Reponen ‘Años sabáticos’ en la Muestra Local

José Arturo Torres
30 abril 2022

Se presenta la segunda función de puesta en escena en el penúltimo día de la muestra

En punto de las 19:00 se repuso en Casa Haas la ópera prima del actor y performer Alejandro Careaga, Años Sabáticos, dentro de la Muestra Local de Teatro.

La producción está a cargo de la compañía Que No Llueva Porque Lloro, integrada por José Manzanilla, Perla Saucedo y el propio autor. La obra se dividió en dos partes, con 50 minutos de duración en cada parte, aproximadamente.

En la primera parte, la voz de José Manzanilla sitúa lo mismo que un prólogo sobre el tema a tratar: el accidente de un Lincoln Town Modelo 2004 en una noche cualquiera.

Para contar la historia de cómo llegaron ahí, Porfirio H. cuenta las aventuras de su círculo de amigos desde la primaria hasta la preparatoria: Luis Fernando, Sergio “Checo” y Diego. Su primera anécdota es de cuando todavía no eran amigos, sino un simple grupo de rechazados por los círculos previamente formados de la escuela. En la búsqueda de ser aceptados, cometen una explosiva travesura que llegará a ser noticia nacional, expulsando en consecuencia a un grupito inocente de sexto. Así estos cuatro mentecatos reciben un rechazo más pronunciado por parte del resto de los estudiantes, mientras que ellos se vuelven inseparables.

Entre travesuras, confesiones de amor, la búsqueda de perder la virginidad, el paso del juego al alcohol, del alcohol al cigarro y del cigarro a las drogas, sellan la improbable promesa de ser siempre amigos. Su infancia se convierte en pubertad, y antes de que puedan controlarlo, pasan a la adolescencia, donde acaba la primera parte.

En la segunda parte, la narración hasta ese momento unitaria, se fragmenta. Si en el primer acto, todos los personajes se ven involucrados de una u otra manera en las escenas. En el segundo, la edad y el cambio de escuela ha separado a los personajes. Esta separación es reflejada mediante el rompimiento narrativo en monólogos de Porfirio, Luis, Diego y Sergio.

Una despotricada fiesta de cumpleaños reúne al círculo de nuevo, donde realizan la inevitable dinámica para saber qué ha sido de su vida. Así, cada personaje pone al resto al tanto. Trabajos momentáneos y asaltos de bancomer, una final de futbol a penales que no se concretan, la búsqueda de escribir periodismo amoroso en los autobuses cumbieros, así como la crisis existencial propia de la juventud, pueblan el escenario. De esta forma, el pequeño club de los cuatro decide juntarse como en los viejos tiempos. Salen despotricando de la fiesta de cumpleaños en un Lincoln Town modelo 2004 y...

“Me gusta cuando estamos al borde del colapso, nos vemos y todo se soluciona”, dice uno de los personajes. “Solo digo lo que sé y lo que sé es que la vida es complicada pero es más llevadera con amigos”, dice otro. “Qué es la primaria sino lo primero. Qué es la secundaria sino lo que secunda. Y qué es la preparatoria sino lo que prepara. ¿Son 18 años de educación suficientes para convertirse en adulto?”, pregunta el narrador.

Y usted seguro se hará otras preguntas más, de asistir a esta potente obra, que va buscando su público en medio de la dificultad de mantener un unipersonal tan largo, por parte del actor. En el futuro, sería interesante que usted como público tuviera la oportunidad de ver otras versiones de Años sabáticos, y cuando menos una donde cada personaje entrañable tuviera su propia voz. Mientras eso ocurre, Que No Llueve Porque Lloro está posicionándose como una compañía de teatro propositiva, que logra que decenas de espectadores asistentes aguanten la proeza de estar en el teatro dos horas. Algo poco usual en los tiempos de TikTok.