¿Existen las emociones financieras en nuestra vida diaria?
Para abordar el tema de las emociones financieras y su impacto en las decisiones económicas, es esencial comenzar por reconocer que las finanzas y la economía, a pesar de ser disciplinas que se basan en modelos matemáticos y análisis de datos, están profundamente influenciadas por el comportamiento humano, el cual está intrínsecamente ligado a las emociones. La idea de las “emociones financieras” se refiere a cómo los sentimientos, tales como el miedo, la avaricia, la confianza o el pánico, pueden afectar las decisiones financieras de individuos e instituciones, llevando a veces a resultados que desvían de lo que sería esperado bajo la pura lógica racional dentro de lo que la población comúnmente piensa o razona. Este concepto se explora dentro de un campo relativamente nuevo llamado finanzas conductuales, que mezcla los principios económicos con los de la psicología.
Las emociones pueden jugar un papel crucial en cómo los individuos toman decisiones sobre inversión, ahorro, gasto, y otros aspectos financieros. Por ejemplo, el miedo al futuro o a la pérdida puede llevar a la gente a ser demasiado conservadora en sus inversiones, perdiendo así oportunidades de mayor rendimiento, es decir, el simple hecho de “darle cuerda” a una emoción sin lógica o control puede hacer que ese mismo efecto se produzca, es decir, que el miedo se haga realidad. Por otro lado, la avaricia puede provocar que asuman riesgos excesivos, lo que podría resultar en pérdidas significativas, es decir, quiero ganar tan a toda cosa que termino ganando por que asumo mucho más riesgo que el que debí asumir. La confianza excesiva en las propias habilidades para predecir el mercado puede llevar a decisiones de inversión poco prudentes, mientras que el pánico durante una caída del mercado puede provocar ventas masivas, exacerbando la volatilidad.
Un fenómeno bien documentado en las finanzas conductuales es el “efecto manada”, donde los inversores siguen colectivamente una tendencia o una recomendación de inversión sin una evaluación crítica adecuada, movidos por el miedo a perderse algo o por la comodidad encontrada en la conformidad. Esto puede inflar burbujas especulativas o profundizar recesiones en los mercados financieros.
Otra área donde las emociones financieras son evidentes es en el comportamiento de ahorro y endeudamiento de los consumidores, existen personas muy buenas pagar deudas pero muy malas para ahorrar, si bien generar dinero no es un problema para ellas, si lo es administrarlo de forma más saludable de cara al presente y futuro. Las emociones como el optimismo sobre el futuro financiero pueden llevar a un gasto excesivo y al endeudamiento, mientras que el pesimismo puede resultar en una aversión excesiva al riesgo y en la acumulación de ahorros incluso cuando no es económicamente óptimo por temas inflacionales de forma multianual.
Para contrarrestar los efectos negativos de las emociones financieras, te sugiero un par de estrategias, las cuales incluyen la educación financiera para mejorar la comprensión de los mercados y los productos financieros; el uso de asesores financieros para obtener una perspectiva objetiva que no se encuentran en los bancos, o bien, con tu psicólogo financiero de confianza; la implementación de reglas y sistemas automáticos para tomar decisiones de inversión y ahorro; y el desarrollo de un plan financiero a largo plazo que pueda ayudar a mantener el rumbo durante los tiempos de volatilidad del mercado.
En conclusión, las emociones financieras son una realidad innegable que juega un papel significativo en el mundo de las finanzas y la economía. Reconocer su presencia y entender cómo influencian las decisiones financieras es crucial para tomar decisiones más informadas y racionales. La intersección de la psicología y las finanzas ofrece perspectivas valiosas sobre el comportamiento económico humano, permitiendo a los individuos y a las instituciones financieras adaptar sus estrategias para mitigar los efectos negativos que las emociones pueden tener en la toma de decisiones financieras. La educación y la concienciación sobre estas emociones y su impacto pueden ayudar a los inversores a desarrollar un enfoque más equilibrado y reflexivo hacia la inversión, el ahorro y el gasto.
Por último, es importante recordar que las emociones no tienen por qué ser vistas únicamente como un obstáculo para la toma de decisiones financieras racionales. En algunos casos, las emociones pueden proporcionar información valiosa sobre las propias preferencias y valores, ayudando a guiar las decisiones hacia resultados que no solo son financieramente sólidos, sino también personalmente satisfactorios. El desafío yace en equilibrar la influencia emocional con un análisis racional y objetivos a largo plazo.
Luis Raúl Billy Irigoyen Carrillo es Maestro en Administración de Negocios en el área de Finanzas y Fundador de Psicología Financiera.