Hijos groseros e irrespetuosos

Yolanda Waldegg de Orrantia
30 septiembre 2021

En algún momento de la crianza, los padres tienen que soportar el comportamiento irrespetuoso de sus hijos. Ya sea por algo tan menor como ignorar las órdenes o tan molesto como una serie de maldiciones e insultos, los hijos a veces se expresarán de manera inapropiada, pero para eso están ahí los padres, para enseñarles cómo se debe.

Pero antes que nada hay que comprender que, en cierta forma, es algo normal mientras aprenden cómo y, sobre todo, no tomárnoslo de manera personal y contestar en la misma forma, porque sería como rascarse el sarpullido, en lugar de dejar que sane.

El asunto está en entender las causas que, claro, varían de una persona a otra porque cada uno tiene sus propias vivencias y situaciones que le afectan de manera personal.

Hay que saber que una persona, entre menos educación, más fácilmente recurre a la grosería y la falta de respeto, porque simple, no sabe de qué otra manera expresar sus sentimientos de frustración e impotencia.

A medida que crecen, muchas veces se sienten abrumados por reglas y expectativas, son cosas que debemos cuidar, nuestras reglas no pueden ser inamovibles y sí explicadas del porqué para que entiendan la razón de ser de esas reglas (no porque yo lo digo) y las acepten sin abrumarse y tampoco deben ser tantas, ni rígidas.

Y las expectativas no son nuestras expectativas las que deben cumplir, deben tener ellos mismos sus metas propias.

La lucha es que quieren más autonomía más libertad, hay que explicarles que no se le da a nadie, son cosas que se gana uno mismo, siendo responsable de lo que hace, que es cumplir con lo que debe y aceptar los errores sin echar la culpa a otros.

Pero para eso, deben tener la oportunidad de aprender sobre la marcha, y la marcha es probarnos hasta dónde pueden y los dejamos.

Y se van enterando de los límites cuando hay padres que ponen límites, si no los hay, en su salud lo hallarán y tendrán hijos con una corona y un látigo controlando a sus padres.

Es importante reconocer y facilitar la necesidad de independencia del hijo, nunca se debe tolerar o alentar un comportamiento hiriente y grosero, hay que frenar los métodos inapropiados de expresar sus frustraciones o enojos.

Pero no se puede razonar con alguien enojado, hay que esperar que baje, en lugar de contestar también con enojo y entonces hablar, para que hable necesita sentir confianza, así que si nunca platicamos con ellos, no habrá confianza.

Entonces, las causas de estos comportamientos son de dos tipos: la primera por falta de educación moral, ética y educación general, entre más palabras tenga en su cabeza, nunca me cansaré de decirlo, más fácil podrá expresar lo que piensa, siente, le molesta o quiere.

Si nadie le enseña que debe tratar a los demás como le gustaría que le traten y que las otras personas también tienen problemas, sienten miedo, están enfermas, les duele algo o están tristes, no sabrán nunca ponerse en sus zapatos.

Y desde chiquitos pueden entender estas cosas, no hay pretexto para no hacerlo. Una razón frecuente es la manipulación, como decía, nos están tomando la medida, si repelo, me enojo, digo majaderías cuando me piden o mandan hacer algo, con suerte el padre o madre terminan haciéndolo ellos mismos por cansancio, si ellos usan su inteligencia así, hay que ganarles en inteligencia.

La segunda es por causas externas como: divorcio, fallecimiento, cambio de residencia, cambio de escuela, infidelidades de padres o de amigos, o de la escuela: bulling de los compañeros o maltrato de maestros.

Son las cosas que les enojan, causan malestar, no saben cómo manejar, es como una forma de vengarse, también amerita platicar y necesita confianza.

Las claves para corregir un hijo irrespetuoso son:

1. Corregir al instante, pero sin enojo ni palabrotas, herir hace más daño y no corrige ni educa, se repetirá. Es fundamental corregir con firmeza pero con tranquilidad y cariño.

2. Concentrarse en lo que hizo mal nada más y explicar por qué en algún momento.

3. No crear miedos en el hijo con amenazas que normalmente ni siquiera se pueden cumplir, producen más frustración.

4. Enseñarles a medir las consecuencias de sus actos, que tropiecen con ellas siempre que no sea peligroso.

5. Evitar las palabrotas cuando se reprenda es lo obvio, no solo cuando se les reprenda, de dónde aprenden esas palabrotas, ni en casa ni en ningún lugar los padres deben utilizar ese lenguaje, ni a sus hijos ni con nadie, porque sus hijos los ven y aprenden que esa es la manera de solucionar conflictos, cosa que no los soluciona sino los empeora.

Por lo tanto, una de las formas de frenar el comportamiento irrespetuoso es demostrar estrategias saludables de manejo de la ira, evita hablar mal de los demás a sus espaldas y sé siempre cortés frente a tus hijos, incluso cuando estés tratando con una persona difícil.

Cuando haga rabieta, se queje por lo injusto del profesor por tareas o calificaciones, expresar que estás de acuerdo, estás validando su berrinche, lo que hay que validar son sus sentimientos “entiendo, te sientes cansado, frustrado”; está bien, que quede claro que sus sentimientos son aceptables, ser grosero e irrespetuoso no lo es.