos
MAZATLÁN._ La Navidad sorprendió a doña Sebastiana y a su hijo Victoriano este domingo para que tengan una rica cena de Noche Buena y de Navidad. Hasta la puerta de su casa Noroeste le llevó una despensa bien surtida y apoyo económico, gracias a la ayuda de lectores anónimos y al profesor Arturo Santamaría Gómez.
Carteras de carne para asar, carne desebrada, pollos, tiras de pescado, carteras grandes de huevo, cartones de leche, puré, papel higiénico, harina, lentejas, jabón para lavar, jabón para bañarse, champú, azúcar, sal, cereal, arroz, frijol en bolsas, frijoles en lata, sopas, pañales para adulto, chocomilk, aceite para cocinar, zanahoria, plátanos, cebolla, chile, galletas, pan blanco y latas de atún.
Subiendo cerros y cruzando calles sin pavimentar y llena de lodo, Noroeste sorprendió a doña Sebastiana en su casa mientras descansaba en un viejo colchón, junto a uno de sus nietos. Le entregó la gran despensa, gracias al apoyo de lectores anónimos y a la venta del libro La vida cotidiana de Fran”, obra literaria que fue escrita por Santamaría Gómez y su hija Alessandra.
Al ver la despensa, doña Sebastiana se puso contenta y empezó a llorar de alegría al ver que tendrá para cenar esta Noche Buena, cuando un día antes no comieron porque no tenían para comprar tortillas.
”Ayer no cenamos porque no teníamos para comprar tortillas y ahora ya tenemos, muchas gracias a todos por esta ayuda”, dijo Sebastiana, una mujer de 92 años, que se hace cargo de su hijo Victoriano de 61 años, quien sufre una discapacidad y permanece en cama sin poder levantarse.
”Antes caminaba y juntaba aunque sea para las tortillas, ahora ya no puedo caminar, me duelen los pies, gracias a Dios por esta ayuda, y gracias también a los que nos traen, agradezco yo con la gente que nos ayuda, mi hijo todo el día está ahí no se levanta, y la comida se la doy en la cama y lo baño en el piso, y gracias a Dios y a las personas que me ayudan, agradezco a la gente, ya no puedo ayudarle a la gente, no tengo con qué pagarles, pero Diosito se los va a pagar”.
Ella y su hijo viven en la Colonia Valle de Urías. Ha recibido diversos apoyos de lectores de Noroeste, tanto para ella como para su hijo, incluso le han pagado la cuenta del recibo de energía eléctrica, se le ha entregado despensas y apoyo económico.
Ante la falta de comida y apoyo, doña Sebastiana solía salir a recorrer a pie las colonias para pedir casa por casa ayuda para ella y su hijo, exponiéndose al peligro.
Al recibir la despensa y el apoyo económico, Noroeste le ayudó a acomodar en un minirefrigerador la carne y los pollos, para que no se le echen a perder, aunque no trabaja bien este aparato. El resto de la despensa ya no cupo pero fue acomodada dentro del pequeño cuarto que habita.