Qué estilo de autoridad ejercemos

Yolanda Waldegg de Orrantia
21 enero 2022

A lo largo de la historia de la humanidad nunca hubo dudas sobre quiénes eran la autoridad en la familia y su derecho a ejercerla, fue hasta el Siglo 20 cuando comenzaron los psiquiatras a decir que se estaba traumando a los hijos con esos modos, que no en pocos casos recurrían a la chancla, el cinturón, jalón de oreja, nalgadas, encierros, aunque no todos, en mi casa solo con la mirada era suficiente para que nos alineáramos, la ceja alzada era señal de problemas y lograba apaciguar.

Es decir, había de todo, en diferentes grados, pero la autoridad estaba clara y se ejercía, ¿cómo que demasiadas generaciones de traumados? No creo, porque como sea se tenía una clara idea de lo que estaba bien y lo que no, de las obligaciones y del trato a las personas.

Cuando empezaron a asustar a los padres por traumar a los hijos, reprimiéndoles, se dio el salto al otro extremo y los pobres niños dejaron de tener guías que les señalaran por dónde es más seguro el camino y qué está bien o mal, hasta terminar en que todo es “a según” si es bueno para ti no importa si no lo es para otros.

Y por eso estamos como estamos, porque esas generaciones de padres que no tuvieron guía no pueden guiar, está claro que hay de todo, no todos se tragaron el cuento y siguieron siendo guías para sus hijos, pero ya no tan inamovibles, no tan férreos, que tienen claro que sus hijos no necesitan otro amigo o amiga, necesitan padres que les guíen, pero con flexibilidad y cariño.

Si no se juntan las tres cosas, termina siendo autoritarismo, obedecen porque tienen que hacerlo no por gusto, ni por solidaridad, ni por comprender la necesidad de lo que se les manda, no hacen suya esa tarea y si pueden la evitan, si no los ven y eso no es lo que queremos los padres.

Los hijos necesitan tanto como el oxígeno para respirar como buscar normas, criterios y modelos claros en sus padres, lo contrario genera potencialmente trastornos graves de conducta, que pueden ser no solo dificultad para relacionarse y trabajar, también peligrosos como las drogas y las pandillas.

La autoridad asertiva, responsable y afirmativa significa la permanente puesta en práctica de los derechos y obligaciones mutuas entre padres e hijos de manera equilibrada y flexible, el hecho es que tenemos el derecho, pero también la obligación, lo que significa que no se vale sacarle al bulto y fingir que nada más son derechos, que por otro lado, las legislaciones de muchos gobiernos, en la actualidad, están decididos a quitárnosla y muchos padres obnubilados votando por esos legisladores, o cómo llegaron a las cámaras, si los votantes se supone deben informarse cuál es la plataforma y valores de cada partido.

Pues si no quieren que les madruguen y les quiten la potestad sobre sus hijos, pónganse atentos y peleen, no dejen que otros lo hagan, mientras quienes deben de luchar por sus hijos se quedan mirando.

Si los padres cumplen con su obligación de formar a sus hijos, estos perciben clara y provechosamente los límites de sus derechos y los alcances de sus obligaciones en las diferentes etapas de su formación y crecimiento, de otra forma se convierten en barcos a la deriva.

La autoridad asertiva es la que más ayudará al hijo en la formación de su personalidad, no solo no se opone a la libertad que proclaman los partidarios de la permisividad, sino que la alienta y fortalece al darle un cimiento sólido de una personalidad orientada en el buen camino, en ser buenas personas y ese sea su valor, no su cuenta de banco o el éxito en sus negocios, a lo mejor no muy derechos o sus muchos diplomas.

La función de la puesta de límites y ejercicio de la autoridad no se agota en el hecho de saber qué está bien y qué no, sino que consiste en transmitir valores, vivencias, principios y a través de ellos modelos e ideales de vida, saber optar, eligiendo bien para sus vidas, es saber ser libres, la libertad que elige el mal no es libertad es libertinaje.

En la interacción con los hijos, los padres cumplen permanentemente una acción formativa o deformativa, como el proceso es continuo, todo el día, a toda hora, en lo que hagamos, formamos o deformamos, y se corre el peligro de desgastar la autoridad, que es más notorio en las madres que pasan más tiempo con los hijos, el buen uso de la autoridad evita el jaloneo, estar repitiendo, en guerra constante, llegar a gritos y enojos, si tratamos de que entiendan en la medida de su edad los porqués y para qués de las reglas y las tareas y que sean aplaudidas cuando estén bien y corregidas con cariño, sin descalificaciones ni sobrenombres denigrantes cuando no lo estén tanto.

Que sea apreciado un trabajo bien hecho y entienda qué está logrando con eso, duran más las cosas, siempre las encuentran rápido cuando las necesitan, se ve muy bonita su casa, sus papás no están cansados y tienen tiempo para jugar.

Entre más cosas aprendes a hacer, más libre eres y más satisfacciones tienes, la gente se siente bien junto a ti porque les tratas bien y encuentras mejores amigos.

La lista puede ser tan larga como su creatividad y el tema da para mucho, lo que ya no hay mucho es espacio, mientras revisen cómo es su autoridad y cuídense mucho.