Heródoto de Halicarnaso, El Padre de la Historia
Escudriñar el pasado, hasta llegar a los márgenes del mito y la leyenda, es una obra de la razón, en un afán de explicar, con el auxilio de algunas disciplinas, un presente inmerso en el pasado; es construir la ciencia de la historia.
Como una verdad científica, apoyada con el recurso de la prueba y la demostración, la verdad histórica siempre estará en un proceso de superación, pues los vestigios y el testimonio de un remoto pasado se basan en la exactitud o en la inexactitud de las fuentes de donde se derivan para una interpretación de la verdad histórica.
Inmerso en un ambiente cultural de su actualidad, el cual ha creado una cultura, el historiador penetra en un ambiente cultural instituido, por medio del cual se tomaron decisiones, las cuales, en muchas ocasiones, no concuerdan con los criterios de su propia época, por ello le es preciso recurrir a las otras disciplinas científicas para poder así, captar los parámetros de una realidad que una vez fue, pero ya no es, Heródoto de Halicarnaso, a quien Marco Tulio Cicerón calificara como El Padre de la Historia, por ser el autor de una vasta obra, en la cual su genio investigador lo llevó a la tarea de investigar, para después plasmar una narrativa de los acontecimientos del mundo a su alrededor.
Este reconocimiento le es considerado por ser el primero en aplicar el método histórico para los acontecimientos del pasado, para ello se constituyó en un viajero incansable, observando los lugares de los hechos, apoyando su versión con el testimonio de quienes de alguna manera eran autores de esos mismos hechos.
Aun cuando los críticos radicales se refieren a él como El Padre de las Mentiras, argumentando inexactitud en algunas de sus narraciones esta es una crítica injusta, pues toda historia tiene un margen de inexactitud y de polémica, basta con tener en cuenta que la historia la escriben los vencedores, quienes crean héroes y villanos, exaltando así el ardor patrio.
Más allá de todo, Heródoto es reconocido por su afán de recopilar sus observaciones, tomando en cuenta las versiones y la idiosincrasia de cada lugar.
Se cree que Heródoto nació en Halicarnaso, un lugar hoy perteneciente a la actual Turquía, aunque Aristóteles sitúa el lugar de su nacimiento en Turios, en la península itálica, esta afirmación más bien parece derivarse del hecho de que vivió una gran parte de su vida ahí, aunque él no naciera en ese lugar.
Halicarnaso había sido fundada por los dorios, pero en el momento de su nacimiento, alrededor del año 484 a. C. había pasado al dominio de los persas y más tarde una rebelión contra Ligdamis, el sátrapa gobernante en el lugar, orilló a su familia hacia Samos, colonia de los jonios.
Finalmente se cree que regresó a Halicarnaso para participar en el derrocamiento de Ligdamis.
Su espíritu investigador lo llevaría a varios lugares, como la misma Atenas, donde convivió con algunos personajes de esa cultura, como Pericles, Protágoras y Sófocles, el poeta dramático de varias tragedias.
Sus ansias de conocer lo llevaron a Mesopotamia, Egipto y las tierras fenicias, entre otros lugares, los cuales muestran en sus escritos, junto a narraciones históricas, las formas culturales de los pueblos, dándonos una visión conjunta del ambiente del mundo Occidental y del mundo oriental en esa época.
Su obra fue dividida en nueve tomos, narrando el transcurso de las Guerras Médicas, las guerras entre los persas y los griegos, en las cuales, desde su percepción, nos ofrece una visión del mundo occidental y del mundo oriental.
El ocaso de su vida se cree que fue en Turios, alrededor del año 426 a. C., aunque hay quien lo ubica a Atenas como el lugar de su muerte.
La obra de Heródoto fue considerada como una fuente de información en la antigüedad y aún ahora es valiosa para considerar el mundo donde él vivió.