Sócrates y su mayéutica
Escultor y soldado, antes de dedicarse a la retórica y a la disertación dialéctica, Sócrates es considerado como uno de los más sólidos pilares en la fundamentación filosófica del pensamiento occidental.
Nació en el Siglo II a. C. sus padres fueron; Sofronisco, escultor de oficio y Fenareta, su madre. En sus primeros años, el ejemplo paterno encauza sus pasos en el ejercicio de la escultura.
Incursionó, más tarde durante la guerra del Peloponeso, en el mundo de la milicia, mostrando un espíritu patriótico y gran valor, en la lucha disputada con los espartanos.
Convencido de la necesidad del respeto y la observancia hacia las leyes que gobernaban la sociedad ateniense, decidió optar por apartarse del ambiente de la política. Pretendiendo dar un mayor servicio a la comunidad, dedicó su actividad a la enseñanza creando el método de la mayéutica, o arte de iluminar a los espíritus y con ello inducir a los atenienses interiorizar en sí mismos para escuchar el llamado de la conciencia del alma, entendiendo esto como una advertencia divina.
Hasta nuestros días no hay conocimiento de alguna obra escrita por el mismo Sócrates, su pensamiento filosófico nos ha llegado por medio de sus preclaros discípulos; Jenofonte, un trotamundos convertido en historiador y sobre todo Platón, quien nos revela su filosofía, poniendo su propio pensamiento, como si fuera transmitido por el mismo Sócrates.
Basándose en una objetiva comprensión del amor, de la justicia y de la virtud, el pensamiento socrático tiene un marcado tono ético, centrado en el conocimiento profundo de la persona sobre sí misma.
El vicio, para Sócrates, era una manifestación de la ignorancia, argumentando que ninguna persona prefiere el mal para sí mismo y de esta manera las virtudes representan el perfecto conocimiento de la persona y así el bien es la consecuencia de una actuación justa. La influencia del pensamiento socrático se ha transmitido al pensamiento occidental, llegándonos como una guía en la búsqueda de una elevada vida moral.
Perseguido a causa de la agudeza de su pensamiento crítico, fue calumniado de ser un antipatriota y acusado de introducir nuevas deidades, en referencia al Daemonion, el cual Sócrates interpretaba como una voz mística interior. Finalmente sus ideas fueron confundidas con sofismas, acusándolo de conducir a los jóvenes de una mejor razón a una peor razón.
Reducido a prisión fue condenado a muerte, aunque no hubo unanimidad al dictar la sentencia, pero como de manera irónica les propuso el pago de una multa, puesto que era considerado como un ser de poco valor, a causa de su misión filosófica, el tribunal, ahora si de manera unánime, decreto la pena de muerte. Finalmente él cumplió la sentencia bebiendo la cicuta, que era un veneno mortal.
Sócrates, llevado de su convicción ética, que abarcaba todos los ámbitos de su vida, dejó profunda huella plasmada en sus enseñanzas, continuadas por sus discípulos y hechas ofrenda en el momento supremo de su vida, en vistas a dar un ejemplo a las venideras generaciones.