La mujer, el feminismo y cosas así
La mujer de hogar siempre ha sido devaluada, pero hoy, además se siente ella misma, quizá con algo de envidia hacia quienes se están “realizando” en otro tipo de actividades más glamorosas o productivas en dineros, y se sientan un poco prisioneras en las labores domésticas, atrapada entre el esposo, los hijos y las laboras del hogar, con antojo de irse sacudiendo poco a poco todo eso, ojalá que no sucediera que se deje arrastrar por la tentación, porque sin la mujer en el hogar, el mundo se viene abajo.
Parece que no han tomado conciencia de la importancia trascendental de su papel en la historia y que el puesto que desempeñan es cuestión de vida o muerte para la sociedad y lo estamos viviendo ya.
Cuando se lanzan a vivir su vida, la familia desaparece, no significa que no tengan derecho a trabajar en lo que les guste y sean buenas, a lo que voy es que si no hay en verdad necesidad, se podrá hacer cuando los hijos estén formados bajo la tutela y el amor de mamá, porque somos el pegamento, el alma y corazón de la familia, quienes hacen que sea un hogar la casa.
Y la urgente necesidad de dinero a veces es real, otras de necesidades que nos hacemos, como los atuendos para las reuniones con las amigas y los festejos propios de eso, las uñas al último grito o el gimnasio, porque se necesitan pompis muy arriba y potentes y (nadie les dice que se ven deformes) trabajan para comprarse sus cositas: cremas, maquillaje, ropita, esa clase de necesidades.
Y no me entiendan mal, no está mal ponernos bonitas, sentirse y mantenerse guapas, dice el refrán que: “mujer compuesta saca al hombre de otra puerta”, se trata de prioridades en orden, y cuando se le pregunta a cualquiera, que es lo más importante en su vida, siempre contesta que su familia, pero se vive como si solitas se dieran las cosas, solitos los hijos van a ser bien educados y tener valores, mientras sus padres, especialmente sus madres, no tienen tiempo.
Y si están, probablemente tenga a sus hijos de mandaderos o cuidando hermanitos, mientras ve telenovelas y les grita, porque la interrumpen, hay niveles sociales en que así se vive.
Tengo la impresión que el feminismo no es femenino, mis respetos y admiración para quienes comenzaron esta lucha, pero después de tantos años, no tengo muy claro que se ganara mucho y si se perdió mucho, ganamos el derecho al voto y ser votadas, a tener una profesión y ejercerla, pero a medias, porque ni los sueldos ni las oportunidades, a los varones no les preguntan si están embarazados para darles un puesto y montón de detalles por el estilo.
Más bien parece que fue el mejor negocio masculino, ganamos el derecho a ir de pie en los autobuses, a que nos empujen al pasar, sin pedir disculpas, derecho a que los hombres nos hagan malas proposiciones con toda desfachatez, como si ya no fuéramos damas, sino otra cosa.
Y sobre todo, nos dieron el derecho a mantener una familia, los señores, restregándose las manos, les descargaron de esa antiquísima responsabilidad.
Antes, el marido tomaba en serio su maldición del paraíso y se afanaba, sudaba para mantener a su familia; hoy, que su mujer puede trabajar, él ya no se supera, va de trabajo en trabajo, nada es suficientemente bueno y ante la necesidad, la esposa le ayuda saliendo a buscar el pan.
Estoy generalizando y no es correcto, pero el hecho es una tendencia fuerte.
Y ya podemos hacer cualquier trabajo que se nos ocurra, limpiar vidrios en los rascacielos, colocar cables en las torres de electricidad, manejar maquinaria pesada o lo que se nos antoje, porque todo podemos, y sí, podemos, pero qué necesidad, son ideas mías o el feminismo desapareció lo femenino.
Las feministas que hoy marchan, cualquier cosa parecen, menos femeninas, y esas características femeninas está haciendo falta hoy en la sociedad, por algo se nos fueron dadas, por algo hay una diferencia, entre varón y mujer se necesitan para que haya equilibrio y es lo que nos hace atractivos los unos a los otros.
En estos tiempos, en que el lenguaje se ha desvirtuado tanto, cambiando el sentido de lo que es, con eufemismos, o a veces usamos inadecuadamente las palabras más nobles y que no suene tan fuertes las realidades, el subjetivismo y relativismo consiguientes son muy malos caminos para el acceso a la verdad, esta no se alcanza, sino en la medida en que la inteligencia capta la realidad y se acomoda a ella.
La realidad no depende del conocimiento que de ella podamos tener; las cosas son como son, el ser humano es lo que es, tanto si lo sabemos como si lo ignoramos, si nos gusta o nos disgusta, somos nosotros quienes estamos sujetos a ella, no al revés, si la verdad no fuera objetiva, no habría manera de entenderse.
Entre las más manoseadas están la libertad y derechos, ni uno ni otro pueden atropellar la libertad y derechos de otros.