Celebran a Don Félix sus 100 años recordando sus enseñanzas
La importancia de mantener la familia unida, pensar antes de actuar y recordar quién eres son sólo algunos de los incontables aprendizajes que Félix Quezada González heredó a sus hijas, nietas y bisnietas
Durante 100 años, Don Félix se ha caracterizado por compartir anécdotas, chistes y enseñanzas que han dejado huella en más de un corazón, como el caso de sus descendientes.
En la celebración de su centésimo aniversario de vida, el olor de pasteles y desayunos recién hechos volaba por el aire del restaurante, mientras que las risas rebotaban en las paredes.
Acompañado de sus hijas, nietas y bisnietas, Don Félix Quezada González llenó el lugar con su presencia, como lo ha hecho desde que las mujeres, fruto de su legado, tienen memoria.
Emociones como felicidad y melancolía emanaban las descendientes de la familia Quezada Rueda al recordar momentos simbólicos que compartieron con Don Félix; momentos que generaron tal impacto en sus vidas como para tomar un camino diferente al que transitaban.
Félix Quezada nació un 12 de julio de 1923 en Picachos, Nayarit, un pueblo que habitó poco menos de 50 años.
Un día caminando por la sierra de Nayarit, encontró a una familia que buscaba tierra fértil para sembrar sus propios alimentos. Entre ellos se encontraba Evangelina Rueda, quien más tarde se convertiría en el amor de su vida y madre de sus 14 hijos.
De acuerdo a las memorias, Félix y Evangelina fueron el complemento perfecto por más de 70 años de matrimonio. Él se encargaba de la disciplina. Ella se hacía cargo del afecto.
“Mi mamá era la parte del amor, mi papá era la parte de lo estricto, entonces hicieron muy bonito equipo para formarnos”, comentó Teodula Quezada, hija mayor de los 14 hijos que resultaron del amor entre Don Félix y su compañera de vida.
Para Teodula, su padre siempre ha sido una persona estricta, disciplinada e íntegra, quien llegó a corregirles de manera física como parte de su método de crianza.
“Cuando éramos chiquitas, mi papá era muy duro con nosotros, nos llegó a pegar duro, pero él lo hacía porque él creía que estaba haciendo bien y creo que sí lo hizo bien, porque ahora todos sus hijos somos personas de bien, somos personas que nos amamos”, expresó.
“Nos enseñaron tanto el amor como lo estricto, a ser una familia unida, una familia bonita, que yo me siento muy contenta con mi familia, muy orgullosa”.
A fin de buscar mejores condiciones académicas y laborales, la familia arribó a Culiacán hace más de 50 años.
Pese a la poca formación educativa que tuvo Félix, es considerado por sus hijas y nietas como una persona trabajadora y culta, consecuencia de su conducta autodidacta.
“Yo siempre admiré a mi papá mucho más que a mi mamá, porque mi papá es un hombre que, a pesar de no haber ido a la escuela -dice que nada más fue un mes- a él le gustaba mucho leer. Siempre lo veíamos con libros, siempre estaba estudiando, siempre buscando aprender algo nuevo”, contó su hija Delia, de 54 años de edad.
Esa sabiduría que lo caracteriza, ha influido en la perspectiva de muchos, recuerda la menor de la familia, Delia Quezada que, cuando era pequeña, acompañaba a su padre a viajar de Culiacán a Nayarit, y escuchaba con asombro cada una de sus historias.
“Él es muy inteligente, sabe cómo decir las cosas”, opinó.
Aunque la lección no iba para ella, Delia mantiene presente el día en que una de sus hermanas pidió el consejo de Don Félix para afrontar un problema matrimonial, pues el enojo no la dejaba ver más allá del conflicto.
“Le decía mi papá ‘nada más, cuando tú te enojes por algo, cuando tú vayas a hablar, a abrir la boca, te voy a pedir de favor, que siempre recuerdes quién eres. Cuando tú recuerdas quién eres es cuando te puedes comportar a la altura en cualquier circunstancia’, y eso a mí me quedó bien grabado”, relató.
“Siempre que tú vayas a hacer algo, acuérdate, quién eres, de dónde vienes, qué te enseñaron en la vida, y eso es lo que va a hacer el cambio en lo que estás haciendo”.
