Viven un elíxir de amor muy sinaloense
La Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, el Taller de Ópera de Sinaloa, el Coro de Ópera de Sinaloa e integrantes de la Banda Sinfónica y Compañía Folclórica ofrecen una adaptación de la ópera de Gaetano Donizatti
Memorable música, grandes coros, la orquestación y una historia cautivadora que, a más de 150 años de su estreno, sigue hechizando, es lo que disfrutó el público con la ópera “El elíxir de amor”, de Gaetano Donizetti, en un singular montaje en el Teatro Pablo de Villavicencio.
La historia de enamorado melancólico Nemorino y la bella terrateniente Adina, que lo atormenta con su indiferencia, de la ópera Elixir de amor, fue llevada a la escena por la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, el Taller y el Coro de Ópera de Sinaloa.
Se trata de una de las obras más famosas de Gaetano Donizetti, en un espectáculo adaptado al campo, bajo la dirección artística del maestro Miguel Salmon del Real y escénica de Marcela Beltrán.
Más de 100 artistas entre músicos, cantantes, bailarines y creativos, algunos integrantes de la Banda Sinfónica Juvenil del Estado, que dirige Baltazar Hernández Cano, y de algunos bailarines de la Compañía Folclórica de Sinaloa. El Taller de Ópera lo dirige José Manuel Chu, el Coro de Ópera, Marco Antonio Rodríguez.
Esta adaptación se inspiró en el espectáculo que por primera vez dirigió Carlos Serrano (qepd), con el Taller de Ópera de Sinaloa, que en su momento dirigía, y fue dedicado a su memoria.
Las voces principales fueron de la soprano Lucía Beyles, quien dio vida a Adina, los tenores Jair Padilla y Mario Canela quienes se alternaron en el papel de Nemorino; la soprano, Claudia Puebla y la mezzosoprano, María Yépiz, quienes interpretaron a Gineta; Isaac Herrera que dio vida a Belcore y Carlos Rojas quien hizo a Dulcamara.
La obra consta de las arias, dúos y tríos de esta ópera, como son Quanto e bella, quanto e cara!, y Una furtiva lágrima, de música fácil, alegre y pegajosa.
Cabe mencionar la participación, al inicio del segundo acto, de algunos jóvenes músicos de la Banda Sinfónica Juvenil de Sinaloa que, desde la planta alta del teatro, amenizan la boda con algunos acordes de banda, mientras las cuerdas de la OSSLA, allá abajo, les siguen el paso.
La vieja historia del amor del pobre campesino enamorado de la bella pero adinerada patrona, fue retomada para adaptarla escénicamente por lo menos a los campos hortícolas de Sinaloa, entre jabas de tomate y baldes que sirven para recrear el acarreo tras el corte, escenas del empaque donde se selecciona el producto, y hasta las mesas y sillas de una boda.
La ópera
Adina es una chica del pueblo con dinero, inteligente, preparada, por lo que tiene actitud un poco despectiva con Nemorino, que es su enamorado, quien representa al pobre del pueblo.
Inspirado por el cuento medieval de Tristán e Isolda, en la que aquel consigue el amor por medio de un filtro de amor, Nemorino le pide a Dulcamara que le venda uno.
Ésta le da una botella de vino. El iluso se emborracha y a la vez toma confianza en sí mismo y esa fuerza, más una serie de casualidades hará que Adina voltee los ojos a él.
Una historia ágil, cómica, divertida y encantadora que el público disfrutó y reconoció con aplausos.