Estudio demuestra que cachalotes desaparecen del Golfo de California

Mongabay
11 noviembre 2024

Un reciente estudio muestra una paulatina desaparición de los cachalotes (Physeter macrocephalus) —la especie más grande de los cetáceos con dientes— así como una reducción en el tamaño de su principal presa, el calamar gigante (Dosidicus gigas), en el Golfo de California, México

Por: Astrid Arellano

Hace más de quince años, Héctor Pérez-Puig pudo avistar a los numerosos grupos de cachalotes (Physeter macrocephalus) nadando en las Grandes Islas del Golfo de California, en el noroeste de México. El biólogo sabía dónde encontrarlos. Junto a su equipo de trabajo, viajaba en su embarcación a las zonas profundas en donde estos grandes cetáceos se alimentaban de su principal presa, los calamares gigantes (Dosidicus gigas). Maravillado con su imponente presencia, pudo observar hasta 50 individuos en un sólo avistamiento —entre machos, hembras y crías— conviviendo en el mismo sitio.

Esos magníficos escenarios quedaron atrás. En la actualidad, tanto los cachalotes como los calamares están desapareciendo.

“Del 2015 a la fecha sólo tenemos tres avistamientos de cachalotes”, se lamenta Pérez-Puig. “Dos de estos fueron en el 2020 —que fueron dos grupos de 6 y 7 individuos vivos, con los que sí pudimos trabajar—, y otro avistamiento más en el 2021, que fue un individuo juvenil varado muerto, que tuvo evidencia de colisión con alguna embarcación”. Para 2024, sostiene el experto, la situación sigue siendo desfavorable, porque la especie no ha vuelto a ser vista.

El drástico declive en los avistamientos llevó a Pérez-Puig —coordinador del Programa de Mamíferos Marinos del Centro de Estudios Prescott, ubicado en Bahía de Kino, Sonora—, a dirigir una investigación y a realizar una estimación poblacional sobre esta especie, la más grande de los cetáceos con dientes, en la porción central del Golfo de California.

Como odontocetos (cetáceos con dientes) los cachalotes presentas un sólo orificio nasal en la parte superior de su cabeza, característica que comparten como otros odontocetos como los delfines u orcas. Lo curioso de su orificio nasal es que está orientado hacia la izquierda, característica peculiar que hace que su soplo salga hacia ese lado. Foto: Héctor Pérez-PuigSus hallazgos —que abarcan datos recopilados del 2009 al 2018— fueron publicados en octubre del 2024 en un estudio que relaciona la paulatina desaparición de los cachalotes con la reducción del tamaño y las poblaciones del calamar gigante. Según el estudio, esto puede ser resultado de los cambios ambientales y ecológicos que han ocurrido a lo largo de todo el Golfo de California en las últimas tres décadas, particularmente, respecto al aumento de las temperaturas en sus aguas.

Mongabay Latam conversó con Héctor Pérez-Puig sobre las amenazas que rodean a la especie, así como las implicaciones que tienen sus hallazgos sobre la salud de esta fracción del océano mexicano.

—¿Cómo son los cachalotes?

—El cachalote es una de las 36 especies que encontramos en las aguas del Golfo de California y en las del Pacífico, que están adyacentes a Baja California. Son la especie de odontoceto más grande que existe. Los machos pueden medir cerca de 18 metros y sí hay una diferencia notoria con las hembras —con lo que llamamos dimorfismo sexual—, que miden hasta 14 metros. También he visto que la coloración de los machos puede ser de un gris un poco más claro.

También pueden llegar a tener muchas más cicatrices en la cabeza que las hembras y esto es justamente por las batallas con su alimento, principalmente, el calamar gigante o de Humboldt. El cachalote es un depredador tope dentro de los ecosistemas marinos, por lo que prácticamente es un centinela de la salud de estos sitios. Algo que pueda llegar a pasarle a la población de cachalote, seguramente es un reflejo de algo que está ocurriendo en eslabones más abajo.

—¿Qué tan importante ha sido el Golfo de California para la especie?

—Bastante. De hecho, quienes vivimos en el Golfo, hasta hace algunos años nos sentíamos muy orgullosos de saber que este era uno de los sitios más importantes de agregación de cachalotes. Había grupos que estaban aquí constantemente y que entraban para tener a sus crías y alimentarse.