Para sorpresa de muchos, gracias a buenos hábitos alimenticios, actividad física y la alegría que transmite en su día a día, el hombre de 100 años goza de muy buena salud.
“Siempre que estás con él, te sacas dichos o te saca historias que te hacen reír y me da mucho gusto, quisiera aprender de él o heredar de él su salud, porque hasta ahorita no tiene enfermedades y es lo que me gustaría heredar”, dijo su nieta, America Quezada.
Sin embargo, la felicidad a veces es sustituida por tristeza, al recordar a aquellos que ha perdido en el camino, como sus hijos Cristiano y Francisco, su nieto Luis Ignacio, al igual que su otra mitad, Evangelina.
Las lágrimas rodaron por las mejillas del cumpleañero al remontarse dos años atrás, cuando el amor de su vida, dejó este mundo un año después de celebrar su 70 aniversario de bodas.
Con una servilleta secó su llanto y retomó su blanca sonrisa. Acción que ha sido un ejemplo para su nieta Claudia Osuna.
“Una de las cosas que le he aprendido a él es cómo sí tener ganas de vivir, de verdad, mi abuelo me ha enseñado el decir ‘sí se puede, sí se puede a pesar de las pérdidas’”, resaltó Claudia.
“Me encanta verlo que después de la pérdida de mi abuelita me demostró que es bien importante seguir adelante en la vida.Obviamente duró tiempo, pero él siempre buscó la manera de salir adelante, y verlo tan fuerte ahorita, verlo feliz porque cumplió esta edad, son muchas cosas que te enseñan a que no nos dejemos caer por cualquier cosa”, añadió su prima, Yeini López, mientras su voz se cortaba y sus ojos enrojecían.
Para Yeini, rendirse no es una opción, pues su abuelo le ha enseñado que es posible avanzar por más obstáculos que parecen bloquear el camino.
“Me cuenta historias bien complicadas, y aún así cumplió los 100 años. A veces uno quiere, por cualquier cosa, decir ‘ay, no voy a poder’ y sí se puede, él nos enseña eso, que sí se puede; sí se puede vivir sano, se puede vivir feliz dentro de las circunstancias que se pueda”.
Además de los 14 hijos que crió Don Félix, también fue la figura paterna de su nieta Claudia, ya que vivió bajo el techo de sus abuelos desde los siete meses de nacida.
Incluso, durante su crecimiento, le tocó recibir golpes como los que Don Félix le dio a su madre Teodula, para enmendar acciones que ameritaban una corrección temprana.
“A mí también me tocó, como dice mi mamá, desde niña él nos corregía como si fuéramos sus hijos, o sea, si hacíamos una travesura o si hacíamos algo, que él decía que requería una corrección, una disciplina, me tocó el azote, me tocó el cintarazo, pero por hoy yo te puedo decir que fue parte de mi formación”.
Al crecer y esperar la llegada del amor, Claudia temía encontrarse con la persona equivocada, a diferencia de sus abuelos, quienes fueron su ejemplo de una pareja ideal, por lo que pidió la recomendación de su figura paterna.
“Hace muchos años, antes de que me casara, 25 años atrás tuve una plática con él y recuerdo que le dije que si él qué pensaba de cómo encontrar una buena pareja, recuerdo que me dijo ‘hija, usted observe que la persona con la que se va a casar sea buen hijo y sea buen hermano, y ese puede ser una buena opción’”, relató.
A pesar de su dura disciplina, de las pocas demostraciones de afecto, sus hijas y nietas no dudaron en demostrar su admiración, su aprecio por el hombre que les enseñó lo importante de mantener la familia unida, pensar antes de actuar, recordar quién eres, entre incontables aprendizajes que ha dejado a lo largo de 100 años.
“Es una persona muy íntegra, de verdad. Yo creo que es una de las personas que yo he conocido honradas. Es una persona muy honrada, cuando él dice ‘no’ es no, cuando dice ‘sí’ es sí, y eso él me lo ha enseñado”, agregó Claudia.
“Digo yo ‘ve, increíble este señor, o sea, todo lo que nos ha enseñado, todo lo que nos transmite hasta nuestras generaciones’, porque ya tiene bisnietos, tataranietos, ya tiene todas sus generaciones y a todos nos ha enseñado algo, todos lo vemos con mucho respeto, lo vemos con amor”, concluyó Yeini.