A casi dos años, estudiantes de primaria y secundaria encararon refriega en Jesús María
Entre menores de diferentes comunidades que han vivido situaciones de violencia tienen presente las afectaciones de los hechos de inseguridad
Quisiera que desaparecieran los malandros, punteros, al Chapo y al Ovidio expresó una niña, estudiante de 9 años, meses después de que las balas traspasaron los hogares de decenas de familias en la sindicatura de Jesús María y comunidades aledañas aquel jueves 5 de enero de 2023.
En la madrugada de ese jueves un operativo se extendió con balaceras y asesinatos por el resto del día tras la captura de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, conocido capo del crimen organizado en Sinaloa.
El sentir de aquella niña estudiante fue citado tal cual en un sondeo realizado por la Secretaría Ejecutiva del Sistema Estatal de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes días después del acontecimiento.
La secretaria ejecutiva de SIPINNA, Nuria González Elizalde, explicó que la intención del sondeo fue dar voz a los jóvenes para entender su perspectiva de los eventos violentos que han presenciado y, a partir de ahí, construir soluciones más efectivas que respondieran a sus necesidades emocionales y psicológicas.
“Hubo todo un plan de atención a la población pero nosotros creímos que era muy conveniente y así se planteó el grupo de trabajo el recabar qué había vivido y qué habían sentido los niños, niñas y adolescentes y qué proponían ellos para superar el estrés o la situación que habían vivido”, dijo.
La muestra corresponde a 461 estudiantes de entre 9 y 17 años de edad de dos primarias y tres secundarias en la sindicatura de Jesús María y las comunidades de El Limón de los Ramos, La Campana y La Anona, ubicadas fuera de la mancha urbana de Culiacán.
La encuesta reveló que el 78 por ciento de los estudiantes entrevistados fue testigo de enfrentamientos y hechos violentos dentro de su comunidad y un 24 por ciento de ellos se sintió temeroso después de ese jueves.
Además, señalaron que después de lo vivido les gustaría estar con su familia, entender lo que sucedió y por qué y tratar de hacer lo que hacían antes.
El 79 por ciento de los y las alumnas que estudian bajo esos contextos violentos señalaron sentir su casa como el sitio más seguro, seguido de la escuela con tan sólo un 9 por ciento.
Al respecto del informe de Sipinna, el director de Investigación de Mexicanos Primero Sinaloa, Ángel Leyva, señaló que el niños, adolescentes y jóvenes indicó que el constante entorno de violencia y las experiencias traumáticas, afectan la salud mental de los estudiantes que a su vez, reduce su capacidad de concentrarse y aprender.
“Estas afectaciones que enfrentan las niñas, niños y jóvenes tendrían que ser más bien un alarma de lo que tendría que hacerse para dar solución a un problema público que está escalando poco a poco”.
El artículo VIII de la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes establece que éstos tienen ‘derecho a una vida libre de violencia y a que se resguarde su integridad personal; las autoridades tomarán las medidas para prevenir, atender y sancionar casos en que niñas, niños y adolescentes se vean afectados por conductas como el descuido, la negligencia, la trata, trabajo infantil o coacción a participar en algún delito’.
En este caso Sipinna Sinaloa emitió recomendaciones al Ayuntamiento de Culiacán, a la Secretaría de Seguridad Pública, al Instituto Estatal de Protección Civil, a la Sepyc, a la Secretaría de Salud del Estado, al Instituto Sinaloense del Deporte y al Instituto Sinaloense de la Cultura.
Entre algunos destacó el establecer espacios comunitarios para la educación y toma de conciencia sobre la prevención de la violencia y simultáneamente implementar programas de habilidades para la vida, toma de decisiones y autocuidado en las escuelas y los espacios comunitarios.
A la SSP, informar sobre los acontecimientos de violencia con perspectiva de género y de niñez y adolescencia, así como vincularse con otras autoridades del sistema de justicia para que la niñez y adolescencia, conozcan la diversidad de acciones que realizan los diversos elementos de seguridad pública.
A Protección Civil capacitar al personal directivo, administrativo y docente de los plantes educativos sobre el tema de balaceras y primeros auxilios a fin de que tenga el conocimiento del ¿qué hacer y cómo actuar ante estas situaciones?
Y a la Sepyc capacitación constante al personal directivo, administrativo y docente en la actuación de situaciones de alarma o emergencia en los planteles educativos, implementar el Programa de Atención Socioemocional en Educación Básica, el cual busca formar comunidades escolares que reconozcan el valor de la salud mental y el bienestar emocional, incorporando estas habilidades como un componente esencial del plan de estudios.