Fui testigo —en mis primeros años de haber llegado desde la Ciudad de México a Sonora, para trabajar aquí, entre el 2009 y 2011— de avistamientos de hasta 50 cachalotes en el mismo sitio. Principalmente, la zona suroeste de la isla San Pedro Mártir es un sitio que fue mundialmente conocido por tener agregaciones bastante grandes. Hablamos de hace unos 30 o 40 años. Tengo colegas que me han dicho que en ese entonces, en esas mismas zonas, podían llegar a ver más de 100 y de diferentes categorías de edad, entre machos, hembras y crías. Era una zona bastante buena.

—¿En qué momento se dio cuenta de que empezaron a desaparecer en la zona?

—Lo principal fue la disminución muy drástica de los avistamientos. Nosotros, desde el 2009 a la fecha, hemos mantenido nuestros monitoreos durante todo el año. Hacemos una salida cada semana en la región y tratamos de recorrerla en su totalidad durante todo el mes. A partir del 2015 vimos esta disminución bastante evidente de los avistamientos y también del tamaño de los grupos.

Si queríamos ver a estos animales, ya sabíamos dónde buscarlos: los teníamos ubicados en zonas profundas de la Región de las Grandes Islas. Eso era normal porque es una especie teutófaga, es decir, especialista en consumir calamares, que están igualmente asociados a estas zonas. Pero en los últimos años empezaron a bajar considerablemente los avistamientos y eso fue lo que nos empezó a preocupar.

Obtuvimos una estimación de abundancia de 354 cachalotes en la región, lo que nosotros en el artículo le llamamos superpoblación, es decir, el número de individuos que en algún momento estuvieron o pasaron por aquí.

—¿Qué está pasando en el Golfo de California para que los cachalotes estén disminuyendo?

—La dieta de los cachalotes está prácticamente compuesta por calamares. Esta disminución que vimos en los avistamientos, la relacionamos con el alimento que consumen los cachalotes —los calamares— y con la pesquería o la cantidad de estos mismos en la región, que igualmente estuvo disminuyendo.

Se hizo una correlación entre esta disminución de cachalotes y lo que pasaba con el calamar, y resultó que empataron bastante bien. Conforme se va colapsando la pesquería de calamar aquí en el Golfo, que fue a partir del 2015, han ido disminuyendo drásticamente los avistamientos de cachalotes. Tratando de explicar qué fue lo que pudo haber detonado esto, hay condiciones ambientales en el Golfo que se están generalizando, con un incremento en la temperatura superficial del mar. Hay algunos investigadores que dicen que el Golfo “se está tropicalizando”. En esos años, entre el 2014 y 2016, ocurrió un evento de El Niño muy fuerte en el Golfo de California y tuvo un impacto en la población de calamar y, a su vez, en la población de cachalotes.

—¿Cómo cambió la población de calamares gigantes?

—El calamar es una especie muy susceptible a estos cambios ambientales. Lo primero que impacta en la población es su talla. Una vez que la temperatura empieza a incrementar, vamos a encontrar calamares cada vez más pequeños. Eso es lo que quizás detonó que los cachalotes se vieran obligados a moverse a otras zonas dentro del Golfo de California o lo que nosotros sugerimos es que incluso hayan tenido que salir de allí a buscar otras zonas para alimentarse, porque la cantidad de calamar ya no era suficiente para sostener su población. Aunque quizás había calamares, eran cada vez más pequeños, entonces tuvieron que hacer ese balance de quedarse aquí y comer lo poco que hay, o moverse para buscar mejores zonas.

Como el cachalote es una especie centinela de la salud de los ecosistemas, es como un termómetro de lo que está pasando, de las condiciones del ecosistema. Entonces, si hay algún cambio en su población, es porque tuvieron que haber ocurrido otros cambios en los eslabones más abajo.

Esto también nos evidencia el impacto que pueden llegar a tener los efectos del cambio climático, como el aumento en la temperatura, y hasta dónde pueden escalar esos efectos, al grado de que una población puede potencialmente salir de sus zonas.

—¿Cuáles son las posibles consecuencias a largo plazo del colapso de su presa principal, el calamar gigante? ¿Hay una relación con la actividad de grandes flotas pesqueras?

—El calamar fue altamente explotado, hace ya algunos años, al grado de que prácticamente se dice que su pesquería está colapsada. Sí hay pesca que todavía se realiza, pero ya no en la misma magnitud de lo que se estaba pescando hace algunos años.

