Un grupo de científicos renombrados disfruta palacete del ‘El Negro’ Durazo
El valor de la mansión, que fuera propiedad de uno de los favoritos del ex Presidente José López Portillo, llegó a estimarse en mil 675 millones de pesos. Tan sólo el costo de las rejas se estimó en 28 millones de pesos y su barda exterior en 100 millones de pesos
MÉXICO._ “Bautizada con sarcasmo popular como “El Partenón” y considerada uno de los monumentos más grandes a la corrupción en México, la casa del ex jefe de la policía capitalina, Arturo “El Negro” Durazo, se ha convertido en centro de un proyecto de características únicas para la ciencia en Latinoamérica, al buscar colocarla como una de las sedes del diálogo entre los investigadores del mundo”, así relataba la periodista Karina Avilés, del diario La Jornada, una historia publicada del 30 de noviembre de 2002.
La nota se refería a cómo uno de los símbolos de la corrupción del Lópezportillista en México pasaría a ser sede de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
En entrevista con el programa Los Periodistas, en SinEmbargo Al Aire, Basty Acosta, ex trabajadora de la AMC, señaló que actualmente la organización utiliza “El Partenón”, como sede y solo en su mantenimiento se gastan millones de pesos al año que no aportan a la divulgación de la ciencia.
Durazo Moreno había sido uno de los funcionarios favoritos del entonces Presidente de México, José López Portillo (1976-1982), era temido por sus abusos y conocido por sus excesos. Incluso, se le llegó a relacionar con la desaparición de Marcela Basteri, madre del cantante Luis Miguel.
Su intervención en la frustración del secuestro de la hermana del Presidente, Margarita López Portillo, ideado por la Liga Comunista 23 de Septiembre, le ganó elogios de la cúpula en el poder. Fue nombrado por el Presidente General de División, sin haber tomado en cuenta que previamente debió haber cursado una carrera militar.
Alcanzó notoriedad a principios de la década de los 1980, cuando se revelaron algunas de sus millonarias propiedades y por la publicación del libro Lo negro del “Negro” Durazo, escrito por quien fue uno de sus ayudantes, José González González, en el que se narraban las historias de corrupción y abusos del ex funcionario.
Otro hecho que posteriormente se relaciona con Durazo Moreno fue el de la aparición de 12 cadáveres de hombres presuntamente de origen colombiano, el 14 de enero de 1981, en la lumbrera #8 del emisor central del sistema de drenaje profundo, ubicado en San José Acoculco, municipio de Atotonilco de Tula, en el estado de Hidalgo. Todos presentaban signos de tortura extrema, mutilaciones e incluso algunos fueron decapitados.
Las averiguaciones señalaban a Durazo Moreno como autor intelectual, y su colaborador, Francisco Sahagún Baca, como el autor material, quien habría contado con la colaboración de algunos subalternos.
Ya en el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) se giró orden de aprehensión en contra de Durazo por extorsión y se le fincó responsabilidad por la obtención ilegal de 60 millones de pesos. En 1984 fue detenido en Puerto Rico y extraditado a México bajo los cargos citados anteriormente.
Ocho años después salió libre. Murió el 5 de agosto de 2000, en Acapulco, Guerrero, a los 76 años de edad.
El templo de la ciencia
En un texto firmado por Armando Bonilla, de la desaparecida agencia informativa del Conacyt, se resume cómo es que el “Partenón de la Corrupción” pasó a ser la sede de la Academia Mexicana de Ciencias.
Resume que su valor llegó a estimarse es mil 675 millones de pesos. Tan sólo el costo de las rejas se estimó en 28 millones de pesos y su barda exterior en 100 millones de pesos.
En una entrevista, el ahora finado investigador René Drucker (1937-2017), contó que cuando él era presidente de la AMC (2000-2001) sus oficinas estaban en San Jerónimo, al sur de la Ciudad de México, y por la naturaleza de sus actividades el espacio ya estaba rebasado.
“En ese tiempo, Salvador Martínez de la Roca quien era delegado de Tlalpan, me habló para invitarme a visitar la casa de Durazo”. Durante esa visita, el investigador se dio cuenta de la existencia de 40 automóviles clásicos, alberca y dos salones: uno de tiro y otro de fiestas con capacidad para 50 personas. “Esa casa era un insulto para los mexicanos”, señaló.
También había una alberca techada con estelas griegas en la pared, debajo de la piscina había una cava. En la parte de atrás había una colección de animales disecados, un teatro ‘jónico o dórico’ al aire libre. Incluso se llegó a señalar que contaba con un horno incinerador.
Al fondo de la casa había una plaza de toros y caballerizas, “entonces se me ocurrió decirle al delegado ‘por qué no nos otorgas las caballerizas para trasladar las oficinas de la AMC’ y él accedió”, contó Drucker.
De acuerdo con su relato, la casa estaba bajo custodia de la Secretaría de Educación Pública, ante lo cual hubo que solicitar permiso al entonces Secretario, Miguel Limón Rojas, quien aceptó que la casa completa fuera sede de la AMC.
La historia negra
Arturo Durazo Moreno representa uno de los capítulos más oscuros en la historia de la corrupción en el país y la casa, junto con otro “Partenón” que se encuentra en Zihuatanejo, Guerrero, son un símbolo de los excesos del ex jefe de la Policía capitalina.
La ahora sede de la Academia Mexicana de la Ciencia fue construida con la mano de obra de policías al servicio de Durazo.
La nota de La Jornada reseña que el arquitecto Jesús Ruiz Mejía, autor del vitromural del Centro Médico Siglo 21 y vecino de la casona, “recuerda que Durazo pagó los terrenos de la mansión ‘en un peso y en 50 centavos el metro y bajo amenazas. A otros les ofreció trabajo en la policía. Cuando hicieron las calles tumbaron casas. A mí me quitó 300 metros de terreno, pero hubo vecinos a quienes les tiró la casa completa’”.
“Todos los albañiles tenían el grado de capitán o de sargento primero o segundo de la policía. Cuando hicieron sus banquetas se las cobraron a los vecinos. Tan sólo a mí, el Departamento del Distrito Federal me quería cobrar 35 mil pesos, pero me fui al Tribunal de lo Contencioso y gané. Sin embargo, todos los demás vecinos sí pagaron”, agregó Ruiz Mejía.
En 2001, la AMC contaba por primera vez con una sede propia. Entonces, Drucker Colín comenzó un gran proyecto llamado La ciudad de la ciencia, en apoyo a los investigadores del país con la intención de que las sociedades científicas de México se trasladar a ese inmueble para crear un federación. Propuso la realización de un auditorio, en donde se pudieran realizar seminarios internacionales y simposios, así como el acondicionamiento de una "especie de hotel” para recibir a los científicos del mundo, al igual que como lo hacen otros países.