Noroeste: más vigente que nunca, establece Guillermina García
"La directora editorial habla de la toma de decisiones en tiempos violentos, del porqué el buen periodismo es tan necesario hoy más que nunca y del futuro de este diario, en el que ve un aliado de las causas ciudadanas en Sinaloa"
Tomar decisiones editoriales no es nada fácil, pero hacerlo en tiempos violentos y en medio de la crisis de los medios por los vertiginosos cambios del consumo de información, lo es todavía más.
Un elemento adicional es ser mujer, esposa, madre y directora de un periódico independiente, que como empresa ha sufrido agresiones y presiones de los poderes político y criminal.
Es parte de lo que ha vivido Guillermina García Nevares en 14 años al frente de la redacción de Noroeste, primero como subdirectora de Noroeste Mazatlán y después como directora editorial de este grupo sinaloense, que cumple 45 años como una propuesta periodística que, en tiempos de la invasión de las fake news, está “más vigente que nunca”.
Para Guillermina García, quien llegó a este puerto tras su experiencia de formadora de reporteros en Grupo Reforma y fundadora del diario Mural, de Guadalajara, el cambio es cosa de todos los días. El reto ha sido adaptarse sin perder la esencia: contenidos, rigor y credibilidad.
En entrevista especial por el aniversario de Grupo Editorial Noroeste, la directiva habla del proceso de toma de decisiones, del porqué el buen periodismo es tan necesario; y del futuro de Noroeste, en el que ve un aliado de las causas ciudadanas en Sinaloa.
¿En qué momento llegas a Noroeste y cuál era el principal objetivo?
Llegué en 2004 por invitación del ingeniero Manuel Clouthier (Carrillo). Se necesitaba a alguien en la subdirección, alguien operativo, que viniera a establecer procesos, que en Noroeste en ese tiempo eran incipientes. Creo que se logró establecer una estructura que esté quien esté, esté el editor tal, esté el reportero tal…, el proceso se sigue cumpliendo, sigue habiendo agendas desde en la noche, asignaciones específicas, planeación para la semana, planeación de las revistas, órdenes precisas a los reporteros, toma de decisiones unificada. Creo que ese es el gran cambio o formalización que contribuí a realizar en Noroeste.
Mutar, ¿es la única salida del periodismo? ¿Cómo han sido las transformaciones en este tiempo?
La crisis viene porque han cambiado los métodos de consumo de información. Antes la gente se informaba por el ejemplar impreso. Punto. Y otros medios: radio, televisión... Cuando llega Internet es el gran cambio, que la gente empieza a recibir información por otros lados; y en Internet ha mutado muchísimo. Y luego llegan las redes sociales y es otra gran mutación del Internet. Entonces eso ha derivado en que los impresos nos enfrentemos a una crisis, porque la gente -sobre todo los más jóvenes-, dejó de consumir el impreso. Estos cambios han sido propiciados por la tecnología: la gente empieza a tener más computadoras en su casa, laptop, tablet y luego el móvil, que ahorita es por donde más se informa la gente. Todo eso ha ido mutando y nos ha obligado a reinventarnos constantemente para darle contenidos de calidad al lector en cualquier plataforma.
¿Qué significa Noroeste para Sinaloa? Se percibe un fuerte arraigo…
Cuando llegué aquí, fue de las cosas que más me gustó y de las que me hizo quedarme, antes sólo en el periódico El Norte, en Monterrey, había sentido esa comunión con la gente, con el lector... una relación muy fuerte. Aquí el lector siente que Noroeste es de él, ¿por qué?, porque colabora, porque manda cartas, llama para denunciar, porque ve respuestas a sus necesidades, a sus problemas cotidianos... Tener el sentir de la sociedad sinaloense ha sido uno de nuestros sellos. Noroeste ha tratado de encabezar las causas ciudadanas, lo hicimos con las licencias que eran intrusivas (2013); lo hacemos todos los días con nuestro periodismo de investigación, con nuestras denuncias de corrupción casos que enojan tanto a la gente.
En medio de la violencia, ¿qué ha sido lo más difícil de dirigir un periódico?
Nuestros peores momentos los vivimos de 2008 a 2015, fueron años muy fuertes, recibimos muchísimas presiones. De publicación, de no publicación, del poder político, del crimen organizado, eran a veces muy directas, a veces sentías la presión por otros lados. En el 2010 nos atacaron el periódico de Mazatlán, pero eso ya venía de una serie de presiones que recibíamos de despojos de vehículos, de presiones a nuestros reporteros, obviamente todo esto se da en el contexto del crimen organizado y de las denuncias de corrupción. Eso lo tenemos bien claro. Nuestras presiones vienen del poder político y del crimen organizado. A la par, no sólo de uno o de otro. Obviamente tenemos presiones en cuanto a la publicidad, sabemos que ha habido órdenes de gobiernos para que no publiquen con nosotros. Para nosotros es una manera de intento de control, porque obviamente es un ingreso importante.
¿Cuál ha sido la decisión editorial más complicada?
Fueron en los tiempos violentos, cuando empezaron incluso a colgar personas de los puentes, por ejemplo, cómo publicarlo sin caer en el amarillismo era la cuestión. O por ejemplo, cuando mataron al hijo de El Chapo (10 de mayo, 2008), que solo nosotros en el medio sabíamos que era él, era preguntarnos: ¿lo decimos?, ¿cómo lo decimos?, ¿qué consecuencia vamos a enfrentar?, porque de eso nunca hay información oficial, sólo trascendidos, todo extraoficial. Ya cuando uno como medio se avienta y lo dice, entonces sí surgen las versiones oficiales... ese día nosotros habíamos reportado el hecho en el City Club, después nos llegó la información de quién era, y lo teníamos que decir aún sin versión oficial... Eso es lo más difícil: la toma de decisiones, que ese momento sabíamos que cualquier palabra, nota o foto, o no publicación, nos iba a poner en riesgo, no sólo a mí, sino a nuestra gente…
En lo personal, ¿el ser mujer ha significado mayores dificultades en este trabajo?
Hay muchas mujeres periodistas, y también en puestos directivos, pero lo raro es ser una mujer casada, con hijos y con una dirección. Esa combinación no es muy usual en México. Tiene mucho que ver con que Noroeste es una empresa muy familiar que me ha permitido combinar eso, que mi familia ha crecido en esto, que me casé con un periodista. Entonces nuestro mundo es esto, es el periódico y la familia conjuntado todo el tiempo.
¿Cómo ves el futuro de Noroeste en esta coyuntura de crisis?
Puede decirse: sí, Noroeste está en crisis, pero es una de las empresas de Noroeste, que es el impreso, pero el Grupo Editorial Noroeste va mucho más allá; y nuestra esencia como redacción, que es la generación de contenido, está más vigente que nunca. Los lectores necesitan información, cada vez más, mejor y más rápido, para tomar decisiones en su vida cotidiana, en su vida profesional, y sobre todo como ciudadanos, y creo que todos nuestros procesos editoriales están enfocados a eso: a darle al lector esa información útil, completa y de todos los ámbitos en la plataforma que sea.