Obviamente, es grande el impacto ecológico que puede tener el que se colapse una población clave para grandes depredadores, como los cachalotes, pero hay muchas otras especies que también dependen de los calamares. Eso, sin duda, representa un cambio en la dinámica del ecosistema marino. No sabemos cuál es el efecto a largo plazo, porque si seguimos con estas condiciones de calentamiento año con año, los escenarios no serán los más agradables, porque no pareciera que hubiese una recuperación de esta población, ya que seguirá incrementando la temperatura en el océano.

Este es el escenario de lo que ocurre detrás de una sola especie, pero hay otra especie de odontoceto, que también es teutófago, que es el calderón de aletas cortas (Globicephala macrorhynchus), que tiene el mismo síntoma debido a que también depende de los calamares. Es un ejemplo de que estos impactos no son aislados o directos entre una especie y otra, sino que hay un montón. Es toda una red de diferentes especies que dependen del calamar y que se han visto afectadas por estas condiciones.

—¿En qué estado se encuentran los cachalotes en el 2024? ¿Algo ha cambiado?

—Desafortunadamente, no ha cambiado nada. Está desaparición sigue siendo evidente. Del 2015 a la fecha sólo tenemos tres avistamientos. Dos de estos fueron en el 2020 —que fueron dos grupos de 6 y 7 individuos vivos, con los que sí pudimos trabajar— y otro más en el 2021, que fue un individuo juvenil varado muerto, que tuvo evidencia de colisión con alguna embarcación. Para darnos una idea sobre la cantidad de individuos en los últimos grupos que vimos, que fueron 6 y 7, podemos compararlo con el tamaño máximo de grupo que yo llegué a ver en el 2014, que fue de 40 individuos.

La moraleja de esto es que el cachalote no ha regresado y tampoco tenemos muy claro si lo volverá a hacer. En otras regiones del Pacífico hay otros colegas que también trabajan con cachalote. Por ejemplo, en las Islas Galápagos también llegaron a documentar algo muy similar a esto que estamos viendo nosotros sobre la desaparición de los cachalotes de sus zonas y que, después de un periodo de cerca de 10 años, regresaron. De hecho, hasta cambiaron un poco su distribución. No sabemos si eso puede llegar a ocurrir con los cachalotes del Golfo, es algo que todavía seguimos esperando.

—¿Qué otras amenazas rodean a los cachalotes? Recientemente, se ha hablado de un megaproyecto para la explotación de gas natural licuado que amenaza con transformar el Golfo de California y que pondría en riesgo la supervivencia de varias especies de ballenas.

—Esa sin duda es una amenaza potencial. Se ha mencionado la contaminación por ruido o incluso la contaminación por algún derrame que pueda llegar a ocurrir. No sabemos si eso puede llegar a pasar o no, pero sí debemos tener en el radar esa posibilidad. No sólo me preocupa este megaproyecto, porque hay otras amenazas en el Golfo que ya están ocurriendo desde hace muchos años y que, sin duda, tienen un efecto en la distribución y en la dinámica poblacional de varias especies de cetáceos.

Por ejemplo, las pesquerías de sardina y camarón en la región son bastante grandes, con barcos que están en la misma zona en donde se distribuyen los mamíferos marinos y que, sin lugar a dudas, también pueden tener un impacto en las poblaciones de estos animales. Creo que la información que estamos recolectando y compartiendo es base para cualquier cosa que se haga aquí en la región. Es algo que los tomadores de decisiones deberían considerar antes de avanzar con estos megaproyectos. Es información que considero que debe ser tomada en cuenta, porque es muy valiosa, sólida y puede ayudar mucho a determinar cuál es la situación actual de los cetáceos.

—¿Qué futuro espera para el cachalote en el Golfo de California?

—Desde la parte personal, desde lo que me apasiona y siendo positivo, esperaría que hubiera algún cambio en las condiciones en el Golfo. Que empezara a haber un cambio en la dinámica del ecosistema y que empezaremos a tener condiciones, quizás no las de hace 30 o 40 años, pero sí un poquito mejores que las actuales, que hagan que los cachalotes regresen. Que la población de calamar también se recupere un poco y que eso haga que los cachalotes y otras especies de las cuales dependen, regresen a la zona.

Sin embargo, desde la parte profesional y viendo los datos crudos, la verdad es que la situación no es tan esperanzadora. Dado el tiempo que tenemos sin ver esta especie y si lo relacionamos con los demás resultados que tenemos de otras especies, de las que también estamos viendo disminuciones en sus avistamientos, creo que el regreso de los cachalotes no se ve muy cercano.

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