Sincronizarnos con el presente
No vivimos el momento presente porque queremos otra vida distinta a la que está sucediendo
Amigo lector permíteme hacerte una pregunta ¿Vives realmente la vida que quieres tener? ¿Te gusta la que tienes?
La gente se esfuerza y anda a las carreras para tener una mejor vida; muchos quisieran cambiarla radicalmente o están enfocados a que cambien las personas con las que vive o cambiar sus circunstancias. Al fin de cuentas es lo mismo: cambiar lo que me rodea es cambiar mi vida. ¿Y si no puedo cambiarla, que me queda?
Cambiar uno. Si no, podemos pelearnos con quienes estamos y con lo que tenemos... ¡con mi vida! ¿Y qué caso tiene vivir peleando con ella? Es decir, con uno mismo.
Asimismo ¿Te has puesto a pensar que la palabra “mejor vida” puede engañarnos? Sugeriría que la vida actual no es tan buena como la deseada, eso justifica tanto esfuerzo, pero justo aquí sucede algo: se puede dejar de ver todo lo bueno de la vida actual y enfocarse en la que sigue, en la que quiero y... entonces se sale uno del presente; y al aparecer las contrariedades las reacciones se abren como abanico: negarlas, entristecerse, enojarse, maldecir, rebelarse, huir de ella, entretenerse, ver la pantallita. Cada quien con su propio estilo.
Mientras tanto “la vida es lo que te está pasando, mientras haces otros planes” decía John Lennon. Se nos olvida que esta vida es la que tenemos y no la que queremos que suceda... ésta solo existe en nuestra cabeza.
No solemos estar donde estamos, o sea, no solemos tocar la nota que la sinfonía de la vida nos exige en este momento porque vamos tarareando nuestra propia melodía, desintonizados del acontecer. Desintonizados de la vida. De los demás. De uno mismo.
Por un lado pareciera que la vida en una continua reafirmación de sí mismo: lograr lo que uno se propone, ingeniándosela de buenas o malas maneras para conseguirlo, y si se destaca mejor, a eso suele llamarse éxito. ¿Será esto el fin de la vida?
Detrás del éxito puede encontrarse un vacío existencial, soledad, desencanto, soberbia, desdén a los demás. ¿Y si un percance lo impide? ¿Frustración? ¿Enojo?
La pandemia ha venido a enseñarnos quienes viven más sincronizados con los demás, o sea con la vida, y quienes viven desincronizados. El heroísmo de muchos arriesgándose para salvar vidas contrasta con la avaricia, indolencia e ineptitud de otros. Para muchos el solo hecho de poder respirar un bocado de aire es todo un logro para alargar minutos más la existencia. Esto tan simple tiene una profunda enseñanza.
Quienes aman a los demás y se quieren a sí mismos han descubierto un tesoro que los balancea en las contrariedades y desaciertos. De ahí obtienen más fuerzas para seguir haciéndolo dándole más sentido a su vida. Son más plenos aunque no salgan en las revistas.
¿Qué tanto vale la vida para reafirmarse a sí mismo? Mientras quieras a más personas sufrirás lo que les pase, pero al reafirmarse surge algo peor que el sufrimiento: el vacío existencial.
Decía Steve Jobs en el hospital que todo el éxito y su dinero en esos momentos no significaban nada. Solo el amor que recibía de sus familiares y enfermeros, el bien que hizo a los demás y su fe le soportaba. Agregaba que no podía contratar a otro para que lo supliera en su cama.
Uno se va alineando con la vida cuando se alinea con los demás, cuando se mete en el cajón vacío de uno mismo y empieza a caber ahí sonriendo, uno se va alineando al momento presente cuando empieza a aceptar la vida que tiene, aunque por el momento no pueda cambiarla pero la bendice porque no tiene otra.
Respirar es una gracia que recibimos cada instante, la respiración profunda nos saca de las emociones perturbadoras y nos conecta con el presente.
“Cuando dudes, haz una pausa. Cuando te enojes, has una pausa. Cuando te canses, haz una pausa. Cuando te estreses, haz una pausa. Cuando pauses, respira muy profundo y agradece.”
Cuando te perturbes recuerda que “tu silencio es tan sagrado como tus palabras. Tu pausa es tan necesaria como tu acción. Tus sombra es tan valiosa como tu luz”. Si no fuese por la oscuridad no brillases. Acepta y quiere tu oscuridad.
Agradecer nos ubica en el presente. Viene de la humildad, no de la negación. Agradecer es ponerse a sumar, al negar o criticar restamos. Si solo vemos lo que faltó, los errores, la negatividad aparece y resta energía. Esa tensión en los hombros, el dolor de espalda, significan cargas innecesarias, rabia, ¡suéltalas ahora! respira profundo y agradece.
Nuestro auténtico SER es independiente a los errores y aciertos. Las emociones negativas nos atan al pasado. Donde reina la ansiedad reina el futuro. Cuando nos dejamos atrapar por la ansiedad nos convertimos en los hombres del mañana.
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#PaulChávez