Guamúchil, la fruta silvestre que sostiene a muchas familias

Noroeste/Redacción
02 mayo 2021

Estos árboles crecen en climas cálidos, la temporada en la que se pueden ver repletos es de abril a mayo.

Itzel Urieta

QUECHULTENANGO, Guerrero._ ¿Huamúchil o guamúchil? Por cómo se escucha al pronunciarlo es difícil saber cómo se escribe, algunos lo escriben con h otros con g, lo cierto es que esta fruta silvestre es una de las favoritas de los guerrerenses.

El guamúchil es una fruta oriunda de nuestro País y en algunos países de Centroamérica, no todos tienen la fortuna de conocerlo ni probarlo, esto porque se da en lugares con clima cálido, Guerrero, al tener un clima variado, tiene la ventaja de que en varios lugares del estado se dé esta deliciosa fruta.

El nombre proviene del náhuatl cuahmóchitl, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española. El nombre científico es Pithecellobium dulce.

El árbol de guamúchil también es conocido como gallinero, pinzán, chiminango, gina o payande, depende del lugar donde estemos. Los árboles maduros tienen por lo común de cinco a 22 metros de altura.

Estos árboles crecen en climas cálidos, la temporada en la que se pueden ver repletos de guamúchil es de abril a mayo.

El guamúchil es una fruta dulce, aunque hay árboles que dan este fruto amargo. Viene dentro de una vaina enrollada. El color del fruto es blanco o rojizo, depende de la madurez que tenga. Sus semillas son negras.

El guamúchil es muy popular entre los guerrerenses no solo porque lo consumimos, sino porque también se ha convertido en una fuente de ingresos para muchas familias.

Sobre la carretera Petaquillas-Colotlipa, a solo unos 20 minutos de la capital, se pueden observar varios árboles de guamúchil ya cargados, listos para que la fruta sea cortada y, posteriormente, disfrutarlos.

Para varias familias guerrerenses, la época del guamúchil significa una forma de obtener ingresos. Al salir de Mochitlán, rumbo a Quechultenango, Delfina Bautista Pérez corta guamúchil con un chicol, una vara de carrizo de 5 metros. A un lado se observan varias cubetas y una mochila.

Delfina ha seguido esta tradición familiar de recolectar guamúchil para venderlo.

“Lo hago desde que era niña, me enseñaron mis abuelos, mis papás, ellos ya fallecieron y yo sigo haciéndolo”, comenta Delfina.

Lleva más de 30 años dedicándose a la recolección de guamúchil, acompañada por uno de sus hijos, quien continuará este legado familiar. Ellos recolectan el guamúchil y lo venden a otras personas para que estas lo revendan en lugares concurridos, como en los mercados o los llevan a la capital.

Para recolectar la vaina, Delfina se levanta a las siete de la mañana. A las 11 se toma un descanso para almorzar, después regresan a la recolección y terminan a las seis de la tarde.

En un día pueden llegar a recolectar hasta tres almudes (el almud es una medida que equivale a 5 litros). A veces pueden recolectar más, eso depende de qué tan generosa sea la naturaleza y qué tanto guamúchil haya año con año.

“Este año no hubo mucho, no sabemos por qué”, comenta Delfina.

Otro reto al que se enfrenta año con año es a la remuneración de su trabajo que ha bajado considerablemente, antes les pagaban 100 pesos por un almud, ahora les pagan 70 pesos.

Para saber si el guamúchil está listo para comer se tiene que checar cada tercer día, cuando el este se torna color rojizo ya está listo para ser cortado, venderse y poder comerlo.

Kilómetros más adelante, en el poblado Coscamila, vive Carmela Hernández Alcocer. Ella, al igual que Delfina, lleva años dedicándose a la recolección del guamúchil.

Carmela tiene 65 años y la mayor parte de su vida la ha dedicado a recolectar guamúchil.

“Recuerdo que desde muy pequeña acompañaba a mi papá y le ayudaba a recoger el guamúchil, él se subía a los árboles, los tiraba y yo lo iba recogiendo”, recuerda Carmela.

Hace años, Carmela recolectaba mucho guamúchil, alrededor de dos costales y se iba a Chilpancingo a entregarlo a un revendedor. Ahora solo corta guamúchil para venderlo ella misma en el puesto de elotes que tiene uno de sus hijos, a la orilla de la carretera.

“Muchos años, yo llevaba a vender guamúchil a Chilpancingo, también a Mochitlán, me iba tempranito y lo acababa todo”, comenta Carmela.

Al contrario de Delfina, Carmela ha sido la única de su familia que ha seguido en la recolección de guamúchil, todas sus hermanas aprendieron, pero algunas se casaron fuera de Coscamila y solo ella sigue con la tradición que aprendió de su padre.

Sus hijos también han hecho su vida, solo uno de ellos vive con ella y su esposo.

“Pero él se dedica a su siembra y a cuidar a sus marranos,” comenta Carmela.

El chicol que Carmela utiliza para cortar su guamúchil es hecho de bambú, mismo que ella sembró hace tiempo en su terreno.

La época de guamúchil está por terminar y eso significa que mujeres como Delfina y Carmela tendrán que buscar otra fuente de ingresos, ellas están conscientes de que el corte es solamente por una temporada, por eso tienen otras opciones.

A Delfina la contratan para pelar cacahuate. Este trabajo también solo es por temporada, también se dedica a hacer aseo en casas. Carmela se dedica a cuidar sus tierras y a la siembra de maíz junto con su hijo.

Los árboles de guamúchil son árboles silvestres que crecen a orilla de las carreteras y en el campo. No hay sembradíos exclusivos que se dediquen a la protección y crecimiento del guamúchil, las cortadoras de guamúchil hacen su parte, cuidando los árboles y no cortando sus ramas.

Las cortadoras de guamúchil tienen una forma de ganarse la vida por temporadas, sin embargo, no hay sembradíos donde ellas tengan la certeza de que puedan ir para hacer su trabajo. Muchas veces peligran en su jornada, puede pasar algún automóvil y sufrir un accidente.

Detrás de esa deliciosa fruta que se disfruta, que vemos en los mercados, hay historias de vida de familias que llevan años manteniéndose de la recolección de guamúchil, trabajo que implica muchas horas de esfuerzo y dedicación.

Propiedades curativas

El guamúchil, además de ser una fruta con un delicioso sabor, tiene varias propiedades curativas.

En la región centro del estado, la gente la compra para aliviar problemas digestivos.

“Pues muchos dicen que es bueno para el estómago. Dicen que te ayuda a limpiar todo”, comenta Delfina, quien como recolectora de guamúchil conoce experiencias de las personas que consumen esta vaina.

“Dicen que es bueno para los hipertensos”, dice Carmela, quien habla por experiencia propia, ella es hipertensa y comenta que lo ha consumido cuando se siente mal y eso le ayuda.

De acuerdo con la página web Ecoportal, se recomiendan los guamúchiles porque previenen y curan las enfermedades estomacales y del intestino, como colitis, gastroenteritis, coleritis, disenterías, fiebre tifoidea y tifoidea.

Las semillas machacadas con agua fría, en proporción de cinco granos para un decilitro de agua hervida, aplicado como lavativa y preferiblemente con sonda rectal de hule blando para llevar el líquido a las partes altas del intestino, cura rápidamente las infecciones intestinales y la disentería aguda o crónica.

La cáscara de guamúchil hervida con la de palo se recomienda para lavar las heridas o en cocimiento con las hojas de cempaxúchitl, las de albahaca y la cáscara de copal, esto se ocupa para baños en todo el cuerpo, cuando hay frialdad.