La Fórmula de la Felicidad: 'Estoy aquí para ti'

Óscar García
12 octubre 2019

"Una disertación sobre lo que implica ser adolescente en la actualidad y que los padres deben estar al pie del cañón"

La ansiedad y la depresión en niños y adolescentes van en aumento desde 2012. Las estadísticas rompen con cualquier expectativa de estabilidad emocional aparente, un inquietante fenómeno que afecta a toda una generación sin distinción de edad, género o clase social.

Con mayor frecuencia, los comportamientos de aislamiento en nuestros jóvenes son un aliciente para recluirse dentro de identidades ficticias en las redes sociales, para simplemente aparentar estar bien. Con asombro, vemos los resultados de las investigaciones del comportamiento humano que demuestran cómo esas identidades falsas sólo generan emociones y sentimientos internos, que provocan mucho sufrimiento por la presión que sienten respecto a sus calificaciones, su futuro personal y profesional, por el aspecto físico cuando sienten que no va acorde cn los roles actuales de éxito, agudizándose más en sus relaciones con una pareja, con amigos y más aún con su familia origen.

Conozco casos más extremos, en los que algunos jóvenes, incluso, se autoinfligen heridas superficiales como una manifestación secreta y compulsiva del tormento que sufren por “no llenar sus propias expectativas”

Una madre inquieta y muy sorprendida me cuestiona: “¿qué ganan los jóvenes con autolesionarse?” No hay una respuesta exacta. Existe mucha información que interpreta este comportamiento no deseado como un escape momentáneo de la ansiedad contra la que luchan constantemente, es quizás el síntoma más inquietante de un problema psicológico más amplio

Hoy, mas que nunca, la adolescencia es una etapa de la vida altamente retadora de afrontar, en la que los jóvenes experimentan cambios difíciles de asimilar, donde se sienten diferentes, donde encuentran un desajuste en cuanto a cómo actuar, ya que constantemente escuchan de los adultos el juicio de que no son niños y, por otro lado, el descalificativo de que tampoco son adultos; sin embargo, se les exige que asuman un rol preponderante en un mundo adulto, donde las exigencias y los estándares solo elevan sus expectativas del presente inmediato y del futuro esperanzador.

Asimismo, los padres de familia, enfrascados en una lucha constante por incrementar y, en la mayoría de las ocasiones mantener el nivel de vida familiar, tienen que desviar la atención de los asuntos familiares para enfocarse en los temas laborales; esto impacta la comunicación, especialmente a través de la poca convivencia. La situación genera un sinnúmero de creencias que hemos denominado erróneamente “la barrera generacional”, esa pared que creamos con excusas para desentendernos de la responsabilidad de formar a nuestros jóvenes, culpándolos y diciendo que es porque ellos no tienen aspiraciones, no tienen metas, no tienen futuro, que actúan de tal forma por llamar la atención, porque están aburridos.

Todas estas premisas describen el gran reto de formación de los adolescentes, pero deja la pelota de la responsabilidad en el aire, donde nadie se quiere hacer cargo de la misma.

Ante este panorama, una preocupación que se incrementa en los que vivimos en el mundo de la educación es que, aproximadamente, solo el 20 por ciento de los jóvenes con un trastorno de ansiedad diagnosticable reciben tratamiento y que, por otro lado, también es difícil cuantificar los comportamientos relacionados con la depresión y la ansiedad con actitudes suicidas y autolesiones porque estos son especialmente secretos, difíciles de detectar incluso para el propio círculo íntimo del joven.

Todos los estudios en este sentido destacan una invitación a fortalecer la red de apoyo en donde los jóvenes depositen su confianza para que salgan de su aislamiento y verbalicen sus miedos, temores, angustias, sus deseos, que son contenidos en sus esquemas mentales, y emprendan el desafío de resolver preguntas tales como: el querer ser, el deber ser y el ser. Como coach de vida, les aseguro que tengo coaches de más de 50 años que presentan quiebres emocionales por no tener claras las respuestas a esos mismos cuestionamientos, ¿se pueden imaginar entonces el efecto en “casi niños” de 15 a 17 años?

Hay retos muy grandes, pero hay primeros pasos tan sencillos, como siempre afirmarles que podemos no estar de acuerdo, podemos diferir en ideas, pero que siempre, siempre “estoy aquí para ti”. Me pueden doler mucho tus comportamientos, me puede molestar la forma cómo reaccionas a ciertas situaciones, pero el amor no está en duda. y mi voluntad de ayudarte es lo más importante.

Seguimos en contacto a través de mi página Oscar Garcia Coach @LicOscarGarciaCoach.