Sorprende la Banda Sinfónica con música para niños
El público ovaciona a la joven soprano Julieta Verdugo, en su debut con la Banda en el Ágora
Un agradable concierto con música “De los Grandes Maestros para los Niños”, ofreció la Banda Sinfónica Juvenil del Estado en el ágora Rosario Castellanos, donde la joven soprano Julieta Verdugo Cuesta, fue muy aplaudida y felicitada en su debut al cantar el tema principal de la película El Señor de los anillos, de Howard Shore.
En el marco del programa La Banda en el Ágora, del Instituto Sinaloense de Cultura, el concierto contó además con la participación de José Alfonso Flores Carrasco, como narrador en el cuento musicalizado Pedro y El Lobo, de Sergei Prokofiev, de corte didáctico.
Bajo la dirección artística del maestro Baltazar Hernández Cano, el programa puso en órbita a los asistentes con la pieza Un día en el espacio, de James Curnow, que incluyó las escenas Fanfarria y marcha a la plataforma de lanzamiento, Despegar, Órbita, Caminata espacial y Regreso y celebración.
Luego, Un día en el zoológico, de James Curnow, que incluye los temas Introducción, Mariposas, pájaros y cosas que se arrastran, Elefantes y monos, El acuario y Leones, tigres y osos, en las que se pueden oír los sonidos de los animales a través de los diversos instrumentos que conforman la Banda.
Luego, muy conocida, El Carnaval de los animales, de Camilo Saint-Säens, que abre con una Introducción y marcha real de los leones, El elefante, El cucú dentro del bosque, Fósiles, El cisne y Final, también muy ilustrativas y amenas.
Y luego la Marcha opus 99, de Sergei Prokofiev, que suele ser interpretada previamente a Pedro y El Lobo, en la que asistimos a una desigual cacería de un niño contra un feroz lobo.
Y para cerrar, la pieza principal de la trilogía The Lord of the Rings, conformada con alusiones a los diversos temas de la película, y que remató con la cálida voz de la soprano Julieta Verdugo, que sorprendió gratamente a los asistentes, por lo que los aplausos finales fueron largos y acompañados de ovaciones y no pocos de pie, con lo que queda demostrado que la vida puede guardarnos una inesperada sorpresa a la vuelta de esquina.