Demetrio, un padre de la siete décadas que cuida a un bebé y está a la espera de otro
"Mientras otros hombres de su edad cuidan nietos, Demetrio ya tiene 72 años"
Con 72 años de edad, Demetrio es un hombre que no encaja con los cánones sociales establecidos en lo familiar y en lo laboral. A su edad muchos hombres ya están jubilados y cuidando nietos, incluso bisnietos, pero él no, está activo casi en un horario de 24/7.
Trabaja todos los días, prácticamente de sol a sol, y su tiempo libre lo dedica a cuidar a su pequeño hijo de casi un año, mientras que al lado de su joven esposa espera renovarse como papá en pocos meses.
Todos los días, Demetrio se levanta a las cinco de la mañana para ir a trabajar. A las 6:00 horas inician sus labores en el Departamento de Aseo Urbano del Ayuntamiento de Mazatlán.
Hace ya varios años que debió jubilarse, tanto por edad como por antigüedad, pero él todavía se siente entero para seguir activo, contribuyendo con su esfuerzo al fortalecimiento de la ciudad y mantener a su familia.
“Tengo muchos años trabajando en el Aseo Urbano, fácil más de treinta. Mire, yo no me jubilo porque todavía puedo trabajar, cómo no, estoy entero oiga”, asegura, mientras empuja el carromato con dos tambos, donde deposita los desechos que levanta de las calles y banquetas con ayuda de la escoba y el recogedor.
Además de su buena salud, Demetrio tiene tres motivaciones muy importantes para mantenerse en actividad: una esposa y dos hijos. Hace un par de años hizo segundas nupcias con una mujer mucho menor que él, tiene un bebé de casi un año de nacido y dentro de poco se renovará como papá. La esposa, el niño y el bebé que está por nacer le inyectan energía a su vida.
“Tengo seis hijos en total. Cuatro fueron con mi primera mujer, ella se me murió en el año del 2007, esos hijos están grandes ya. Luego me volví a casar y no hace mucho volví a ser papá y otra vez voy a serlo, porque mi mujer se volvió a embarazar, así que son seis hijos los que tengo contando al que todavía no nace”, explica con toda naturalidad sobre su situación familiar actual.
Demetrio es uno de los tantos hombres que, en el Centro Histórico de Mazatlán, realizan la labor conocida como “barrido humano”; eventualmente su esposa lo acompaña en las jornadas de trabajo, para salir de la rutina de la casa, así, él también pasa más tiempo con su hijo pequeño.
A pesar de su corta edad, el niño atento lo sigue con la mirada desde la espalda de una tímida madre que no es afecta a las fotografías. Cuando sus miradas se encuentran, ambos sonríen, el padre le hace algún cariño al hijo unos metros de distancia y continúa atento con su labor: limpiar las calles del Viejo Mazatlán.
En esos momentos del día en que su esposa y su hijo lo acompañan a trabajar, él busca que estén bien sin descuidar sus deberes; les compra agua o nieve para que se refresquen, el calor es intenso, pero es más fácil de soportar cuando la motivación de la familia está tan cerca.
A la par de la limpieza de las calles, los esposos platican sobre qué comerán o planean lo que van a hacer por la tarde, cuando termine la jornada laboral, pues en la vida no todo es trabajo, también hay que darse tiempo para relajarse.
“Muchos años estuve trabajando en los camiones del servicio de la recolección de basura, pero por mi edad ya no quise andar ahí, es más pesado, en cambio acá (en barrido humano) uno trabaja a su propio ritmo y sin tanto riesgo, más tranquilo y puedo verlos”, comenta mientras señala a su familia, que está a un par de metros de él.
Hace casi 50 años que Demetrio llegó a Mazatlán buscando un mejor porvenir, procedente de Oaxaca. Vivir en Mazatlán le permitió formar su primera familia, a la que sacó adelante con ayuda de su primera esposa. Al crecer sus hijos y morir ella, se quedó solo, así que decidió casarse de nuevo.
Demetrio tiene ahora una segunda familia, la cual llena de alegría y esperanza sus más de siete décadas, especialmente en este Día del Padre, que lo pasará como hace mucho tiempo que no lo hacía: cuidando a su hijo bebé, al que ama como si fuera el primero y desea verlo convertido en un hombre de bien.