Sin embargo, el activista y defensor de derechos humanos, Óscar Loza Ochoa, aseguró que el Gobierno estatal no envió el apoyo emocional a las comunidades como lo habían prometido, abandonando a la generación de estudiantes que vivieron ese suceso violento.
“No solamente se van a quedar tatuados con lo que sucedió ese día 5 de enero, el problema es que si no hubo un esfuerzo para sanar los traumas que deja una situación crítica como esa pues no sé espero que evolucione positivamente para muchos. Puede haber reacciones negativas frente a la situación que se presentó ese día, en el comportamiento futuro de esos niños y jóvenes”, expresó.
“Creímos que una sí nos la iban a atender, que era la de enviar psicólogos, trabajadores sociales allá al pueblo de Jesús María buscando sanar a la generación que estaba en primaria y en secundaria, pero nunca la enviaron”, mencionó.
En ese sentido, los testimonios de los jóvenes alumnos recabados por Sipinna se dividieron en apoyo al crimen organizado y desconfianza en las autoridades de seguridad, y otros más al cese al fuego, odio a los capos y ganas de querer huir de su comunidad.
“El helicóptero estaba tirando balazos, los militares no lo cuidan a uno, hirieron a un amigo mío adrede. Quiero que vuelvan los que nos cuidaban antes de que agarraran a Ovidio Guzmán. Quiero que los militares dejen de venir al rancho, no nos caen bien y no los queremos aquí”, escribió un estudiante de 13 años.
“Que se vaya el gobierno de la comunidad, les tengo miedo. Le tengo pavor al gobierno porque disparaban sin pensar en nosotros los ciudadanos de la comunidad”, dijo un adolescente de 15 años.
“Me gustaría que se reparara el arco de la entrada, está muy dañado y quisiera verlo como antes, quisiera que se borrara cada marca de balas que quedaron”, subrayó una adolescente de 12 años.
El profesor Catarino Escobar que imparte la clase de historia en una secundaria al sur de Culiacán opina que los recientes acontecimientos afectan al aprendizaje de los alumnos pero no siempre es determinante en su rendimiento académico.
Además, subrayó que el entorno social actual, marcado por la violencia en la calle, en el hogar y en las redes sociales, afecta a los niños y pese a ello se espera que sigan adelante, como las generaciones anteriores lo han hecho.
Destacó que la mejor educación es la enseñanza de los valores y no solo se trata de acumular contenido académico.
“Afecta en el aprendizaje del alumno, sí afecta, en tanto en lo emocional pero no es algo digamos justamente significativo, por estas cosas que planteo, la primera de que el joven trata de si no hay clases mejor y otra de que aunque llenes al niño de mucho contenido la mejor es la práctica de los valores y estamos viendo que en la calle hay violencia, en las casas hay violencia, en las redes sociales hay violencia, entonces el niño está inmerso en la violencia y pues a pesar de ello y con violencia tiene que salir adelante así como hemos salido también todos nosotros”.
Explicó que pese a los hechos violentos en la ciudad de Culiacán, los días posteriores a estos no generan una discusión grupal ni cuestionamiento por parte del estudiantado.
“En mi clase, ocurre un evento digamos, y al otro día, al menos conmigo no se platicó nada, no se salió el tema, desconozco si con otros maestros, pero al menos conmigo se dio la clase normal”.
Añadió que, previo al inicio del ciclo escolar, les brindaron capacitaciones en cuanto a estrategias de prevención de hechos violentos , sin embargo, por la premura en la que se suscitó la violencia en medio del inicio del ciclo escolar, no han puesto en práctica algún tipo de simulacro.
“Como estamos empezando el ciclo escolar habíamos tenido ya capacitación y al empezar también tuvimos pero no se han llevado a cabo digamos como especies de simulacros, como un protocolo. Sí existe, pero digamos que como está empezando el ciclo escolar no se han puesto en práctica”.
Desde tiempo atrás la sociedad sinaloense se ha ido acostumbrando a la violencia, en cierta manera la ha normalizado, porque hay quienes celebran y les agrada que haya una narcocultura, además poco hacen las autoridades por garantizar la seguridad expresó Gloria, mamá de una niña con autismo que fue consultada por Noroeste.
“Aunque hacen su trabajo también sabemos que no son lo más efectivo y que en realidad nunca está garantizada la seguridad, ni en este sexenio, ni anteriores por algo que sea oficial, más bien las cosas llegan como a un equilibrio, a una normalización y ya cada quien se rasca con sus uñas”.