Sabia virtud

Paúl Chávez
26 marzo 2022

El reto de cada persona es actuar con sensatez, ser congruente con sus valores y sobre todo amar de verdad. Hay una virtud que nos integra y conecta con el presente

Humanos somos

Cada uno de nosotros acertamos y fallamos, justo por eso nos llamamos humanos, viene de la raíz humus que significa tierra, para no olvidar nuestra condición, y así sucede, la gente exclama cuando se equivoca “es que soy humano” ¿Acaso lo deja de ser cuando acierta o cuando lo olvida?

Pero irremediablemente, estando en la lona o en las alturas... humanos somos. Es una locura desear ser otra cosa.

Virtud valiosa

Hay una virtud que conecta la razón con la conducta, la cabeza con el corazón, los principios con las acciones y aterriza lo deseado con el aquí y ahora.

Esta virtud sabe leer los tiempos y muy importante: busca que las decisiones sean oportunas, anticipándose a lo que viene, le gusta prevenir.

Integra lo humano buscando la recta razón en la conducta. Es decir, busca que nuestras acciones sean moralmente buenas, acertadas y eficaces. Tan importante es que sin ella no se puede ser mejor persona ni ser competente en el trabajo, pues se requiere pensar bien para actuar bien, facilitando la racionalidad.

“Auriga virtutem”

Detrás de la eficacia, del acierto, de la bondad, de la justicia, de la templanza, de la fortaleza, hay una virtud que es como un auriga que toma con firmeza las riendas de los caballos del carruaje para que no se desboquen y vayan por buen camino.

Nos referimos a la virtud de la prudencia, la auriga virtutem, que dirige las virtudes, como le llamaron los antiguos.

De hecho la prudencia es una sabiduría práctica, muy distinta a la erudición. En efecto actuar con sensatez en los asuntos diarios es mejor que saber mucho.

La sabiduría de la vida diaria exige estar muy conscientes y atentos, porque camarón que se duerme... Esto requiere ser sagaces, conocer a las personas, analizar asuntos, irse con cautela, no ser impulsivos ni ingenuos y sobre todo capitalizar los errores, la humildad, nos abre al consejo y nos hace prudentes.

La experiencia es el aprendizaje obtenido de los errores, nada que ver con la antigüedad en el puesto, hay gente que tiene teflón en la cabeza. La soberbia, la astucia y la estulticia pervierten la prudencia.

Ser audaces

Sin embargo el diamante de la corona de la prudencia, no es el pensar bien, ni la recta intención, es... la audacia. Es cierto: el mundo es de los audaces. No de los que saben mucho o solo son buenas personas.

La audacia es la demostración que se está dispuesto a correr riesgos y a pagar el precio para conseguir lo que realmente se quiere, para ir tras los sueños olfateando las oportunidades. La sagacidad acelera el intelecto y busca los medios, sin ella la audacia es imposible.

Claridad de ideas

“Quien tiene bien claro un qué y un porqué, de alguna manera descubre el cómo” decía Goethe.

El que sabe a dónde va, descubre las oportunidades y acomoda las velas cuando cambia el viento.

La claridad de la visión y la misión, no los rollos que suelen publicarse, definen el rumbo y el propósito de la empresa e instituciones y enfocan la dirección, preguntándose continuamente ¿Esto me acerca o me aleja de mi visión? Entonces ejecuta o pospone.

De hecho al esforzarse por ser prudentes se aprende a gobernarse a sí mismo: no hablar de más, no pensar demasiado, no engañarse, no confundir el miedo con la cautela, no culpar o evadir, tener ambición sin ser avaro, ser justo, no confundir la lealtad con la capacidad, no controlar todo, ser honesto.

Esto requiere esfuerzo personal: ser prudente involucra totalmente a la persona. Debería fomentarse en las escuelas. Las habilidades y actitudes cuentan, siendo prudentes ensanchamos el ser, pues sin sensatez no se llega lejos.

Poder y valentía

Así como al soldado se le exige valentía, a un ejecutivo y al que preside se le exige ser prudente, sin ella no puede gobernar bien. Por más dueño que seas de tu empresa y por más poder que tengas, hay un señor que siempre cobra la factura: el señor mercado; además la verdad sale a flote. Ambas no tienen dueño.

El poder absoluto descompone a quien preside. Adueñarse del presupuesto, no rendir cuentas claras, gastar de más, improductivamente, endeudándose, la alta inflación, los subsidios, el gasto clientelar en apoyos, han causado y tendrán muy serias consecuencias.

¿Sospecharon los venezolanos y los argentinos lo que se les venía encima entonces? No lo creyeron, estaban dormidos. Veamos los hechos objetivamente. Un pueblo sensato exige gobernantes sensatos ¿Qué piensas que puede sucederle México?

Decía Renato Leduc: “Sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo”.

paulchavz@gmail.com

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